VII

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"encantador..."

Tom estaba sobre su cama con los ojos abiertos.

Después de desayunar pasaron el día en el jardín, Bárbara trajo una manta y él su libro, Thomas se sentó y estiró las piernas para que ella pudiera apoyar la cabeza, pasó un minuto y Bárbara ya se encontraba dormida, envuelta en un profundo sueño, observarla en ese momento le generó un cosquilleo en el pecho, quería que no se preocupara por nada. Cuando empezó a oscurecer entraron a la mansión, donde la cena estaba lista, fue silencioso e incómodo, tener una mesa de más de tres metros con solo cuatro personas sin un tema de conversación, podía generar eso, al terminar, simplemente, cada uno subió a su respectiva habitación.

Solo la dejó irse con la garganta apretada, pero con la seguridad que la tendría dentro de poco a su lado, en cada momento.

Demostraría su poder a todo aquel que pisara esta mansión, había estado practicando hechizos, incluso sin varita, la verdad es que estaba mejorando.

No podía dormir, creyó que debido al éxtasis de hoy, nadie debía de enterarse pero practicó hacer un Patronuos, y una pequeña chispa azul iluminó su varita, fue como si la electricidad recorriera todo su cuerpo sintiéndose liviano.

Está claro gracias a quién lo logró, Bárbara.

Lo invadió el sentimiento de la cantidad de abrazos que ella fue dándole mientras crecía, momentos recordados como inocentes. No estaba seguro de que hubiera sido sin ella, definitivamente tan distinto, aunque le parecía irrespetuoso, una parte de él agradecía a su hermano por prácticamente obligarla a estar aquí, con él, pero ese sentimiento no le duraba mucho, el que alguien la obligara hacer cualquier cosa lo mantenía tenso y con los puños apretados.

Se levantó de su cama y salió de la habitación, tenía unos pantalones largos de tela fina y negros, con su remera del mismo color. Se revolvió un poco el pelo mientras pensaba, sus pasos apenas perceptibles debido a las medias acolchonadas que llevaba.

Ojalá esté despierta.

Al llegar a su puerta dio dos golpes suaves, miró fijo la madera empezando a deteriorarse y esperó en silencio.

No se escuchó nada.

Entonces volvió a golpear tres veces, y percibió pasos, la madera crujir y por fin la puerta abrirse.

Frente a él, Bárbara, con el cabello revuelto y un pijama casi igual que el suyo, solo que el de ella era de color celeste cielo.

–¿Qué haces aquí? –le preguntó en una somnolienta voz ronca.

–No podía dormir –el resplandor de la luna iluminaba su habitación, los colores claros de las paredes hacía que se viera más amplió que cualquier otra habitación.

–¿Puedo pasar?

Bárbara no contestó, se hizo a un lado mientras Thomas daba pasos hacia adelante, todo su aroma lo invadió e inspiró, por alguna razón le traía seguridad.

–¿Te desperté?

–No. –caminó hasta sentarse sobre su cama, lo observó y palmeo el colchón indicándole que se sentara– Un ruido me despertó, no sé qué fue, pero parecía como un golpe.

Una medio sonrisa se expandió en los labios de Thomas mientras se sentaba junto a ella, recién despierta era hermosa, con el rostro hinchado y el cabello revuelto. Sintiéndose extraño, se acomodó más cerca de Bárbara, sus piernas estaban tocándose y le trajo un sentimiento reconfortante, se giró un poco a mirarla y pasó una mano por detrás para acariciar con la almohadilla de los dedos su espalda baja.

–Quizás los Malfoy reanudaron su vida sexual –le sonrió.

–Ay, Merlín –chilló aun con la voz ronca, sus manos cubrieron su rostro y se encorvó hacia adelante– No digas eso, es asqueroso.

–¿Entonces cuándo nosotros lo hacemos es asqueroso? –le sonrió mientras sus caricias subían.

Golpeo la palma de sus manos en sus muslos y lo miró– Es diferente. No quiero imaginármelos haciéndolo –un escalofrió la recorrió– Y mucho menos a Lucius.

–Definitivamente yo tampoco –Tom frunció el ceño por corto tiempo.

–¿Sabes a qué me recuerda este momento? –murmuró, Bárbara lo miró a los ojos y él pensó que parecía estar reviviendo un recuerdo feliz.

–Dime.

–Tu día antes de ir a Hogwarts ¿Lo recuerdas?

Una corta risa se escapó sus labios. – Claro que si.

–Estabas temblando de frio –se fruncieron las cejas de Bárbara y sonrió observándolo, perdiendo su mirada en la visualización de ese recuerdo.

–Estuve como tres horas en la puerta debatiéndome si entrar –confesó, y puso la mano completa en su espalda.

–Oh... que tierno –su voz subió y se formó un puchero en sus labios mientras Thomas rodaba los ojos.

–Eras un niño encantador en el fondo...

–Encantador... –repitió en un murmullo. Volvió a mirarla y acercó sus labios a su oreja, luego cambió de lugar su mano, dejándola en el medio de su muslo– Este niño encantador, puede hacer que supliques, que llores de placer y te dejaría sin caminar por unas semanas...

–Por supuesto que no... –lo desafió mirándolo a los ojos, Tom levantó una ceja y se inclinó hacia atrás un poco– Tienes miedo de que volvamos a tener relaciones... No soy débil, niño.

–Y yo no soy un niño –murmuró con la mandíbula apretada.

Odiaba lo perfecta que se veía con ese pijama, aunque fuera holgado no dejando ver las curvas en su cuerpo, ella lo llevaba con movimientos atrayentes, en su mente no podía dejar de tener un pensamiento demasiado recurrente... ese pijama rasgado.

Observó como su respiración se volvía irregular, tembló un poco al levantarse, y de un movimiento Bárbara se sentó sobre sus muslos, presionando su cuerpo.

–Esas son solo palabras...

eternally; tom riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora