Pero, aunque la situación fuese muy difícil, José no se rindió a los deseos de la carne.
Antes, recordó lo importante que era su comunión con el Señor, y pensó: "¿Cómo podría yo, entonces, cometer algo tan malo y pecar contra mi Dios?"Génesis 39:9
Jimin corrió a una velocidad absurda, casi inexplicable.
Entró a su casa con prisa; su respiración acelerada e irregular, su pecho subía y bajaba con fuerza, en una gran muestra de su nerviosismo.
Volteó levemente hacia un costado y vió a su padre sentado en el sofá, blanco, de cuero, hojeando la biblia.
—¿Qué sucedió, Jimin?— de tono grave, mostrando cierta molestia, pero eso no incomodó al pelirrojo.
—Solo estoy un poco nervioso, Padre.— dijo con sinceridad, regulando su respiración.
—¿Y por qué estás tan nervioso?— levantando una ceja, levemente; el reverendo se sacó los lentes de lectura, que anteriormente posaba en su rostro.
—Jungkook me dijo que usted mentía.— la sonrisa inocente en los labios gruesos cortó la tensión causada por las palabras dichas.
El pastor Héctor quedó desconcertado, de ninguna manera. Eso sonaba como una amenaza indirecta, delicada y ácida, dicha por la boca inocente de su hijo.
—¿Y le creíste?— intentó no cambiar su tono, ni demostrar el sonido causado.
—Ah padre, todo el mundo miente.
Jimin era casto a un nivel inmoral.
Solía decir lo que pensaba, respondía cualquier pregunta que le hicieran y usaría toda su sinceridad.
El pequeño Park no era parte del círculo de personas que mienten con frecuencia.
Él no mentía, a fin de cuentas, ¿Será que todo el mundo miente?
El señor Park se mostró afligido, su corazón se aceleró, se congeló, casi tembló.
Jimin lo miró tranquilamente y con una sonrisa angelical, pasándole un poco de seguridad.—Voy a subir, padre. Dígale a mi madre que ya llegué!— dijo la frase con un tono alto mientras subía las escaleras corriendo, escuchando el alto crujido de cada escalón.
Entró a su cuarto con rapidez, tirándose a su cama, esta parecía más cómoda que nunca.
Rodó por todo el lugar, finalmente se dio la vuelta y miró fijamente al techo, donde había pequeñas estrellas pegadas.
Por más que Jimin fuera inocente, él no era tonto.
Se grabó bien las palabras dichas por Jungkook, aunque esa fuera su menor preocupación en ese momento.
En su cabeza solo rondaba una cosa, había dejado a Jeon solo en el auto, sin siquiera despedirse.—Dios, ¿y si Jungkook ya no quiere hablar conmigo?— con voz tímida, casi en un susurro, era dicha en un monólogo, vicioso, con Dios, solo él entendería su preocupación.
Al contrario de lo que muchos pensaban sobre el Diablo, diferente de Dios, no es omnipresente. Esto quiere decir que el mismo está en todos lados, como muchos dicen.
En ese momento exacto el Demonio estaba estaba en un buen lugar.
Aquella máquina negra no corría, volaba; Estaba apunto de ganar, por milésima vez.
Era costumbre que Lucifer sea el ganador, a menos que fuera contra de Dios, ahí él no aseguraba nada .
—¡Jungkook, desacelera! ¡Es en serio!— la expresión de nervios y miedo de Hoseok hacía a Jungkook reír aún más.— ¡Jungkook!— esa voz asustada, lo satisfacía. Adoraba jugar con Hobe, principalmente de esa manera.
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Caliente como el infierno
Fanfic¿Alguna vez te has sentido aburrido o simplemente harto de la rutina? Así exactamente se sintió Jeon Jungkook, el señor del infierno se volvió sumamente infeliz y a su vez, dejó el infierno para disfrutar de las noches en California. Teniendo como p...