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—Tengo noticias excelentes —susurró Ranshaw apenas llego al Moony's Toreo y vio a Mike apoyado en la barra del bar.

Jonás se hallaba en el otro extremo, como siempre, acomodando cosas. No podía escuchar la conversación de los dos jóvenes.

—¿Qué pasa?

—Kris. ¡Creo que está esperando!

—¿Él te dio la noticia?

—No. Su aroma cambió. Fue tan sutil que hasta hoy me di cuenta.

Mike no dijo nada. Miró en dirección en donde Toreo se ocupaba de sus propios asuntos y dio una seña a Ranshaw para que lo siguiera al exterior, a la calle. Aquel esperaba un abrazo y una felicitación, así que, desconcertado, fue tras su amigo.

—Y ahora, ¿qué te pasa a ti?

—Amatis también lleva ya a mis cachorros. Y yo he estado pensando que no es seguro quedarnos en esta zona.

—Bueno —Ranshaw sacó un tubo de caramelos, desenvolvió dos y se los metió a la boca. Ofreció a su amigo, pero Mike lo rechazó.

—Podríamos regresar a Lennander —sugirió Mike.

—¿Biel ya no es Alfa Mayor? Porque de otra forma, no permitirá que volvamos.

—¿No crees que tu padre o el mío podrían influir?

Ranshaw negó. No tenía ninguna esperanza. Serían castigados, les quitarían a los Omegas.

—O busquemos alojamiento permanente lejos de la gente. Así los chicos podrán gestar en paz sin tener que estar siempre encerrados en esos cuartuchos inmundos.

—Eso me gusta más. ¿Cuál es la tercera?

—Unirnos a otra manada.

Ranshaw negó.

—En cualquiera, suponiendo que nos reciban, es lo mismo. El Alfa mayor será nuestro dueño. Los niños que tengamos serán suyos. No pasamos por todo esto para rendirnos al final.

—Es peligroso vivir solos y más aquí, Ran. Jonás habló, antes de que tú llegarás, de un grupo de renegados que atacó en el bosque de Jansen. Sobrevivieron casi todos y lograron refugiarse a la ciudad donde al parecer la manada suele mezclarse con humanos de forma habitual, pero hubo pérdidas entre el grupo de Alfas, tres jóvenes murieron en la lucha. Se llevaron a los ejecutores y al líder. Era la manada a la que pensé que podríamos integrarnos. El Alfa Müller tiene fama de ser un tío legal y habita tan al norte que Lennander no tendría ninguna influencia con ellos. Pero ahora ya no existe. Habría que buscar otra.

—Mike, decide tú. Entre nos, tú eres el Alfa Mayor y yo soy tu ejecutor segundo al mando.

—¿Por qué yo? —preguntó, indignado por la falta de consenso en esa decisión.

—¡Vamos mi hermano! Si tú no lo eres, ¿quién?

—¡Pues tú! En las pruebas nos superaste, menos a los seis que creíste que serían buenos ejecutores. A esos los dejaste ganar.

—Estás tergiversando los hechos. ¿Qué piensas que soy? ¿El guardián de Lennander? Hay que mantener el honor, pero yo no hice maldita cosa por nadie, más que por mí mismo.

—Y la idea de salir de ahí fue tuya. —dijo Mike. Caminaron despacio, conversando en voz baja, abrigados con voluminosas chaquetas y, aun así, medio congelados después de una vida entera de vivir junto al mar, corriendo por la playa—. Y nos has conseguido todo, estableciste la relación con Jonás, a pesar de que el contacto es mi padre. Negociaste las habitaciones. Y te llevas bien con cualquiera que se cruza por enfrente.

Lobo Perdido Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora