—Tan feo se sintió besarme. —Había salido a tomar aire y regresé a la habitación para centrarme en otra cosa y no pensar en el beso.
—No, solo me tomaste por sorpresa y no sé, me asusté.
Nos miramos un largo rato mientras todos seguían jugando. Su mirada estaba rara, nunca me había visto con los ojos así como buscando una respuesta, no aguante así que quité la mirada.
Segundos después, el juego había acabado, después de que retaron a Ken a besar Ana, ambos se fueron a la terraza. Miguel y Víctor salieron a la cocina y yo me quede sola con Anthony. No me había dado cuenta de que estábamos solos; me había acostado tapándome la cara con una almohada y me asusté cuando preguntó algo que no comprendí bien.
—¿Qué? —Dije un poco exaltada.
—Disculpa, no quería asustarte. —Me dijo
—Pensé que estaba sola, lo siento, ¿Qué habías dicho? —Le pregunté
—Pregunte que por qué te habías ido después del beso. —Me dijo. Su pregunta me hizo sentir mal, pero no pediría disculpas por lo que hice.
—Ya te lo dije, me tomaste por sorpresa y me puse nerviosa, quería tomar aire. —No quería hacerlo incómodo, más de lo que ya era.
—Mientes, siempre te truenas los dedos cuando mientes y te pones nerviosa. —Me dijo mirando mis manos.
—Yo no... —Cómo demonios sabía que hacia eso siempre.
—No mientas, paso mucho tiempo en tu casa como para saber qué haces y qué no haces. —Tenía razón, me conocía muy bien y yo no a él.
—Me fui porque no pensé que me besarías y fue extraño. —Le dije mirando al techo.
—¿Extraño cómo? ¿También sentiste algo? —Me dijo mientras me miraba de la misma forma que antes.
—Sí, pero... —¿Qué dijo? —Espera, como que 'también sentiste algo'.
—Nada, olvídalo. —Y así sin más, salió de la habitación.
Está claro que algo así no se olvida y que yo no era la única que había sentido algo en ese beso. Pero ¿Cómo algo que alguien tan cerrado diga lo que siente?
No sé si era una virtud o un defecto que no hablara con sus sentimientos con nadie, creo que ni se los mencionaba a Miguel y queda claro que no le contará que sintió algo cuando me besó. Miguel no era un hermano celoso, es mas siempre trato de ponerme en pareja con Anthony. En los puestos cuando íbamos en bus, cuando jugábamos algo en pareja o cuando nos citaba a algún lugar y llegaba tarde adrede, siempre estaba con Anthony.
Eso era la víbora, un cupido mal hecho. Era incómodo coincidir con Anthony, aunque nos llevábamos bien, siempre fue misterioso. Nunca habla de sí mismo y siempre viste de negro, lamento decir que sea ese chico de las novelas clichés que siempre leo y por las que estoy obsesionada.
—Vamos a caminar por la playa ¿quieres venir? —Preguntó Ana
—Busco mis sandalias, los lentes y los alcanzo en el elevador. —Le dije
—Vale.
Más que buscar eso, quería mi abrigo. Pero adivinen qué, esta distraída lo dejó en la silla del comedor de la casa cuando iba saliendo. Así que le fui a pedir el abrigo a Miguel.
—No lo traje, no pensé que hiciera frío. —Dijo Miguel
—Nunca te despegas del maldito abrigo y cuando lo necesito no lo traes, grande Miguel. _Le dije pegándole en la frente.
—No es para tanto, ni siquiera te lo prestaría. —Y me sacó la lengua como el niño que es y yo también lo hice imitando ridículamente su voz.
—Toma, si aún quieres el abrigo usa el mío. —Dijo Anthony.
Quedé como una estatua por un gran lapso de tiempo al ver que Anthony me daba su abrigo. –Gracias.
—De nada, combina con tu pijama. –Rió moviendo la cabeza de lado a lado y dio la vuelta hacia la puerta.
Se estaba burlando de mi pijama de cuadros negro y blanco, era el mejor pijama del mundo, combinaba con cualquier cosa y él se rio.
Bajamos a la playa otra vez y sí que hacía frío, me puse el abrigo y olía a él. Era un olor peculiar, como a perfume con algo extraño, y estaba impregnándose en mis pulmones y era malditamente satisfactorio.
Nos sentamos en un gacebo, tenía luces de navidad amarillas colgadas en el techo, era muy lindo así que le pedí a Ken que me tomara una foto.
—Espero que me etiquetes si la subes a Instagram. —Me dijo Anthony.
—¿Por qué te etiquetaría? —Le pregunté riendo.
—Sales linda gracias a mi abrigo. —Me dijo señalando el abrigo. —Me debes los créditos.
-—Así que sin tu abrigo soy fea. —Le dije tratando de sonar indignada. No lo estaba, solo me gustaba hacer escenitas.
—En mi opinión que no pediste, te ves linda con cualquier cosa, pero con mi abrigo te vez mejor. —Me dijo.
—No sé si dar las gracias por tu cumplido o a tu abrigo por hacerme ver linda. –Me reí
—Tal vez las dos debas dármelas a mí, al final es mi buen gusto. –Dijo.
—Que engreído eres. —Le dije
—Gracias, es una virtud. –Me contestó.
—Uy, pero cuanto amor. El beso los termino uniendo al fin. –Dijo Miguel.
—Cállate, Miguel. –Le dije empujándolo.
—Sí, sí, lo que digan. —Y se fue caminando hacía donde estaban los demás.
—¿Quieres caminar? —Me preguntó Anthony.
—Vale, déjame quitarme las sandalias y subirme el pantalón. —Odiaba que se llenara mi ropa de arena, el vestido de baño me daba igual, pero ropa particular, lo odiaba.
Comenzamos a caminar en silencio por un tiempo, pero no podía dejar de pensar en lo que dijo. 'También lo sentiste', necesitaba saber qué había sentido y necesitaba saberlo ahora.
—Te puedo preguntar algo. —Le dije mientras paraba de caminar.
—Ya lo estás haciendo. —se quedó parado mirándome.
—Gracioso. ¿A qué te referías cuando dijiste 'también sentiste algo'? —Le dije haciendo con los dejos las comillas.
Me miró perplejo un rato —No puedes preguntarme sobre algo que también sentiste.
—No sentimos lo mismo, tú eres tú, yo soy yo y los sentimientos no son iguales en las personas. —Estaba claro que no sentíamos lo mismo.
—Lo son cuando se siente por la misma razón. -—De qué hablaba ahora?
—¿Por qué eres tan misterioso? —Le pregunté.
—¿Por qué quieres saber tantas cosas? —Me dijo.
Me fui como una niña chiquita que no obtuvo lo que quería.
Esperaba que me siguiera y me contara algo, pero no. El tipo se quedó en el mismo lugar y analizando su alrededor. Vaya que no entendía de comedias románticas o yo estaba muy obsesionada con ellas y esperaba vivir una.
Al final si dormimos en habitaciones separadas, o por lo menos yo, Miguel, Victor y Anthony. Ken y Ana se quedaron dormidos en la sala, los sillones eran bastantes pequeños no sé como no terminaron adoloridos.
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¿Lo prometes?
RomanceSilvia siempre estuvo enamorada de Anthony, el mejor amigo de su hermano. Sus amigos harán lo imposible para que ellos salgan y se den cuenta de su conexión. Entre ellos tratan de ayudarse para salir o controlar sus problemas, mientras se conocen u...