Hoy solo daba clases hasta las 9:00 de la mañana. Cada comienzo de mes los profesores hacían reunión de rendimiento académico, así que no dábamos clases; eran esas reuniones en las que hablaban mal de los estudiantes y mencionaban quién estaba perdiendo materias para que los consejeros hablaran con los padres de familia. Cosa que nunca hacían porque en la misma clase exponían a todo el que estuviera a punto de repetir la materia esperando que les diera vergüenza y que todos nos enteráramos, causaba un poco de rabia que hicieran ese tipo de cosas. Lo peor no era que mencionaran los nombres y las materias, era que lo repetían mil veces con desprecio, como para que todo el grupo lo supiera.
Me levanté de la cama con cuidado para no despertarlo y me fui a mi habitación para conectarme a las clases. La profesora de matemática dijo que no se iba a conectar porque estaba arreglando algo de la reunión de rendimiento, así que fui a la cocina a hacer algo de desayunar.
El refrigerador tenía muchas verduras y legumbres, no comía nada de eso así que opte por hacer pancakes de avena.
—¿Por qué huele tan rico? —Preguntó Anthony.
—¡Mierda! —grité asustada —Te voy a poner una campana como sigas asustándome. —Tenía por costumbre asustarme y me estaba colmando la paciencia que hiciera eso.
—Lo siento, me desperté y te busqué en la habitación pero no estabas. Pensé que te habías ido. —Me dijo.
—¿Cómo crees que me voy a ir? —rió —Cancelaron mi clase de matemáticas así que estoy libre todo el día. —Le dije. —¿Quieres pancakes?
—Claro. —Me dijo tomando mi taza de café. —Creo que me gusta tu café, esta dulce y sabe a vainilla.
—No me gusta amargo ni estar al borde de una taquicardia. —Le dije. —¡Devuélveme mi taza! —Me acerqué colocándome de puntillas tratando de alcanzarlo.
—No, ahora me gusta este café, me lo quedo. —Dijo yéndose.
—Eres como un niño — Terminé de decir sacando la lengua.
Nos sentamos en el comedor para desayunar, tuve que servirme café de nuevo porque él había acabado con el mío.
—Te podría secuestrar para que me hicieras pancakes con café todos los días. —Me dijo —¿Qué le echas?
—¿Al café o los pancakes? _Le pregunté
—A las dos cosas. —Dijo.
—A los pancakes: harina, avena, leche, huevo, azúcar, una pisca de sal, vainilla y un poco de aceite. Al café: leche, azúcar, vainilla y a veces le echo caramelo, pero no tenías. _Le dije
—¿Y las medidas para la masa? —siguió preguntando.
—Lo hago sin medidas. –Nunca fui buena con las medidas y desde pequeña hago pancakes así que no sé las medidas exactas, tiro todo y espero con fe a que salga bien.
—¿Cómo sabes cuándo está bien la mezcla? —dijo tomando café.
—Pruebo la masa cruda y a veces es como aguada pero también espesa —Dije masticando las fresas que coloqué a un lado del plato. –A veces no lo hago, solo sé que están listo y ya.
—Bueno, gastaré mucha harina tratando de hacerlos igual. —Me dijo. —Me enamoré nuevamente de ti.
—Cállate Anthony. —le dije poniéndome roja—Quedó masa en el envase azul para cuando quieras comer y no esté.
—Gracias es muy amable de tu parte. Yo lavo los platos. ¿Trato? —Me dijo.
—Oh, claro que vas a lavar los platos. Detesto lavar platos, te lo juro que puedo hacer cualquier otra cosa menos eso. —Le dije riendo.
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¿Lo prometes?
RomanceSilvia siempre estuvo enamorada de Anthony, el mejor amigo de su hermano. Sus amigos harán lo imposible para que ellos salgan y se den cuenta de su conexión. Entre ellos tratan de ayudarse para salir o controlar sus problemas, mientras se conocen u...