Purgatório II

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Un ángel poderosísimo, expulsado del cielo, destinado a tener su propio reino, y a mandar en él, con vigor y temor.
Aprisionando y castigando las almas invalidadas por el que dice ser el Dios del amor.
Los poderes de Lucifer son aflictivos y únicos.

Clarividencia
Capacidad de ver cosas invisibles a los ojos humanos.

Premonición.
Habilidad para profetizar.

Telepatía.
Poder para comunicarse mentalmente a distancia.

Telequinesia.
Habilidad para mover objetos.

Teleplastía.
Producir materialización, dar forma y exteriorizar ideas.

Astromancia.
Utiliza energías telúricas y astronómicas con fines mágicos.

Pero para que usar todos esos beneficios si Jeon Jungkook puede jugar póker en un casino de California, ¡¿a las tres de la mañana?!
La mesa de póker estaba formada solamente por el Demonio, al faltando al menos un jugador más para estar "completa".

Sin embargo, el lugar pronto fue ocupado por el propio dueño del casino.
Durante ese horario la gran mayoría ya estaba retirándose del lugar. En general, completamente decepcionados por las pérdidas gigantescas; Altamente listos para justificar sus actos, mal pensados, como tentaciones del Diablo, y terminar culpándolo por completo.
Y Jungkook ni siquiera había comenzado a jugar.

Jeon llevaba una sonrisa furtiva e irónica, que asustó a todos, allí había maldad.
Miró al dueño del casino, observando al hombre jugar con su collar de crucifijo, bañado en oro; él era su objetivo esta noche.
No es que él estuviera dispuesto a utilizar sus habilidades para vencer, jamás, Lucifer es justo.
Lo que pocos saben es que la suerte lo acompaña, todo el tiempo.

—¿Sabes rezar?—Jungkook preguntó sarcástico al mafioso.

—¿Cómo?— no entendía el propósito de aquella pregunta, manteniendo una expresión confusa en su rostro.

—Pregunté si sabe rezar.—repitió con voz ronca, mirando el crucifijo y moviendo las cartas, sin hacer contacto visual.

—Sé. Pero no entiendo la relevancia de la pregunta.—había cierta desgana en aquel oportunista. Quería demostrarle a Jeon que no temía, mantenía su cuello erguido, sujetando en sus labios un Cohiba behike grueso, cigarro importado, ese que hacía que su habla siempre saliera un poco arrastrada.

—Entonces rece mucho, use toda su fe. Porque hoy su Dios no irá a ayudarlo.—dijo burlonamente, mostrando su juego, ganando la primera apuesta.

Hoseok lo acompañaba con fuertes carcajadas, totalmente perversas. Todas las victorias obtenidas por Jungkook esa noche generaron un buen dinero. No es que ellos lo necesitaran, Jeon era dueño de una de las mejores discotecas de aquella región.
Sin embargo, ganar dinero siempre le hacía bien.

—¿Cuánto conseguiste?—preguntó ansioso por la respuesta.

—Sesenta mil dólares.—a pesar de su tono satisfecho no sonó animado, causando confusión en la mente de J-hope.

—¿Me vas a decir que también te cansaste de ganar?—la pregunta era provocativa, algo más retórico.

La intención era causar cierta incomodidad, fue para afectar los instintos de Jungkook. Lo que funcionó como había deseado.

—Me gusta ganar Hoseok, pero lo que yo quiero el dinero no lo puede comprar.—ajustaba su blazer negro, mientras se miraba por el reflejo de su convertible.

—¿Y qué es lo que quieres, Jeon Jungkook?—la pregunta no era difícil de ser respondida.

—¡Quiero a Park Jimin!—su palabras fueron acompañadas por un tono de voz cambiando gradualmente, mostrando el verdadero deseo del Diablo.

Caliente como el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora