CAPÍTULO 28

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Brexley Monroe

Me subí en el auto acompañada de él, habíamos tenido una pequeña charla en el trayecto hacia el estacionamiento en el cual no me soltaba de la mano, las malas miradas o los cuchicheos del pasillo no cesaban. Como si fuésemos la gran cosa.

Le di mi dirección y en silencio condujo por las calles de Brooklyn, suspire pesadamente recordando lo que tendría que hacer en cuatro meses, me hacía mucha ilusión volver a lo que me gusta pero esto implica demasiado. Si antes no dormía bien, ahora sería peor.

Lo mejor que podría hacer es ordenar mi tiempo correctamente y…

—¿Estás bien? —su voz hace que salga de mis pensamientos y lo mire.

—Eh, si claro, ¿Por qué no lo estaría? —pregunté observando su perfil.

—Cómo estás callada, se me hizo raro.

—No siempre estoy como lora hablando. —comenté bromista.

El río y mi atención total se dirigieron a sus brazos; se le marcaban las venas de los brazos y sólo conducía con una mano, dejando la otra en su pierna y de vez en cuando tomaba la palanca.

—Nunca lo hagas. —soltó de repente.

—¿Qué cosa? —pregunté sin entender a qué se refería. Moví mi cabeza y mire por la ventana escasos segundos, antes de volver a mirarlo.

Él se detuvo en uno de los semáforos y me observó —No dejes de hablar, prefiero que seas una lora, a que tu silencio me preocupe.

—¿Te preocupa mi silencio? —pregunte confundida.

—Más de lo que crees. —fue lo último que dijo antes de volver a sumergirnos en un silencio.

No era incómodo, realmente el ambiente estaba cargado de tensión sexual, dicha tensión  que debió de haber disminuido con aquel viaje a Miami, pero al parecer creció mucho más, pero disfrutaba de su compañía, o lo que fuera que estuviera haciendo.

Durante el trayecto a casa, hable con mamá y Damián quiénes se preocuparon por lo sucedido.

El trayecto no fue tan callado y tranquilo como creemos, o me hice creer, en el poco tiempo en el que hable con él, me di cuenta de que es algo raro. Si exactamente no sé cómo describirlo, porque su manera de cambiar de personalidades y emociones me suelen abrumar
Por un instante puede ser bromista, y reír abiertamente.

Como también por instantes se vuelve callado y serio, así como yo me pongo al analizar porque el agua existe y porque el mundo es redondo y porque mi vida es un martirio. En fin, podría dar miles de ejemplos y todos encajarían con él.

Tenía sus momentos calentones como cualquier otro chico, pero este parecía estar más centrado en como meterse entre las piernas de una chica a cómo mantener su vida a flote.

―¿Qué sucedió en la enfermería?―pregunto de repente

Parpadee un par de veces desviando mi mirada hacia mi regazo―Nada.―murmure tapando mi rostro con mi cabello.

Fue estúpido, pero no quería hablar con nadie de lo sucedido. No era la primera vez que me pasaba por lo cual, solo era algo de un rato que posiblemente luego se me pase y todos olviden lo que me sucedió.

Así funciona casi siempre, todos se preocupan desde un inicio y cinco minutos después todos lo olvidan como si fuese algo irrelevante y prefiero que así sea, no me gusta que se metan en mi vida ni en mis problemas como lo había dicho.

Adriel me tomo del mentón e hizo que elevara mi rostro para apreciar el suyo, ya habíamos llegado a casa hace rato.

Pero aún no quería bajarme, ya que la charla con Adriel en definitiva estaba muy…interesante como para que simplemente la cortara porque sí.

Inefable [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora