XVII

547 45 0
                                    

"la obsesión no es nada parecida al cariño"

Sin darse cuenta, Thomas estaba parado frente a su puerta, su impulsividad lo habia llevado hasta ahi. Golpeó la puerta esperando verla. Luego sono un crojido, y ahi estaba ella, lucia cansada.

—Oh, Thomas ¿pasó algo? —su voz  ronca hizo que un cosquilleo le recorriera la pelvis.

—Si. —respondo, sin poder decir más.

Pasó a su habitación, no replica ni intenta echarme, solo cierra la puerta detras de si. El viento de la ventana es fuerte hace que, incluso vestido, se estremezca. Thomas se acercó hasta la ventana y la cerró, había visto que llevaba un pantalón corto y temblaba.

—Bueno, dime. —Bárbara se frotó los ojos tratando de despertarse.

—Te necesito, Bárbara. —su voz de repente se habia vuelto suave y había susurrado. Observó con atención su expresión, al principio la confundió, pero luego se abandó su semblante y dio unos pasos cerca de él.

Puso una mano en su hombro, tan cómodo, encajaba perfectamente sobre su hombro. — Creo que no entiendo. —susurro Bar.

—Te necesito. Quiero estar contigo, quiero todo contigo y de ti. —fruncio los labios intentando contenerse de levantarla del suelo y abrazarla, quieria tanto un simple abrazo suyo. —Quiero besarte. —terminó. Bárbara abrió los ojos un poco más, ella buscaba en sus ojos que esto fuera una broma. 

—No, no quieres eso. —negó y quitó su mano de su hombro, Thomas frunció el ceño antes la perdida de contacto. — ¿Te sientes bien? 

—No estoy bien sabiendo que no eres mía. —susurró.

Bárbara soltó una risa y negó con la cabeza, caminó hasta sentarse sobre su cama y lo miró tratando de buscar un indicio de la verdad. — Creo que el café empieza a hacerte mal.

—¡Bárbara! —exclamó. — ¿Estas ciega? —luego caminó hasta pararse grente a ella, la miró fijo. — Yo, Thomas Riddle Black, te estoy confesando algo muy importante...

Ella sabía que no estaba bromeando, ni estaba enfermo. Era él, diciendole una verdad que no queria aceptar.

—No te creo —y se cruzó de brazos.

—Levantate. —pidió tratando de ser amable, pero no lo lograba del todo.

—No —Bárbara se enderezó, pero su voz tembló un poco.

La mandíbula de él se apretó y sus ojos le dieron a entener que hablaba en serio. — Te ordené que te levantaras. —murmuró sin una pisca de amabilidad.

Definitivamente no quería, pero no era lo sificientemente fuerte como para controlar que su cuerpo se acoplara a lo que pensaba. Se levantó quedando a centimetros de su cuepo, pero a una distancia considerable de su rostro.

—Te estoy siendo completamente sincero... —Bárbara le creia, cuando su samblante se relajaba y sus cejas se arqueaban, sabía que era así. Pero no quería creerle. — Y quiero que también lo seas tú.

—No puedes —negó.

—¿No puedo, qué?

—No puedes sentir eso, Tom eres mucho menor que yo y...

La cortó cuando sujetó su mandíbula y la apretó sin hacer que le doliera, solo la mantenia firme. — Me importa una mierda tener diecisiete. —soltó entre dientes. — Se que no puedes evitar mirarme de una manera diferente...

—Yo no hago eso —sus palabras salieron con dificultad.

—Por supuesto que lo haces. —una sonrisa se empezó a formar en sus labios— No puedes evitarlo. Niégalo las veces que quieras, pero lo sé.

Su conciencia la estaba carcomiendo tanto, no queria estar involucrada con alguien menor que ella, y mucho menos con tanta difencia de edades.

eternally; tom riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora