Simba se encontraba desesperado, trató de bajar por la pendiente en busca de su hijo, sus garras se incrustaron en las rocas dejando pequeñas líneas marcadas en ellas.
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Saltó de roca en roca hasta llegar a una pequeña pendiente, pero no había señales de su hijo, sus ojos se cristalizaron, su corazón se detuvo por un instante, había perdido a sus dos hijos en un solo día y pensar que ese día parecía que iba a ser como cualquier otro, pero en un abrir y cerrar de ojos sus hijos ya no estaban ¿Cómo le diría a Nala que habían perdido a kopa también? Con la cabeza baja y sus orejas caídas se dispuso a regresar.
Al llegar a la cima pudo apreciar aún la lucha que había entre las leonas, ningúna de las dos manadas cedía ante la otra, Simba se encontraba enojado dejando escapar de sus labios un fuerte rugido la confrontación fue interrumpida ante el rugido del pelirrojo todas lo contemplaron.
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Zira se abrió paso entre las leonas llegando hasta el furioso rey, esta solo le regaló una sonrisa petulante y provocativa. Simba llevado por la ira y el dolor cae fácilmente en sus provocaciones ambos líderes caminaban en círculos examinandose uno al otro.
Las leonas se reunieron a su alrededor para presenciar la escena, Simba no le quitaba la mirada a su oponente, sus garras comenzaban a sobresalir de las almohadillas de sus patas, sus colmillos sobresalían de sus fauces y sus ojos se tornaron oscuros.
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