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La música era ruidosa, la gente casi no cabía en la pista de baile y para colmo, el espectáculo principal estaba a punto de comenzar. En realidad, ni siquiera me había fijado que tan grande era el lugar, pero ahora que lo observaba mejor desde mi posición, descubrí otra tarima en la parte trasera, varias barras de bebidas iluminadas por luces de neón rojas; además de un montón de sillones y un piso que parecía bloqueado por una cadena.
Apreté la botella en mi mano mientras escuchaba uno de los chistes de Jimin, que parecía ya bastante "alegre". Todos en la mesa se rieron, aunque no supe descifrar si era por el chiste o por lo estúpidamente tierno que era Jimin cuando estaba ebrio.
Hoseok estaba sentado justo a mi lado; su mano rozando peligrosamente la piel descubierta de mi espalda, era suficiente para hacer que un calor inesperado se instalase en la base de mi cuello y otras áreas de mi cuerpo. Ahora que lo observaba con mayor detenimiento, me di cuenta de que estaba feliz; no había rastro de esa mueca sombría que había visto en la tarde y que terminaba de ponerme en duda acerca de sus secretos.
— En fin, estoy seguro de que Hoseok va a patear el culo de cualquier tío al que se le enfrente. — Dijo Yoongi mientras se llevaba el vaso rojo a los labios. — Ese niñato no tiene oportunidad hoy; anda, ¡pero si está viendo para acá!
Paseé mi vista por el lugar y me di cuenta de que, efectivamente, Zico y un par de chicos que obviamente no conocía, tenían la vista fija en nuestra mesa.
— ¡Salúdalo Hoseok! — Yoongi le alentó mientras lo empujaba levemente. — Para que recuerde quien es el líder de esta mierda.
Sin embargo, Hoseok permaneció quieto en su sitio. Volvió a tomar un trago y negó con la cabeza. Solté una risilla que no le pasó desapercibida al resto de los integrantes de la mesa. Todos me miraron con una mueca similar a la del gato de Alicia en el País de las Maravillas, hasta que Namjoon rompió el silencio.
— Parece que él no está mirando a Hoseok.
Hoseok carraspeó y volteé para comprobar si lo que el de cabello violeta decía era cierto. Para mi sorpresa, me encontré con la mirada fija de Ji Ho en mí, antes de guiñarme el ojo y ganarse un par de rugidos de la mesa donde nos encontrábamos.
— Tiene agallas... — Jimin dijo, tomando otro trago de lo que fuese que sea que estuviese bebiendo.
— Agallas mis cojones. — Hoseok masculló en voz baja, aunque logre escucharle y dirigí mi mano escurridizamente hasta su brazo; gesto que pareció servirle de aliento o algo, porque en seguida su rostro se relajó.
— Pues las debe de tener, porque viene para acá. — Uno de los gemelos, Jaebum creo, anunció con prisa.
Me giré para ver como Ji Ho caminaba con andar firme hasta nosotros, seguido por dos machotes, que más que muchachos parecían unos gigantes. Los tres se abrieron paso rápidamente entre la multitud, que prácticamente los ignoró y casi ni cedió ante sus empujes. En cuanto llegaron a la mesa, sentí como la conversación de todos llegaba a punto cero. Silencio total. Nadie quería decir palabra alguna y sabía bien que era porque los recién llegados no eran bien recibidos.
