✎Dance on my Own — LOONA.
— Te lo mereces.
Yoongi se recostó en el espaldar del sofá de Hoseok mientras este lo miraba con evidente irritación sorbiendo de una lata de cerveza. El pelimenta simplemente se metió una paleta de caramelo de uva a la boca, una que Ah Rin le había dado días atrás, su sonrisa había aparecido de nuevo y se le veía mejor semblante desde que no le dirigía ni una sola palabra a Hoseok. A sus ojos, el karma le estaba mordiendo el culo a Hoseok; puede que se tardara, pero hizo su entrada en el mejor momento, cuando el menos se lo esperaba. Eso debía de mostrarle una lección, no lastimar a quien te ama y ha estado a tu lado. En su mano estaba el frasquito de color naranja que examinaba con el ceño fruncido y luego vació su contenido en su mano, examinando las pequeñas píldoras que brotaban de aquel neón contenedor. Esto no pintaba nada bien.
— Déjame adivinar, maldito idiota...— Ante el apodo, Hoseok apretó la lata en sus manos hasta que se deformo en una especie de obra de arte abstracta de esas que no entendía muy bien pero que a Ah Rin le encantaban. Yoongi definitivamente estaba de su lado también. Estaba completamente solo en el lio que se había metido. Aquí no había lados, se equivocaba con gravedad, no se trataba de eso, sino del vacío que sentía desde que la chica solo se aparecía en sus sueños y no más, dándole una bofetada cada vez que la miraba con sus orbes llenos de lágrimas. Sacudió la cabeza y dejo que Yoongi continuara. — ¿Estas vendiendo estas mierdas de neurolépticos sin prescripción por cuenta propia o alguien mas te esta tirando de los hilos? Espera, no me respondas. Alguien te manda como perro a su dueño. Es obvio, tu pequeño cerebro solo sirve en ocasiones, alguien como tu no podría elaborar una red de tráfico.
Quizás Yoongi había acertado demasiado en el blanco, pues la cara del pelinegro se había ensombrecido por completo; ojos evitando los suyos y llenos de puro nerviosismo y... ¿Miedo?
— No estas consumiendo esta mierda, ¿verdad? — Yoongi tiro el frasco al suelo, causando que las píldoras de todos los colores, colorearan el piso como si se tratasen de caramelos en una fiesta de niños. Le enfurecía que su instinto pudiese tener razón; lo sospechaba desde haberlo llevado a emergencias y que no quisiese mostrarle resultado alguno de los exámenes de laboratorio. ¿Un adicto? ¿A dónde se había marchado la persona que alguna vez considero un amigo? — ¿Hoseok?