Fogo VIII

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Hay una parte de este capítulo que en la historia original tiene casi 10k comentarios. ¿Cuál creen que sea?
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Castigo, una sanción para reprobar conductas.
Advertirlas.
Reprenderlas
Reprimirlas.
Penalizarlas.
Con el propósito de hacer al individuo reflexionar sobre sus actos.

La elección de nuevamente cometer, tales actitudes, traerá el castigo de vuelta, poniéndote en juego; o dejarás de hacerlo o siempre serás castigado.
Comprendan, siempre te pierdes cuando te ponen en juego.

Las personas son como son, ninguna reprensión puede cambiarlas.

El movimiento inquieto de las piernas de Lucifer evidenciaba su falta total de paciencia.

Pasó la mano por el rostro, no escondía su incomodidad, inhaló profundamente y luego expulsó todo el aire, juntando los restos de calma que le quedaban.

Continuó mirando la presentación.

—¿Está todo bien, Jungkook?—la voz delicada le preguntó con cierta preocupación.

—Estoy bien, Karen. No se preocupe.—sonrió gentilmente, sobreponiendo su impaciencia con gentileza.

Miró el rolex de plata, totalmente inquieto.

Odiaba las iglesias, el sonido, las personas, las palabras, el aburrimiento y el sueño que causaba.
Aunque reconocía su parte de la culpa por todo aquello. Jimin había pasado varios minutos dentro de la sala de oración.
Apostaba todas sus fichas a que Jimin ni siquiera se había tocado, que solo estaba intentando controlar sus deseos.

No podía negar que ese pelirrojito excitado fue un verdadero castigo para sí, pero valió la pena.
Lucifer quería verlo implorando, implorando para tener el falo del Diablo siendo introducido en aquel lindo traserito.

Por última vez, Jeon hizo un panorama visual por todo el ambiente despectivamente divino.
Notó cada cara desatenta, sintiendo el olor de cada alma sucia y pensamientos perversos.

Rió internamente cuando se puso a pensar que las personas corrían a lugares como ese, buscando una salvación lejana, solamente para no quemarse en el infierno. Todos totalmente egoístas, sirviendo a Cristo para salvar su propio pellejo.
Pero para el Maligno el infierno comenzaba justo ahí.

—Sabe, Jungkook...—Karen suspiró, volteándose hacia él.—¿A usted le gustaría almorzar con nosotros?—su expresión era muy amigable.

—Oh, claro, estaría muy feliz de poder conocerlos mejor. Tener más intimidad.—la cara de antes parecía seria pero ahora tenía una sonrisa de oreja a oreja.

No podía evitar imaginar todo lo que podría hacer con Jimin en un corto tiempo, ¿quién sabe y terminaría la conversación de antes?

Llevó un pequeño susto con el cambio de entonación del micrófono.
Luego una sonrisa creció en su rostro, cuando Jimin apareció, deslumbrante, sin necesitar de un accesorio para eso.
Su voz tenía una dulzura, una melodía suave y encantaba a todos, menos a Jeon.
Como el sonido le causaba agonía, disgusto. La letra melancólica y cansadora, la voz de ángel que el pelirrojo poseía, junto con la del coro perfectamente organizado y afinado.

Lindo, parecía un funeral.

Volteó los ojos, en aburrimiento, miró el reloj de la pared frente a él. Cada segundo parecía una hora.
Encaró a Jimin, que vestía las ropas de siempre, holgadas y de color apagado, como un ser divino. Nada opacaba su encanto, nada se comparaba con su belleza angelical.
Lucifer parecía no notarlo, pero cada día se hundía más, se perdía en aquel pozo sin fin, los cabellos naturales, con olor a miel, los labios carnudos y rosáceos, la inocencia rodeada de carencias.

Caliente como el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora