CAPÍTULO 1

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Brexley Monroe

La alarma de mi celular no paraba de sonar y mis ganas de arrojarlo al suelo y que deje de taladrar mis oídos con ese espantoso sonido son muy grandes; pero luego recuerdo que también tengo deberes que hacer y si no quiero que mamá se levante y me saque a chancletazos de la cama, mejor me levantó yo sólita con tranquilidad y amor.

Suelto un suspiro dramático a la vez que pataleo entre las sábanas. Creo que esta es mi parte menos favorita de la madrugada; el hecho de vivir tan lejos de mi instituto hace que tenga que levantarme súper temprano por si no quiero llegar tarde a clases.

Y con tarde me refiero a dos horas de distancia, pero, para mí son cinco horas de distancia.

Me regocije en la cama una vez más antes de levantarme como cual resorte al escuchar la puerta de la habitación de mi madre abrirse.

« ¡Carajo, muévelo Brexley antes de que Hull venga!»

Si la situación no fuera tan aterradora juro por dios que hubiera reído, pero en estos momentos no era nada gracioso.

Camine rápido hasta llegar al baño, lave mi rostro y ate mi cabello en un moño mal hecho; pero que por el momento me serviría. Lave mis dientes y antes de que pudiera sacarme la blusa de algodón que traía mamá abrió la puerta del baño

Su mirada acusatoria registraba mi rostro en busca de algún rastro de lagaña o posibles ganas de volver a arrastrar mis patas hasta la comodidad de mi cama.

—Más te vale Brexley que te hayas levantado, ya venía preparada —dijo alzando la chancleta en su mano. Sonreí dulcemente antes de besar su mejilla.

—Buenos días, para ti también mami. —murmure

—Que buenos días, que nada. Apúrate en terminar de hacer tus cosas, haré el desayuno para Damián y tú. —asentí y salió del baño dejándome sola.

Suspiré antes de quitarme la ropa y adentrarme en la ducha. Y torpemente siendo yo, me di mi buen coñazo contra la puerta de la ducha antes de entrar en ella esta vez sí por completo. Porque si no empezaba la madrugada con un coñazo en la frente o en el pies, no eran buenas madrugadas. Me rezongué una vez más por lo inútil y torpe que puedo llegar a ser a estas horas tan altas de la madrugada. Y era así como mis mañanas empezaban, yo levantándome por las malas de mi cama para poder llegar a mis clases. Damián por supuesto, no tenía ninguna complicación ya que él siempre se trasnochaba jugando o hablando con sus amigos y su novia.

Me terminé de bañar y tomé la toalla —que casi nunca dejaba en el baño, pero que por el día de ayer deje—y seque mi cuerpo antes de salir de la ducha. Y como es de costumbre forme un pequeño charco de agua en el suelo.

Lo seque rápido al escuchar la vocecilla de mi mamá regañándome por no haber secado el piso. Sonreí satisfecha antes de salir del cuarto de baño. Fui directo al pequeño closet que tenía y tome mi ropa interior junto a un sujetador. Busque en mi armario la ropa que utilizaría hoy.
Al final no era tan malo esto de vivir en Estados Unidos, como la típica escuela gringa; podías utilizar ropa de color, el celular y hacer lo que se te diera la gana, pero eso sí, respetando las reglas que posee el instituto.

―¡Coño Damián no entres así!,—me queje observándolo—¿Qué sabes tú y estoy desnuda?―pregunte tapándome los senos

Inefable [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora