24. Te esperaré

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La reina Taeyeon había pasado los últimos momentos con su hijo que yacía muerto sobre los edredones de la cama. La herida en el pecho de Jimin había dejado un delgado hoyo que casi dejaba ver sus entrañas en la profundidad de su cuerpo. Taeyeon había tratado de limpiar toda la sangre, pero aun así aquel cuerpo frío causaba una gran impresión en ella por lo que no había parado de sollozar durante un largo tiempo que de repente se selló con el afilado silencio de alguien que ha visto partir a su propio hijo.

De pronto, aquel silencio mortuorio fue interrumpido por el sonido de alguien tocando la puerta. La reina suspirando y secando una lágrima que se le había escapado dio el permiso de pasar a quien sea que estuviese esperando por entrar.

  —Su majestad, vine a ver a Jimin y a despedirme— dijo Yoongi que era quien acababa de entrar. —Ya tenemos un plan y estamos listos para partir— informó.

  —¿Pudieron convencer a los lobos? — preguntó la reina con un débil interés mientras ahogaba sus penas en suspiros.

  —Lo hicimos— respondió Yoongi— y no sólo eso. El comandante Eunhyuk también se encargó de convencer a los híbridos que viven cerca del bosque.

La reina parecía esperanzada de algún modo, pero aun así sentía una opresión en el pecho al saber que su otro hijo también corría peligro. Jungkook podía haber hecho muchas cosas reprochables y espantosas, pero eso no le quitaría el amor que su madre sentía por él.

  —Si logran detenerlo por favor no le hagan daño— suplicó Taeyeon refiriéndose a su segundo hijo, — y si no parece haber otra salida… — pausó sus palabras un pequeño instante y luego añadió con dolor— entonces deberán proceder con la última opción.

Yoongi asintió y apretó los puños tratando de borrar cualquier sentimiento de compasión y tristeza que podía sentir por su antes mejor amigo. Después dejó su resentimiento de lado por un momento y se dirigió hacia Jimin para verlo una vez más que era para lo que realmente había venido. Lo vio tan tranquilo que pensaría fácilmente que estaba dormido de no ser por la herida en su pecho.

  —Mi atendos vin, kaliko— le dijo en esperanto mientras con sus dedos acariciaba las frías y descoloridas mejillas del muchacho.

«Voy a esperarte»

 

Claramente podía sentir el suspiro de la muerte sobre su adorado Jimin y con eso un doloroso vacío en su interior que quemaba y lo debilitaba, como si fuera un agujero negro absorbiendo todo lo que le quedaba: sus fuerzas, su energía y sus ganas de seguir existiendo. Sin embargo, todavía podía sentir un ligero sentimiento de confianza que venía desde alguna parte, como si se encontrara unido a una delicada cuerda floja en la que en el otro extremo estaba Jimin. Después de todo, lo único que le quedaba era la esperanza de verlo volver, y era esa esperanza la que lo mantenía despierto y con el ánimo suficiente para no darse por vencido.

Y luego de observar a Jimin por unos minutos sintiendo el asolamiento causado por su partida, se aproximó con cuidado y plantó un suave beso en su frente. Por último, sonrió amargamente y se inclinó ante la Reina para poder despedirse apropiadamente.

  —Es hora de que me vaya majestad —y cuando se hubo erguido se encontró con la reina delante de él que luego de aquellas palabras lo abrazó con desconsuelo.

  —Muchas gracias por todo Yoongi— dijo Taeyeon sabiendo que la situación también era difícil para aquel vampiro que acababa de perder a su kaliko, y que además había sido el mejor amigo de su segundo hijo y a quien, a pesar de que a menudo no lo demostraba, consideraba también como otro hijo.

CLOSER [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora