14 La verdad detrás del beso

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No quise preguntarle a Anthony sobre lo que dijo en la tienda. Pero ya no aguanté más, era nuestra última noche antes de volver a casa y necesitaba saber porque dijo esas cosas.

—Oye ¿Estas despierto? —Susurré tratando de que nadie se despertara.

—Sí, ¿Qué tienes? —No sé si fue bueno o malo que estuviera despierto, solo espero obtener una respuesta.

—¿Te puedo preguntar algo? —le dije colocándome frente a su espalda.

—¿Qué pasa? —Se giró frente a mí.

—¿Podemos salir? 

Me ayudó a ponerme de pies. Abrió la puerta con cuidado y terminamos en el patio. La noche estaba fría, la luna estaba alumbrando todo el patio y no hacían falta las luces de la calle para poder ver a Anthony. Era una de esas noches que no quieres que acabe, porque solo la luna es testigo de lo que puedes pensar, hacer o decir en ese momento.

—¿Por qué dijiste que era tu ancla? —pregunté

—Tú me dijiste que buscará algo o alguien que me mantuviera en paz. Tú me das paz. —paso su mano por mi frente colocando mi mechón de cabello tras mi oreja.

—¿Te he dicho que estás loco? —dije tratando de parar mis nervios por el efecto Anthony.

—Mucho. Ahora que lo pienso, es una palabra que tengo mucho en mente ultimamente. -dijo ironizando.

—¿Por? —pregunté con curiosidad —tuvimos esta  conversación hace unos días y me dijiste "olvídalo".

—Sí, bueno no quería decir la verdadera razón. —dijo mirándome a los ojos.

—¿Por qué no?

—Porque me llama la atención la hermanita de mi mejor amigo. —Me miro a los ojos mientras decía la frase con una sonrisa cerrada.

¡Qué coño acababa de decir! ¿Por qué estaba tan tranquilo mientras lo dijo? Y su expresión de 'todo está normal' me estaba volviendo loca.

—¡¿Qué?! —pregunté aturdida.

—Tenía mis dudas, pero la noche que Miguel nos interrumpió, me di cuenta de muchas cosas. —dijo un poco tenso.

—¿De qué cosas hablas? —este era mi momento de conocer al verdadero Anthony o eso esperaba

—De que siempre has sido tú. La razón por la que cambié fuiste tú, mi ancla y mi calma eres tú, mi taquicardia de las mañanas eres tú. Mi razón de estar mejor, eres tú. —sus ojos se cristalizaron y se mostró vulnerable, una parte de él que nunca había visto; solo una vez, el día que me pidió ayuda. Esa expresión es miedo.

—Anthony no estoy entendiendo mucho. ¿A qué te refieres con cambiar? —Entendía ciertas cosas, otras no tenían sentido.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí. Y puede que algún día te cuente, pero tengo que asegurarme de que me quieras antes de saber la verdad. —¿Asegúrese de que lo quiera? ¿De qué va esto? —Tu perspectiva de mí puede cambiar y no quiero perderte, porque tú me haces bien.

—Anthony, te quiero. Siempre te he querido. Eso no va a cambiar aunque me cuentes que mataste a alguien. —Espero que no lo haya hecho, de verdad, espero que no lo haya hecho. —Te quiero y siempre te querré.

—Querías sabes que significaba 'tú también lo sentiste', esa es la respuesta. —me dijo tomando mis manos

—Anthony...

—No tienes nada que entender, no ahora. —dijo.

—¿Eso qué tiene que ver con el beso que nos dimos en la playa? —Necesitaba entender, ahora.

—Después del beso, me di cuenta de que te quiero, joder y no quiero que esto cambie. Quiero que sigamos siendo nosotros y tengo miedo de perderte. Si Miguel o Sof se enteran, me da igual. Tus padres ya saben muchas cosas solo con nuestras actitudes. No tengo nada que esconder, porque no tengo nada que perder, solo a ti.

—A mí nunca me perderás. —le aseguré

—¿Lo prometes? —Colocó su dedo meñique frente al mío, era una vieja costumbre de cuando éramos niños, no se podía romper una promesa de dedo. Siempre hacíamos esas promesas con el fin de decir la verdad y cumplir con lo que sea que prometemos.

—Lo prometo. —tome su meñique.

Quería besarlo o abrazarlo, pero él estaba intentando no llorar, no sabía qué hacer o cómo no alejarlo de mí. Anthony siempre parecia muy rudo e insensible; pero ahora era distinto. esa expresión solo la había visto una vez, el día de sus arranques de ira.

—¿Dormimos? —le pregunté, solo espero que no se vaya todo a la mierda.

—Sí. —lo hale por el meñique y él me siguió.

Entramos a la casa y dormimos igual que hace unas noches. Me sentía extraña. No incómoda ni preocupada; estaba en calma y feliz. Feliz de saber que Anthony y yo podíamos tener un futuro, pero tenía una inquietud por lo que dijo 'asegurarme de que me quieras antes de saber la verdad' ¿Qué verdad ocultaba Anthony?

Nos acostamos y el estaba sobre mi regazo, sentí su mirada sobre mí aunque podía estar equivocada, tenía los ojos cerrados.

—Deja de verme. —le dije con una sonrisa.

—¿Cómo sabes que te miro?

—Tienes una mirada pesada y oscura que termina sintiéndose. —le dije mientras el volvía a colocar su cabeza sobre mi pecho.

Sof me preguntaría sobre esto y tengo nervios contarle, aún no le decía lo que paso aquella noche y ahora contarle esto. Solo espero que no haga preguntas.

—Arriba princesos, —Miguel me estaba moviendo y quería matarlo —nos vamos de excursión.

—¿De qué hablas? —preguntó Anthony poniéndose de nuevo en mi pecho.

—Sof arriba, vamos a la cascada. —En el pueblo había una cascada de camino al río, era un poco lejos pero había que ir temprano, antes de que lloviera. -¿Por qué llevan tres noches durmiendo juntos?

—Ya cállate Miguel, son las 5:30 de la mañana, es muy temprano para que empieces a lanzar tu veneno. — 3 noches, Dios —Sof parece un pulpo cuando duerme y no me deja espacio. —intenté dar una excusa.

—Y yo la recibo con muchas ganas en mi colchón. —dijo Anthony riéndose.

—¡Ganas de follartela! —grito Sof.

Miguel nos dió una mirada con morbo, la que nos lanzaba siempre que estabamos juntos. Esperaba que dijera algo pero no.

Anthony le tiro la almohada con fuerza y Miguel se tambaleo. Como ninguno de los dos se resiste a una pelea de almohadas, empezaron una que terminó despertando por fin a Sof. Tenía una mirada asesina, de esas que te dejan la sangre fría y piensas que quieres que te trague la tierra.

***

De camino a la cascada Sof se quejó todo el rato porque no quería caminar, lo irónico es que Miguel o Anthony le decían que la iba a cargar y ella dijo que ya no estaba cansada.

Cuando llegamos el lugar estaba vacío y era tan lindo que me sorporendió no haber ido antes. Nos tomamos fotos, me caí y halé a Anthony conmigo, así que nos caímos los dos. Sof parecía un gato que no quería tocar el agua y Miguel y Vi estaban romanceando por ahí. Sí, ellos eran esa parejita.

Decidimos volver en la madrugada del domingo. Mis padres se quedaban en el pueblo un tiempo más haciendole compañía a mis abuelos. Así que nos tendríamos que ir todos en el carro de Anthony.

Yo de copiloto y Sof, Vi y Miguel en los asientos de atrás. Lo más probable es que Sof duerma todo el trayecto y Vi y Miguel estén romanceando; solo esperaba que fuera un viaje tranquilo y hablar un poco con Anthony.

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