XVIII

565 49 0
                                    

"no hagas algo de lo que te arrepientas"

Después de que dijiera esas palabras Thomas salió de la habitación muy tranquilo, como si se hubiera quitado un peso de encima. La dejó sola, Bárbara se sintió débil sin saber porqué, se limitó a verlo salir y luego dejó que las lágrimas le cayeran por el rostro.

Hacía mucho no dejaabaa salir sus sentimientos a flote, en este momento era la angustia mezclada con inpotencia, confusión de a momentos.

Estaba segura de que no debía permitirse forjar una relación con lo inestable que era, pero parecía ser difente con él, no podia dudar en dejar de quererlo, porque aceptaba que lo queria como quien quiere a un amigo.

Su mente divagó, ¿qué pasaría después de que el-que-no-debe-ser-nombrado volviera?

¿Qué harian con ella? ¿A dónde iría?

Ya no tenía a nadie, lo único que le quedaba era ese chico de ojos grises que tanto le costaba admitir que queria como más que un amigo. Pero eso no parecia ser suficinte. Su mente iba mas allá.

¿Y si le sucedía algo a él?

No quería ni imaginárselo, a su familia le había pasado cosas malas y tal vez ella era culpable de eso. Quizás tenía una maldición...

Su cabeza era una paranoia, no podía dejar de pensar en el futuro.

Tan perdida en el que no pensó en aprovechar el presente al cien por cien, porque puede que luego sea demasiado tarde para ser valiente.

Mientras tanto Tom se había quedado tras la puerta, escuchándola llorar. Lo había paralizado en el momento en que escuchó el primer gemido. No fue lo suficientemente valiente como para entrar y consolarla, seria vulnerable y Moody le había dicho que nunca en la vida dejara ver cualquier tipo de sensibilidad en él. Pero una parte quería hacerlo, correr y abrazarla con fuerza, no sabía que cosas pasaban por su cabeza, pero conociéndola de seguro estaba pensando en lo que podría llegar a pasar. En todo lo malo que podría pasar...

Escucharla llorar fue algo sumamente torturador, su garganta dolia, tuvo que sentarse en el suelo porque sus piernas temblaban. No se separó de la puerta en ningun momento, era como de una manera estar cerca, pero concervando la distancia que ella merecia, porque pertubar algo con lo que ella no estaba deacuerdo era pasar el limite.

Se fue cuando vio los primeros rayos de sol asomarse por la ventana.

Bárbara bajó las escaleras y el silencio era incómodo, por lo general no había nadie, con el señor Malfoy yendo de un lado a otro, Narcissa y sus escapadas a quien sabe dónde -Bárbara se habían distanciado o al menos fue así desde que el innombrable volvió- y por supuesto Draco que había vuelto, pero solo se la pasaba en su habitación sin hablar con nadie.

La comunicación se había derrumbado, pero cayó en cuenta que nunca estuvo estable. Bárbara preparó té para relajarse y un café para Thoma, fue casi inboluntario. Por suerte no tuvo que subir a buscarlo, había bajado las escaleras casi corriendo.

—Ten cuidado, te puedes caer —lo retó casi sin ánimos. Pareció ignorar lo que dijo y solo se llevó el café a la sala. Miró por la ventana y el día parecía estar agradable, no había viento y el sol iluminaba el jardín. Bárbara tomó asiento en la silla blanca que había en el patio y disfrutó la tranquilidad, pero su soledad duro unos minutos.

—No puedes dejarme solo desayunando allá adentro —pronunció mientras dejaba su café en la mesa y se sentaba frente a ella. Observó cada movimiento que hizo sin responder, por más que el pareciera más grande, que su estatura sobrepasara la suya o que su rostro ya no sea el de un niño, eso no lo convertía en un adulto.

Su cerebro buscaba excusas para poder besarlo sin sentirse culpable, pero no existía. Él tenia diecisiete. Era como si lo estuviera profanando.

¿Qué dirían los demás de una chica de veintisiete y un chico de diecisiete juntos? Estaba muy mal, lo sabía y no iba hacer nada, no diría nada de lo que sea que sitiera, al menos no por el momento.

—¿En qué piensas? —preguntó mientras ella escapaba de sus pensamientos por el sonido de su voz atrayéndola.

—En nada.

—Mientes —le contestó con rapidez.

Thomas pensó que tal vez era hipócrita de su parte odiar el hecho que fuera tan reservada y callada, pero sabía entender que era lo único que había aprendido hacer.

—Solo miro las petunias, hoy el sol parece tener un cierto favoritismo por iluminarlas solo a ellas. —divagó ignorándolo.

eternally; tom riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora