✎ Anti-Romantic — TXT
— ¡Es que todavía no puedo creerlo! — YoungAe y Taehyung se encontraban sentados en la barra junto a mí, conmigo balanceando mis pies decorados en zapatos de plataforma negros con patente resplandeciente, al ritmo de una canción mientras tamborileaba mis dedos en la madera, sin prestar demasiado atención al sermón que Seokjin estaba dándome por renunciar y dejarle todo el trabajo de un día a otro. Cuando por fin decidió calmarse, o rendirse, me pregunto con un deje de curiosidad y algo de confusión — ¿No se supone que no estabas interesada en el negocio de tu padre?
— No lo estoy, pero, ... — Taehyung me tendió la segunda taza de café que el nuevo empleado había hecho para mí y le sonreí al pobre chico que ahora tendría que soportar rutinariamente la poca paciencia de mi rubio amigo. — Es por esa misma razón que estoy tomando el puesto, Jin.
Me sacudí un poco el cabello recién tintado de castaño caramelo con reflejos rubios y dejé que mis labios tintados de oscuro carmesí tocaran el borde de la taza. La vieja yo ni siquiera se hubiese preocupado si el rojo tenía sub-tonos, pero, en ratos libres, me había dedicado a estudiar estética cosmética desde el revés al inicio y todo en medio. Me había mudado de apartamento, cambiado mi forma de vestirme y finalmente, conseguido un terapeuta; porque, aunque estuviese tomando los primeros pasos para obtener la suficiente confianza en mí misma como para no depender de otros, aun necesitaba guía profesional.
— Siempre quise conocer el mundo entero... ¿Qué hay más allá de estas fronteras? — Rodee a YoungAe y a Taehyung con ambos brazos mientras observaba los cuadros de distintos países en la pared del local: Francia, Rusia, Nueva Zelanda. — ¡Hay tanto que conocer allí afuera! ¡Tanto que aprender!
Mis tres amigos sonrieron ante mi evidente entusiasmo y se dedicaron a cambiar el tema a como a tendrían que cobrarme el triple por una taza de café que antes. Me reí a pecho profundo y agradecí a los cielos por tener amigos como estos, que, aunque pueda estarme equivocando, estarán ahí para atraparme si caigo.
— Igual estaremos siempre aquí, Rin. Este siempre es tu hogar y puedes volver cuando quieras.
— No me estoy muriendo, Seokjin. — Le lancé una miradita de esas con las que la otra persona entiende el mensaje completamente. — Simplemente estoy explorando otras oportunidades, ¿crees que hay alguien en esta maldita ciudad que tenga un mejor café que el tuyo?