A la distancia veíamos venir a Simba, que corría hacia nosotras con el resto de la manada que venían detrás de él.
*Sarabi:Chicas no le digan nada a Simba de lo que pasó—volteó a mirar a las cinco leonas que se encontraban atrás de ella arrastrando la cebra—
*Las leonas: No se preocupe, majestad él no se enterará por nosotras.
*Serafina: ¡Sarabi el tiene derecho a saber lo que pasó!—se acercó Nala a las dos leonas—
*Nala: Mi madre tiene razón Sarabi—ellas observaban como Sarabi bajó la cabeza y se le escapó un suspiro—
*Sarabi: ¡No le diremos nada de lo que pasó!—afirmó la reina madre, las demás leonas solo miraron y asintieron, ella sabía que Simba tenía muchas obligaciones ahora y no quería que tuviera otra preocupación—Ellas voltearon y miraron a Simba que se estaba aproximando a ellas, Nala miró como llegó el gran león pelirrojo que inmediatamente abrazo a su madre.
*Simba: ¡Madre! Estaba muy preocupado
*Sarabi: No te preocupes Simba, estamos bien y logramos el objetivo.—ella se alejó para mirarlo a los ojos, se sentía feliz de tener a su hijo y que se preocupara por ella, le hacía récordar mucho a su padre Mufasa—
*Simba: Me alegro de que todo saliera bien.
Sarabi solo le respondió con una sonrisa, él se alejó de ella para saludar a Nala, se encontraba al lado de su madre, ella al verlo corrió hacia el dándole un abrazo.*Simba: ¿Te encuentres bien?
*Nala: Si ¿por qué no lo estaría?
*Simba: Solo me preocupe, eso es todo.
*Nala: Entiendo que lo hagas, debes de estar estresado y cansado con tus nuevas obligaciones.—ella se alejó de él y lo miró fija mente a los ojos regalando le una tierna sonrisa para luego lamer la mejilla del pelirrojo, solo pudo observar como se sonrojaba y se encogía de hombros, lo miro con ternura al ver su reacción—vamos con las demás, me imagino que debes de tener hambre.
*Simba: Si... Mucha.Ambos leones se acercaron a las demás, se encontraban comiéndo debajo de la sombra de un árbol, al terminar de comer Simba y Nala se retiraron y las demás se fueron al manantial para descansar bajo la sombra de los árboles, que ya estaban recuperados después de la sequía que hubo, Sarabi y Serafina se alejaron de las demás para estar solas como lo hacían antes.