No tenía tiempo para ir por los otros. Solo aulló, antes de interceptar el paso de esos tres, gruñendo.
Miden retrocedió al ver el tamaño del lobo negro que les mostraba los colmillos y gruñía horriblemente. Ninguna de sus anteriores experiencias con Alfas agresivos lo preparó para encarar a un lobo adulto de ese tamaño, listo para atacar.
Los renegados reaccionaron un poco tarde. Se transformaron a medias, dispuestos a defender al chico, aunque no del todo en ello.
El gigantesco lobo negro bajó la cabeza, echó el cuerpo para atrás, a punto de saltar cuando uno de los lobos a medias cayó al suelo, alcanzado por un tiro certero. Alguien disparó con una escopeta de dardos desde varias decenas de metros entre los árboles.
El segundo renegado no tuvo tiempo para preguntarse qué le había pasado a su compañero antes de caer a tierra, de espaldas.
Hadrien llegó. En la mano sostenía un rifle para sedar grandes animales de acuerdo con la recomendación de un veterinario de Jansen, amigo de Müller. Echó una ojeada al lobo de Konrad, a los renegados abatidos y tan pronto como descubrió a su chico aterrorizado, que miraba los colmillos de Konrad completamente alucinado, dejó caer el rifle al suelo. Corrió hacía él, lo atrapó al vuelo y lo levantó a pesar de que Miden era bastante alto. Dio más de una vuelta de pura felicidad.
El chico no reaccionó. Armó apenas una tensa sonrisa antes de aferrarse al cuello de Hadrien, ocultando el rostro, tratando de no ver más al lobo negro de pesadilla.
—¡No puedo creer que te encontramos caminando por el bosque!
—¿Estás bien, chico? —preguntó un viejo que por fin llegó al sitio en donde se hallaban los cuerpos tirados. Burkhart no se acercó a Hadrien y no se molestó por la falta de respuesta. Contento al ver que sus compañeros y el Omega estaban bien, se acercó a revisar el pulso en los cuellos de los hombres sedados que ya habían perdido sus características lobunas. Al mirar de cerca al que tenía el pelo ralo y gris y el rostro lleno de arrugas, jadeó.
—¡Esto es imposible! ¡Es Wulfran! Fue uno de mis ejecutores. ¡Era tan joven cuando se lo llevaron! ¿Qué han hecho contigo, muchacho?
—¿Te lastimaron? —preguntó Hadrien una vez que pudo pausar el interminable beso, aunque no dejó de tocarlo, buscando daños o heridas. Miden parecía conmocionado. Se dejaba hacer, incapaz de responder o de cerrar los ojos. Hadrien, un tanto desesperado, le apartó la ropa que cubría su hombro y lo mordió. Tenía que reclamar a su Omega. Simplemente su instinto le dominó.
Miden chilló; fue tanto el dolor que por un momento se le oscureció la vista, pero el sentimiento que le acompañó fue poderoso. Y bueno. Esa mordida lo sacó de la estupefacción. Estaba con su propio Alfa. Lo habían rescatado quien sabe cómo. Y ahí estaban otros dos, Konrad, recuperando entre chasquidos su forma humana, aún desnudo e insultando al frío y a todos sus ascendientes
Para dar a Hadrien privacidad, dado lo evidente que era su ímpetu de su inminente reclamo, Konrad se encargó de arrastrar a uno de los renegados. Burkhart hizo lo propio con el otro y de paso, recuperó el rifle abandonado de Hadrien.
Por fin solos. Miden fue besado como nunca, apoyado contra el tronco del árbol más cercano. Con amor, con desesperación. Sentía las manos de Hadrien en todas partes. Quería preguntar qué estaban haciendo en ese bosque desolado, pero el gusto de ver a su Alfa era tan grande y el apremio que ambos sentían, que no interrumpió los esfuerzos de Hadrien que ya le bajaba los pantalones.
—Perdona cariño, pero esto me supera. Debo reclamarte, ahora.
Se encontró de cara al árbol y sintió a Hadrien empujar entre sus nalgas.
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Lobo Perdido Libro 2
WerewolfRanshaw Lennox, Mike Denner, Amatis Stevenson y Kris Larsson están dispuestos a dejarlo todo para vivir la vida como ellos quieren. Pero la manada permanece junta por una razón; en la mutua compañía se encuentra la seguridad. Dos Alfas solitarios co...