29 La verdad

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Desperté tarde, tenía clases, busqué mi celular para entrar a la reunión, es más rápido que la computadora.
Lo raro es que no tenía llamadas se Sof ni mil mensajes diciendo "entra a clases". En la plataforma había un comunicado que decía:

Queridos jóvenes. Ya que sus clases han prácticamente acabado, no daremos clase hasta el primer lunes de noviembre.
Ese día tendremos la despedida, entregaremos calificaciones y hablaremos los últimos detalles del baile y ceremonia de graduación.

Att: profesores de la promoción

Me levanté sin razón y me puso de mal humor, que horrible fue estar asustada por las clases y que comuniquen hoy eso. El mensaje hubiese sido perfecto ayer por la tarde, no me hubiese despertado temprano.

Salí de mi habitación para ir al baño, estaba soñolienta y molesta cuando pase frente a la habitación de Miguel y lo escuché hablar.

—¿Qué demonios haces aquí? —gritó Miguel.
—Duermo. ¿Qué no vez? —dijo Anthony, olvidé que se quedó aquí.
—Si ya veo. ¿Por qué? —preguntó Miguel.
—¿Dónde querías que durmiera? ¿Con tu hermana? —dijo Anthony, me reí. Extrañaba dormir con Anthony, era lindo que me abrazara y me despertara acariciando mi cabeza —¡Ey!
—Te lo mereces. —dijo Miguel
—¿Por qué? Como si no supieras que salgo con ella. —me puse roja de inmediato, me gustaba como sonaba y era lindo que no lo escondiera.
—Sí sé, pero no quiero saber si duermes con ella. A demás, mi papá te mata si duermes en su habitación.
—¿Por qué crees que estoy aquí? —ni siquiera él llegó ahí, yo lo llevé.
—Después de todo ¿Cómo llegaste a mi casa? ¿No se supone que estabas trabajando y luego cenarías con tu papá? —se me heló el cuerpo cuando escuché eso.
—Sí fui, pero era una cena de negocios, papá solo quería que estuviéramos todos para conocer a su nuevo socio y a su familia. Luego vine a ayudar a Via con su tarea.
—La pobre se quiere matar, está muy estresada porque su proyecto salga bien, me preocupa. —ya no quería escuchar conversaciones sobre mí.
—Via es muy autoexigente, sobrepiensa todo y es perfeccionista; creo que eso genera en gran parte su ansiedad. —no sé por qué sigo escuchando esto —Me preocupa que haya dejado de controlar su ansiedad.
—Nunca la controló, solo no era fuerte. —dijo Miguel.
—¿A qué te refieres?
—Cuando está en público toca mucho su cabello y truena sus dedos —dijo Miguel —Es como ansiedad social, algo así leí.
—Se rasca el cuello y sus manos se ponen frías. Pero no solo es en público, lo hace siempre. —pensé en que sí lo hago siempre, pero solo cuando estoy incómoda o siento que me miran o me estreso mucho —Debería ir a terapia.
—¿Tú cómo vas con eso? —¿Qué era "eso"? ¿La terapia?
—A veces bien, a veces mal. La psicóloga dice que tengo que dejarla ir, que solo me quede con sus recuerdos y que deje de culparme; pero no es tan fácil. —¿De qué hablaban ahora?
—¿Hace cuánto ya de eso?
—Casi 5 años. —su abuela... —Joder, si tan solo hubiese visto antes de decirle que cruzara la calle.
—Anthony, el carro no estaba cuando se lo dijiste, tú no tienes la culpa. —le dijo Miguel.
—Ya no quiero hablar de esto.
—¿Via lo sabe?
—No y no se lo cuentes nunca, no debe saber que por mi culpa murió mi abuela.
—Que no fue tu culpa, fue culpa del ebrio que manejaba esa noche. Anthony no te vayas.

Corrí directo al baño, esperaba que no me hubiese visto, en serio esperaba que no.

Mientras me lavaba los dientes Anthony entró, tenía mala cara.

—Lo siento, no sabía que estaba ocupado.
Escupí la pasta dental.
—No importa, no es como que no me hayas visto antes lavarme los dientes.—sonrió.
—¿Cómo dormiste preciosa? —me besó la frente y dejó su celular en el mueble.
—Bien, solo que se arruinó mi mañana cuando desperté a dar clases y no había.
—¿Por? —agarró un cepillo de dientes nuevo de la caja.
-Solo esperan hasta que el proyecto se entregue y califiquen.

Anthony agarro su celular y se me tomó una foto, estaba horrible.

—¡Borra eso! —le dije molesta.
—¿Por qué? Estas linda—dijo riendo.
—¡Anthony borralo! —dije.
—Solo si nos tomamos una foto ya.
—Estoy en pijama, despeinada y con cara de muerta. No.
—Lástima, publicaré esta.
—¿En serio? —dije indignada.
—¿Te etiqueto o no?
—Te mataré.
—Si es a besos, acepto. —le pegué en el brazo —Mirá que linda estás, ven. —me colocó frente al espero y tomó la foto.
—Eres un pesado.
—Y tú eres muy linda. La subiré también ¿Te etiqueto? No respondas, ya lo hice.
—¿No tienes clases? —pregunté.
—Más tarde, como a las 11:00. —miró su camiseta y sonrió —¿Te robaste mi camiseta?
—Era tuya, ya no. —respondí saliendo del baño.
—¿Por qué ya no? —recordé el día que tomé esa camiseta. Él mismo me la dió.
—Porque ahora es mía.

Mamá y papá no estaban, habían ido a trabajar, Miguel se volvió a dormir.
Llamé a Sof y estaba dormida, me colgó el celular.

—¿Qué van a comer? —preguntó Anthony.
—Iba a hacer tortillas con queso ¿Quieres? —pregunté
—Vale. Iré a terminar la maqueta.

En lo que cocinaba lo veía trabajar y la verdad no sé qué le hacía a la maqueta, según yo estaba lista.

Desayunamos y el fregó los trastes y yo terminé de grabar los audios del video, solo tenía que publicarlo y terminaba.

—Gracias. —le dije.
—¿Por? —me preguntó.
—Por haberme ayudado con la tarea y por haberte quedado hasta tarde conmigo. —era un muy lindo gesto.
—De nada, ahora me tienes que acompañar a un lugar. —lo miré mal —Es como recompensa por haberte ayudado, esto no fue por solidaridad o porque me gustes.
—Eres un chantajista. —le dije.
—Sí soy.
—¿A dónde vamos?
—El viernes a las 7 paso por ti, pide permiso para salir. Iré a dar clases.

Y sin más, se fue al comedor a usar mi computadora.
Amaba que fuese tan misterioso y que siempre tenga algo que decir o hacer, le quería y ya no solo era querer, quería amarlo y poder decírselo y sentirlo al mismo tiempo.

¿Lo prometes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora