VIII

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"disculpas sinceras"

1992

Finales de Junio, antes que Thomas volviera de su año escolar, llego una carta de un profesor.

Profesor Gilderoy Lockhart. Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro Honorario de la Liga de Defensa Contra las Artes Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de bruja.

¿Realmente hacía falta colocar todo eso en la carta?

Me dirijo al tutor de Thomas Riddle, es de mi desagrado informar que el alumno estuvo involucrado en una pelea con otro estudiante.

Las lesiones del otro chico fueron leves, solo unos huesos rotos, nada que yo no pueda resolver.

Envió esta carta, para que hablen con el niño, a mí su maestro de Defensa Contra Las Artes Oscuras, no quiso abrir la boca. Solo dijo que fue por una causa justa.

Se tomaran las medidas adecuadas pero estaría bien que hablaran con él.

Mis más sinceros saludos, profesor Gilderoy Lockhart.

La carta olía raro, como si la hubieran dejado en un caldero lleno de perfume de rosas.

Asqueroso.

Ni siquiera quería que esto llegara a manos de sus tíos, no sabía lo que ellos le podrían hacer, pensó que estaría bien si ella se encargaba de esto.

[...]

Thomas suspiro estresado— ¿Se puede saber por qué no me has dirigido la palabra? —acababan de llegar de la estación y solo le había dicho un "hola" súper seco.

No lo había abrazado como cada año, no es que le gustara pero era extraño.

—Tu profesor envió una carta ¿Por qué te peleaste?

—Que te importa —levantó rápidamente su equipaje y empezó a subir las escaleras con rapidez.

Ella lo siguió— Si me importa... ¿Cómo quieres que le diga esto a Narcissa? Lo peor es lo que Lucius te puede llegar a hacer.

—Él no puede tocarme un pelo... Además ¿Qué? ¿Ahora te importo?

Ambos entraron en el pasillo— Por supuesto, eres mi responsabilidad.

De alguna manera eso le había dolido, esperaba otra respuesta pero la ignoró.

Llegaron a su habitación y se detuvieron en la puerta— Pues haces un trabajo de mierda tratando de cuidarme —sus palabras la lastimaron, ni siquiera notó cuando una lágrima broto por el rostro de la chica, él estaba ocupado tirando las maletas dentro del cuarto.

—¿Por qué no mejor te dedicas a cuidar de ancianos? Al menos en ellos no puedes influir —levantó la vista y frunció el ceño al verla con un semblante de decepción y pequeñas gotas brotar de sus ojos.

Ya no quería hablar con Thomas, si lo hacía lo mandaría a la mierda y le diría cosas que no quería decir.

Dio media vuelta y camino firmemente hasta su cuarto.

Cerró la puerta de un portazo.

Estaba siendo demasiado blanda por no contarles a sus tíos, tenía miedo que el señor Malfoy le pegara o lo maldijera.

Lo había visto y sabía que sería capaz.

La puerta no tardó en sonar, rápidamente tomo su varita y puso un hechizo para que no pudiera entrar.

—Bar... déjame entrar —pidió con firmeza.

—Por favor, déjame sola.

—Yo... no quería hacerte sentir mal, simplemente me hiciste enojar —al principio su tono flaqueo pero después se volvió a inundar en enojo.

—No puedes tratar a todos como tú quieras con esa tonta excusa.

Después de eso, silencio...

Lo siento.

eternally; tom riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora