Era de madrugada y todas las especies aún estaban descansando, menos un mandril que se encontraba en su árbol de baobab atendiendo a una joven cachorra de león.
La cachorra se encontraba débil por causa de la gran perdida de sangre que sufrió, Rafiki tenía en cuenta que cuando llegó a su árbol la cachorra estaba muerta, pero sorprendentemente los grandes ancestros la regresaron a la vida, el mandril sabía perfectamente que el futuro de esta joven princesa era importante para haberla regresado, así que hizo todo a su alcance para que la cachorra estuviera cómoda y se encontrara mejor.
Rafiki: ¿Adira puedes escucharme?- el mandril le habló a la pequeña con la esperanza de recibir una respuesta, pero lamentablemente nada- vamos pequeña dame una señal.
El mandril al ver que su esfuerzo era en vano comenzó a desanimarse, bajó su mirada por un momento colocando sus manos en su rostro, hasta que un pequeño quejido lo hace ponerse alerta.
Adira: ¿Ra...Fi...ki... eres tú?- la voz de la pequeña era débil y las palabras salían de sus labios de un modo forzoso, pero al verla reaccionar y estar despierta hizo que el mandril celebrara.
Rafiki: no te esfuerces Adira, tienes que descansar.
Adira: Rafiki... Me duele todo mi cuerpo- la pequeña con dificultad logró pronunciar las palabras, con pequeñas lágrimas, Rafiki al verla detalló algo que no había visto antes el ojo izquierdo de Adira ya no era azul sino de una tonalidad amarilla mientras que su ojo derecho conservaba su tonalidad azul, esto sorprendió mucho al mandril, pero trató de comportarse normal y esconder su sorpresa para no alterar a la joven princesa.
Rafiki: tranquila, eso lo sé, te daré unas hierbas para que puedas dormir, ya regreso, no te esfuerces.
El mandril salió disparado en busca de las hierbas, al regresar buscó una roca y comenzó a aplastar las hierbas para luego disolverlas en un poco de agua, tomó la fruta con el remedio y se lo ofreció a la cachorra, al terminar hizo un gesto de desagrado mostrando indicios de que no le había gustado el tratamiento del mandril, en cuestión de segundos la cachorra se quedó totalmente dormida
El mandril aprovechó y comenzó a desinfectar sus heridas colocando hierbas medicinales en ellas para luego vendarlas con hojas de palma, tomó a la cachorra en brazos, comenzó a caminar hasta la roca del rey.
En la roca del rey todos estaban tristes, Simba se encontraba en la punta de la roca apreciando el amanecer y en espera de Rafiki, ya que ese mismo día velarán a su pequeña para luego enterrarla. En el horizonte el rey pudo apreciar al mandril que se acercaba por la distancia, el abandonó su puesto para bajar de la roca, se acercó al mandril con lágrimas en sus ojos al ver a su pequeña.
Rafiki: su majestad- el mandril le regaló una sonrisa cálida a su rey el cual no respondió, ya que estaba perdido en sus pensamientos y con la mirada fija en su hija- Simba, te felicito
El león salió de su trance al escuchar las palabras de su consejero y médico.
Simba: ¿Disculpa? A qué vienen esas felicitaciones de tu parte Rafiki?- el pelirrojo había cambiado su tristeza en confusión y enojo ante las palabras del mandril.- ¿Te estás burlando de mí dolor Rafiki?
Rafiki: no me lo tome a mal alteza, no fue mi intención ofenderlo- el mandril agachó la cabeza y estiró sus brazos con el cuerpo aún dormido de Adira en ellos, dejando que Simba la viera- le hago entrega de su hija, no está muerta.
Simba sacudió la cabeza y dió unos pasos atrás incrédulo de lo que el mandril le decía, sus ojos se cristalizaron y los movimientos de negación de su cabeza se hacían más bruscos y rápidos.
Simba: ¡eso no es cierto yo la vi y estaba muerta!- los gritos del león resonaron en la cueva llamando la atención de las leonas, Nala bajó rápidamente con Serafina y Sarabi detrás de ella.
Rafiki: su majestad entiendo su confusión pero su hija está viva y está aquí frente a usted, solo que está dormida.
Nala: ¿Que acabas de decir Rafiki?-las leonas estaban en trance al escuchar las palabras del mandril, Nala lo miraba con una chispa de esperanza en sus ojos
Rafiki: mi reina, lo que acaba de escuchar la pequeña princesa está viva, solo que está dormida por unas hierbas que le di.
Las leonas se acercaron rápidamente a los brazos de Rafiki en dónde se encontraba la cachorra, Nala al verla respirar soltó el llanto al igual que Serafina, Sarabi soltó una amplia sonrisa al ver a su pequeña viva, mientras Simba seguía sin creerlo, las leonas guiaron a Rafiki hasta la cueva dónde Nala se recostó rápidamente para que el mandril colocará a su pequeña entre sus patas, al hacerlo la leona comenzó a lamer el rostro de la pequeña haciendo que esta se moviera sin despertarse.
Rafiki: mi reina la pequeña princesa debe descansar mañana vendré a tratar sus heridas, pero después de que esté mejor lo recomendable es que la saquen del reino.
Las leonas miraron fijamente a Rafiki con confución en sus ojos y un poco de molestia.
Sarabi: ¿Por qué dices esas cosas Rafiki?
Rafiki: mi reina, la princesa cuando llegó a mis manos estaba muerta- el mandril hizo una pequeña pausa mientras sus ojos se conectaban con los de la leona- los grandes reyes la regresaron, el plan de Zira desde el principio era derrumbar a Simba y que mejor forma que con sus hijos y lo logró- el mandril apartó la mirada para ver a la cachorra dormida en las patas de su madre- si se entera que la princesa está viva tratará de acabar con ella.
Nala: eso no pasará nosotros cuidaremos de ella
Rafiki: mi reina no es tan simple, entiendo su dolor pero entienda que es por el bien de Adira, que se aparte de esta disputa, y que Zira piense que sigue muerta es lo mejor.
Antes de que las leonas pudieran protestar, una voz los interrumpio, provenía de la entrada de la cueva.
Simba: Rafiki tiene razón, ya está decidido una vez que se encuentre mejor sacaremos a Adira del reino.
Antes de que las leonas le pudieran decir algo el león pelirrojo se fue, el mandril se apartó de las leonas para ir con Simba, al salir de la cueva pudo ver a Simba en la punta de la roca del rey contemplando el horizonte. Rafiki se acercó en silencio y se sentó al lado del pelirrojo para luego colocar su mano en su hombro para reconfortarlo.
Rafiki: harás lo correcto.