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Había llegado a la mansión del Barón Woodville, se le había recibido formalmente aunque fue una visita imprevista y se le concedió una pequeña reunión con la señorita de la casa para tomar el té y charlar. Justo ahora se encontraba al lado de un enorme ventanal, sentado a la pequeña mesa redonda y esperando por la presencia de la chica.

A los pocos minutos, una figura delgada y de una estatura similar a la suya apareció a su lado haciendo que se sobreexaltase un poco por lo sigilosa de su llegada.

—Joven Nakahara, ¿a qué debo su visita? –menciona mientras toma asiento en la elegante silla al otro lado de la pequeña mesa–.

—Puede llamarme Chuuya si gusta, mi lady. Al final de cuentas he venido a pedir disculpas y ofrecerle mi amistad.

Esta nervioso sin duda y trató de usar el vocabulario más elegante posible, rebuscaba entre su memoria las clases que Kouyou le había dado cuando tenía dieciséis y esperaba que fuesen suficientes.
La fémina solo guardó silencio, analizandole con la mirada, ésto solo ponía más nervioso a Chuuya.

—Disculpas aceptadas, Chuuya –le sonrió y procedió a beber tranquila de su taza de té–.

—Comprendo que no me perdone pero de verda-... –se detuvo a sí mismo luego de analizar lo anteriormente dicho–. Usted... ¿me perdonó?

La chica solo rió por lo bajo, estaba consciente de que el pelinaranjo era mayor que ella, pero aún así no podía evitar pensar que en esos momentos le parecía tan tierno como un niño.

—Fue lo que dije, sí.

—Entonces ahora podemos... ¿ser amigos?

—Por supuesto –bajó la taza de té de entre sus manos y fijó su vista en su acompañante–. Directamente no me ha hecho nada, se ha comportado como un caballero, ha venido a pedir disculpas y alegró mi fiesta de cumpleaños el día de ayer con sus ocurrencias.

El chico no pudo evitar sonrojarse violentamente, no recordaba ni pizca de lo que había hecho, pero estaba seguro de que había sido vergonzoso.

—Además, de que siempre me ha agradado –se encogió de hombros–. Es bienvenido a esta casa cuando guste, tal vez incluso podamos practicar algo de batalla con espadas algún día.

—Sería un placer, señorita Woodville –todo había salido bien de momento, probablemente los dioses se apiadaron de su existencia–.

—Por favor, al menos cuando estemos solos o con personas de confianza, dejemos las formalidades de lado, llámame Ember.

—Como gustes, Ember –sonrió–.

A sus ojos ella era todavía una niña, obviamente ayudaba la diferencia de edad de cuatro años, pero más allá de eso, se veía inocente, sus ojos estaban llenos de aquel brillo de curiosidad por el mundo... algo que él había perdido en sus años en la mafia portuaria.

—Bien, ahora, ¿alguna otra razón por la que has venido?, ¿quizá quieres que te cuente como se desarrolló la fiesta? Después de todo, estabas muy indispuesto si se me permite agregar.

Tomó un sorbo de su té, cubriendo así con la taza su sonrisa burlona, impropia de una dama según sus lecciones. El pelirrojo solo se ruborizó, ¿es que aquello era tan obvio? Solo pudo asentir en respuesta.

—Bien, después de despedirnos noté como empezaste a beber demasiado vino. No le di importancia y continué saludando a los invitados como se supone debo hacer, aunque pocos minutos después estabas sonriendo, con las mejillas sonrojadas y hablando con todos, mencionaste algo de una bebida especial y le llamaste "First Night*", empezaste a mezclar varias cosas, algunos se interesaron y probaron tu bebida, les encantó, a todos nos encantó y empezaste a hacer más, ¡todo el mundo hizo fila para los maravillosos cócteles de Nakahara!

𝙳𝚄𝙺𝙴'𝚂 𝙽𝙴𝚆 𝙻𝙾𝚅𝙴𝚁 || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora