Una historia sobre Rachel Parker (Harry Osborn)

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El doctor me había dicho que Harry no iba a mejorar, que solo estaba en un momento donde parecía que iba a estar bien, pero era todo lo contrario.

No pude contener las lágrimas porque él era casi todo lo que me quedaba, pero estaba decidida en no decirle para no hacerle agrios sus últimos días.

En cuanto Harry se quedó dormido fui con Peter a casa de Heather, ella se había ido a vivir junto a su hermana en el centro de la ciudad, su hermana MJ estaba triunfando en su carrera artística.

Llegué a su departamento y toqué la puerta, de inmediato me abrió Heather con una sonrisa.

—Reachy, que sorpresa, hasta que te veo después de tanto, la escuela sin ti es horrible—Me saludó sin abrazarme porque yo tenía a Peter en brazos.

—Quiero pedirte un grandísimo favor—Le sonreí de vuelta—Quería saber si puedes cuidar a Peter un par de días, solo esta vez.

—Con que se llama como tu hermano—Respondió tocando la pequeñita mano de mi hijo—Realmente no sé si pueda, estoy estudiando para el examen de la universidad, este año me he esforzado demasiado, quiero triunfar como mi hermana, solo que claro, no como actriz.

—Sé que es mucho lo que te pido, pero Harry está muriendo—Le dije con la cabeza baja—Quiero que pase sus últimos días feliz, y no tengo a nadie que lo cuide.

—No sabía que Harry estaba tan mal...—Me contestó Heather perpleja—Como te vi a ti tan bien yo creí que él igual, pero en ese caso no creo que un par de días sea demasiado.

—En serio te lo agradezco con la vida—Dije dándole a Peter—Ten algo de dinero, llámame por cualquier cosa, en serio eres la mejor—Le di bastante dinero, el dinero ya no era un problema desde que su empresa pasó a mí.

Me despedí de Heather y me di cuenta lo distanciadas que estábamos, tenia meses que no hablábamos ni sabíamos nada de ma otra, ni siquiera le conté cómo se llamaba mi hijo.

Ya tenía en mente que hacer, ya era algo tarde pero la ciudad de Nueva York nunca duerme, llamé a Felicia la cual no dudó en acompañarme por un vestido de bodas.

En la tienda yo no me decidía por cuál.

—Yo creo que estaría mejor uno menos voluminoso—Me sugirió Felicia.

Ella tenía razón, el vestido que tenía puesto parecía una piñata.

Después de muchísimas tiendas y muchísimos vestidos me decidí por uno.

Felicia al verlo tuvo una cara de mucha sorpresa.

—¿No se ve bien?—Pregunté un poco dudosa.

—Ese es el perfecto—Me dijo sin cambiar su expresión—Estoy segura que Harry se quedará con la boca abierta cuando te vea caminar al altar.

En ese momento rompí en llanto, hace días le había contado a Felicia que Harry estaba por salir del hospital, pero no le conté lo ultimo que me dijo el doctor.

—¿Qué pasa Rachel?—Preguntó preocupada sentándome al lado de ella.

—Hoy el doctor de Harry me dijo que no le queda mucho tiempo—Le respondí sin parar de llorar—Va a morir, no sabe exactamente cuanto pero no le queda mucho.

—Entonces debes de elegir el mejor vestido para que se alegre demasiado al verte—Me respondió secándome mis lágrimas—Has pasado por demasiado Rachel, pero nada es en vano, has logrado muchas cosas y eres un gran ejemplo para tu hijo.

—En serio gracias por siempre ser la mejor Felicia—Dije abrazándola muy fuerte.

Nos llevamos ese vestido, luego compramos demás cosas como tacones, un ramo, una tiara, y un vestido para Felicia ya que ella también quería estar presente.

Me despedí de Felicia y me fui a mi casa, le habitación de mi hermano todavía varias de sus cosas, sé que él estaría orgulloso de mí.

Me fui a dormir, lista para levantarme temprano e ir al hospital.

Ya era medio día y me puse el vestido de novia, me maquillé aunque no demasiado, pero sí lo suficiente para la ocasión, dejé que mis rizos estuvieran libres, tomé el ramo y la tiara. Felicia estaba en una limosina fuera de mi casa esperándome, salí de ahí junto con ella en dirección al hospital. En la limosina también había un cura que contratamos de último momento para formalizar un poco más la ocasión.

—Te ves preciosa—Me dijo Felicia viendo lo arreglada que estaba—Harry va a estar súper feliz al verte.

Llegamos al hospital y al entrar todos tenían sus miradas en nosotros, creo que no era muy común ver a un cura, una novia y una dama de honor en el hospital a medio día.