Los días pasaron para convertirse en semanas, el reino se encontraba tranquilo, pero los patrullajes del rey aumentaron y pudo notar como un grupo de leonas merodean en sus fronteras, sabía claramente de quienes se trataban, el león pelirrojo después de su patrulla decidió ir a la roca del rey, encontrando a su madre y a Nala quiénes miraban como los cachorros jugaban, entre ellos se encontraba su pequeña Adira, quien ya había mejorado gracias a los tratamientos de Rafiki, la cachorra estaba como si nunca la hubieran atacado, no quedó marca alguna del ataque de Zira en su pelaje. El único recuerdo de aquel día fue la sorpresa que Rafiki les dió; el cambio del ojo izquierdo de Adira, todos se sorprendieron y atacaron al mandril con preguntas que él no sabía como responder, lo único que pudo decir es que tal vez el rey Mufasa y los reyes del pasado tenían algo planeado para ella.
El león le hizo una señal a su madre y a Nala para que lo siguieran, ambas se colocaron de pie y salieron de la cueva.
Simba: ya es hora, las desterradas vigilan las fronteras, menos por el cementerio de elefantes.
Nala: ¿Simba de verdad es necesario?- la leona agachó sus orejas mientras el brillo de sus ojos desaparecía
Simba: Nala ya hablamos de esto es por el bien de Adira- el león se sentía mal por tener que dejar ir a su pequeña pero el sabía que era lo correcto.- ¿Madre ya escogiste a las leonas que te llevarás?
Sarabi: si hijo, irá Serafina y mis hermanas.
Nala: ¿Mi madre también irá?- la leona se sorprendió y se enojó por haber sido la última en enterarse.
Sarabi: ¡Si.!- Nala se molestó aún más al escuchar la afirmación de Sarabi así que se retiró de la conversación para ir en busca de su madre. Simba al ver que Nala se había ido decidió comentarle el lugar en donde se quedarían.
Simba: bien, es hora, ya sabes que hacer madre, Timón y Pumba irán con ustedes para llevarlas al sitio en donde ellos me criaron, se unirán con usted en la frontera- la leona asintió- madre no le digas a Nala, mientras menos sepan la ubicación, mejor
Sarabi: no te preocupes hijo— la leona rozó la cabeza con la de su hijo— Simba, quería comentarte algo.
Simba: dime madre— el león la miro con curiosidad.
Sarabi: estaba pensando, para que Adira no se sintiera sola podríamos llevar con nosotras a Laynus, ya que ellos son muy apegados, ¿Que opinas?
Simba: no me parece mala idea. Yo hablaré con el cachorro, tu habla con su madre y esperemos que no se nieguen
La leona simplemente asintió y se dirigió hasta el manantial dónde se encontraba Makiba y la pequeña Suki debajo de la sombra de un árbol.
Sarabi: ¡buen día Makiba, Suki!— madre e hija levantaron sus cabezas y observaron a la reina madre con una sonrisa para luego responder
Makiba: ¡buen día mi reina!
Suki: ¡buenos días reina Sarabi!Sarabi se acercó y se recostó frente a la leona y la cachorra con una cara de pocos amigos.
Makiba: ¿Pasa algo Sarabi?
Sarabi: hoy partiremos con mi nieta— la reina madre miró a Makiba a los ojos, quién la miraba con atención — y tu hijo vendrá con nosotras.—La cara de Makiba cambio por una de sorpresa
Makiba: ¿Pero por qué él? Además tendría que pensarlo.— Sarabi miró a la leona con el ceño fruncido.
Sarabi: no pido tu permiso, solo te lo estoy comentando para que te despidas de él, además el estará bien lo cuidaré como si fuera mi hijo.— la leona sin decir más se colocó de pie y se marchó del lugar dejando a Makiba sorprendida y con lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos, sin poder hacer reclamos, ya que solo era una simple leona más del grupo.
Mientras Makiba se lamentaba, su hijo Laynus se encontraba con Simba patrullando las praderas.
Simba: ¡Laynus! Quiero comentarte algo.
Laynus: claro rey Simba.
Simba: Laynus no me digas así, prefiero que me consideres como un amigo y si me lo permites me gustaría ser como un padre para ti.
El cachorro miro a Simba con emoción mientras caminaban por las fronteras del reino.
Simba: pero principalmente quería preguntarte ¿te gustaría ir con Adira a su nuevo hogar?— el cachorro se detuvo, provocando que el pelirrojo hiciera lo mismo miró al cachorro quien tenía la mirada en el suelo— no te pongas así hijo, entiendo si no quieres ir por tu madre y hermana. No te preocupes olvida lo que te acabo de comentar.
Laynus: si quiero ir con ella.— el león se sorprendió por la respuesta repentina del cachorro para luego regalarle una sonrisa
Simba: bien regresemos a la roca, ya están a punto de partir.— el joven solo asintió y soltó una cálida sonrisa.
El sol se estaba ocultando dejando salir un cielo oscuro y nublado, toda la manada se encontraba reunida lista para despedir a sus miembros. Las cinco leonas escogidas por Sarabi se encontraban listas para partir mientras los cachorros se despedían, Adira lloraba mientras abrazaba a su padre provocando que el corazón de Simba se encogiera.
Simba: tranquila mi pequeña, estarás bien, nosotros siempre estaremos juntos, y además vas a estar con tus abuelas, tías y Laynus estará contigo.
Adira: papi prométeme que irás por mi— la cachorra miraba a Simba con sus ojitos enrojecidos de tanto haber llorado, Simba sin decir más dando una última mirada a sus lindos ojos, aunque su ojo izquierdo ya no era azul de igual manera se veían hermosos, sin poder soportar más se colocó de pie y se alejó dejando a Adira con su madre— ¿¡Papi!?
Nala abrazó a su pequeña mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, sin decir nada Sarabi se acercó y tomó a Adira de su pelaje para levantarla, la reina madre rápidamente encabezó el andar mientras sus hermanas la seguían y Serafina se terminaba de despedir de su hija y esperaba a Laynus. Hasta que comenzaron su andar siguiendo a las demás leonas, que ya se encontraban bastante alejadas de la roca.
Simba: ¡Laynus!— el cachorro se detuvo y sus ojos viajaron hasta los del pelirrojo— ¡cuidala mucho, te hago entrega de mi mayor tesoro!— el cachorro simplemente asintió antes de ser tomado de su piel por Serafina quien corría con rapidez para alcanzar a las demás leonas en la oscura noche.