Capítulo 35

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BREXLEY 

Me sentía genial, sentía que me había quitado un peso enorme de la espalda. Volvimos a caminar como los amigos que éramos por los pasillos, sin que el ambiente se volviera incómodo. Alex al fin se había hecho novio de Noah, un español hermoso que de casualidad ya todos conocíamos.

Leah y Damián habían terminado juntos, ¿cómo? No lo sé, pero lo que sí puedo decir es que veía a Leah y podía observar un brillo especial e sus ojos, el mismo que tienes cuando observas un pedazo de pizza y nos ha comida durante todo el día. Bueno, así es como ella miraba a mi queridísimo hermano, luego cuando estuviéramos a solas, le daría el sermón de siempre a Damián y Leah, porque la jirafa esa estirada también tiene sus cositas guardadas y sabía que era capaz de cambiarlo por uno de ojos azules y cabello negro.

Dexter y Camila, al parecer también se iban a ser parte de este grupo. Que ahora iba a llamar la familia de locos, realmente la felicidad no entraba en mi cuerpo de flacucha. Ya habían acabado las clases, pero yo seguía en el instituto. Debía pedir el permiso, para los días en los cuales no estaría ya que no faltaría solo porque así lo quisiera. Lo único que pediría es que adelanten mi examen final, por si no llego a la hora acordada.

Conociéndome como me conozco es posible que ni siquiera llegue a la fecha establecida, porque estoy segura que me dará por conocer Alemania a fondo aunque sea un par de horitas más.

Buenas tardes. ―murmure llegando a la secretaria.

Tory, la señora de cuarenta años, que prácticamente ya tira para el otro lado, me observó fugazmente a través de sus enormes y feas gafas. La señora no me caía bien ni yo a ella, y eso era porque una vez le intente quitar un pudin. Inmadura y egoísta la vieja fea.

El director Witt, ya te espera en su oficina. ―dijo seria sin observarme

Por suerte había entendido todo a la perfección, por más que intento hablar lo más rápido posible. Esto de pasar tiempo con los Keller y escuchar hablarlos inglés me estaba ayudando.

La mire de reojo antes de empezar a caminar. ―Amargada.

―¿Disculpa?

La observe por encima de mi hombro y le saque la lengua antes de ir hacia la oficina del director. Al entrar el olor a cuero recién nuevecito mezclado con una colonia ―que a decir verdad sentía que la conocía― varonil, me inundó. El director estaba de espalda y a decir verdad, su espalda parecía mucho más musculada. Como si hiciera ejercicio, y esto era imposible porque el director era igual de flojo que yo, y no hacia ejercicio pero tragaba como un loco.

―Buenas tardes señor dire...―me calle enseguida al observar quien estaba en la dirección.

Nou, sin duda alguna no era el director. Fruncí mi ceño y me acerque a él.

Traía una chaqueta de cuero negra, su cabello estaba ―como siempre ― desordenado, más de una hebra negra caía por su frente. Sus ojos azules me miraban curiosos. Rodeo el escritorio y apoyó su cuerpo en él.

Su mirada era penetrante e intimidante, pero ya ni miedo daba cuando ya había visto lo peor de él. Lo que sí me sorprendía era el hecho, de que estaba en mi instituto y en el trabajo de su padre y que su padre ―el director― no se encontraba solo me dejaba a mi suerte.

―¿Se puede saber qué haces aquí Crono?―pregunte cruzándome de brazos. El rebusco algo en sus bolsillos antes de sacar un cigarro y hacer el ademán de encenderlo, pero fui rápida y se lo quite de las manos. ―No puedes fumar aquí, aparte de que posiblemente me muera por inhalar el humo.

El rodo sus ojos y me observo fijamente.

―¿Aun tienes esa mierda que haces llamar asma? ―cuestiono caminado hacia mi 

Inefable [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora