Capítulo 21

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"Para que enemigo si tengo a Kyle"

"Para que enemigo si tengo a Kyle"

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Damián Kellermman


—Deja de llorar chillón —Kyle hace una mueca de fastidio.

—Déjame en paz son mis mocos y mis lagrimas no las tuyas.

—Hay que ver qué eres bien sentimental —dice rodando lo ojos— aunque leí que los síntomas del embarazo también le dan al padre, entonces probablemente estés muy hormonal.

—Cállate, son mis hijos lo que estoy viendo. Y no es tu problema si estoy hormonal.

Tomo el teléfono y observo por la pantalla la foto que me envió Kyle de la ecografía de Kiara en el chequeo que tenía hoy, y me fue imposible no llorar de emoción.

—Yo no entiendo eso.

—Yo si —me seco las lágrimas con el dorso de mi mano— ¿Cómo hiciste para pedir una foto?

—Fácil, Kiara fue al baño yo me quedé con su amiga la doctora y le pedí una foto de la ecografía, Kiara no se enteró y tú tienes la foto.

Vale Kyle supo hacerlo, justo ahora estamos hablando por video llamada desde un teléfono que compré en Francia junto a un número de allá —claro está que tengo conectarme desde el WIFI de mi oficina— para que Mónica no logré rastrearlo y así estar informado de cómo va todo por allá en París.

—Pero ¿no se supone que tu hermana sabe que me enviarías esto?

—Se supone, pero la loca de tu esposa está molesta conmigo, y no pienso calarme sus reclamos, por eso lo hice escondido. Pero esas cosas no deberían importarte ya tienes la foto de las manchas negras.

—No le digas así, son mis hijos y tus sobrinos tarado —protesto y Kyle lo que hace es darme una sonrisa maliciosa.

—Bueno Kiara dos, deja de pelear conmigo y sigue llorando que se te da muy bien.

—Tu en verdad no quieres a nadie —digo viéndolo a través del teléfono.

—Me causa gracia tu comentario, no es que no quiera a nadie, es que me gusta joder a la gente.

—Si, me ha quedado claro estos casi nueve años de conocernos —veo como rueda los ojos.

—Bueno entonces no te quejes —dice, y lo que hago es negar un poco con la cabeza con una pequeña sonrisa— ¿Sabes lo que pensaba al respecto de que no vinieras a Francia tan rápido? —asiento y hago un ademán con las manos para que contiene—. Si bueno ahora quiero que te vengas lo más rápido posible porque en verdad Kiara está insoportable, me tiene de chef personal. Deberías estar aquí y atender a tu esposa la verdad.

—Kyle, pero es tu hermanita, también es tu deber —me río de él cuando me taladra con la mirada a través del la pantalla del teléfono.

—Sí, es mi deber, pero aún así es tu esposa y la madre de tus hijos, por ende ya son una linda familia feliz.

—Eres un imbécil —mascullo porque sé que está haciendo un chiste de mi situación actual con Kiara.

—Bueno ya basta de ser malo con mi cuñado favorito.

—Soy el único.

—No eres el único están los novios de mis amigas, además no sabes, aquí pasan cosas...

—Kyle —digo su nombre entre dientes.

—Relájate lombriz, solo estoy jugando con tú paciencia, sabes perfectamente que soy Team Kian.

—¿Quién carajos es Kian?

Kyle se lleva la mano a la frente y suelta un suspiro de cansancio, y me da a entender que en verdad puedo ser estúpido cuando me lo propongo. Y lo admito lo soy, porque Kyle siempre tiene algo nuevo que decir que me descoloca totalmente y me deja pensando.

Cuando creo que puedo seguirle siempre se me adelanta con otras cosas muy locas.

—Es la unión de tu nombre con el de mi hermana juntos forman Kian y también Daria, pero personalmente me gusta más Kian tiene más estilo, es su Shipp.

—Vale, eres raro.

—Me gusta ser raro.

—Tu en verdad no tienes remedio.

—Y no lo quiero tener, estoy muy bien así, gracias.

Ambos no reímos y seguimos charlando un rato más. Mientras seguimos hablando me fijo en como mi cuñado pasa por Pont des Arts, aquel puente donde hace dos años atrás Kiara y yo colgamos un candado. Sonrió ante aquel recuerdo.

—Kyle, tienes el regalo ¿cierto? —le pregunto, espero por su respuesta mientras que estoy terminando de leer un documento y luego firmarlo.

—Tranquilo lo tengo muy bien guardado junto a las cartas.

—Este sería el primer cumpleaños que no esté con tu hermana —bajo la mirada y es imposible que el tono de mi voz no sea nostálgico.

—Hey, tranquilo, aun quedan más cumpleaños, no te desanimes por eso, velo como un motivo más para recuperarla, yo confío en que lo harás.

En este momento agradezco tenerlo como mejor amigos, quien mejor que Kyle para joderme la vida y la paciencia, quien mejor que él para que me dé los choques de realidad que a veces suelo necesitar, quien mejor que mi mejor amigo que me apoya en todo momento y me ayuda en estos momentos en los que me siento decaído, quien mejor que mi cuñado para decirme que la estoy cagando y que debería parar o buscar una solución. De verdad no cambiará a mi mejor amigo por nada en el mundo.

En verdad valoro mucho tenerlo como parte de mi vida, en su momento cuando mi madre murió pensé que había quedado solo en la vida, pera luego me di cuenta de que no lo estaba, porque junto a mi estaba la familia de Kiara, valiosas personas que me acogieron y que hoy son mi familia. Además de que siempre estaré agradecido de mi suegra Karen, que fue la nutricionista de mi madre y la única doctora que me callo bien de todos los que atendían el caso de mi mamá.

Hay algo que ha estado rondando en mi cabeza desde que la llamada con Kyle inicio, Kiara puede conocerlo perfectamente y sé que no se ha percatado del todo, pero yo sí puedo percatarme de eso, puesto que ha estado algo distraído de un momento a otro.

—¿Estás bien?

—Si, lo estoy, es solo que me asombra todo lo que ha pasado estos meses.

—Si, te entiendo todo, fue muy repentino —murmuro. No le creo del todo, pero decido dejarlo pasar.

Sé por experiencia que no me dirá nada, y presionando para que lo haga no es la mejor opción, en algún momento lo dirá, como sé que no lo puede hacer, siempre ha sido de callarse sus problemas y no contarlos.

En lo que llevo conociendo a Kyle no he comido a nadie que sea capaz de no hablar de lo que le sucede, siempre, que algo le pasa muy pocas veces lo comenta, la mayor parte del tiempo encuentra una solución a su problema que si bien puede no ser la correcta, es la que de alguna forma le trae paz. Eso según yo. A veces a Kiara a mi nos gustaría saber qué piensa mi cuñado.

Nos quedamos ambos en silencio hasta que vuelve hablar:

—¿Sabes? intentaron meterme por lo ojos a alguien que me defraudo hace tiempo, tú lo conociste, solíamos ser buenos amigos, pero no todo es color de rosa —dice con la mirada perdida, ladeando una sonrisa amarga recordando un poco del pasado, más precisamente esa persona, y si mi memoria no falla creo saber de quién habla—. Pero si algo tengo en mente, es que por más que me vendan que esa persona cambio, por más que traten que me junte con él o que compartamos oxígeno en el mismo espacio, que me pinten una mentira disfrazada de realidad, o que me perjuren que él se ha vuelvo un santo, no le hablaría, no lo haré —su voz es tan fría e indiferente que ya no me sorprende, he llegado a acostumbrarme—. No lo haré porque ya no tengo intención de tener algún tipo de trato hacia él, la desconfianza siempre estará presente y siento que hablarle de vuelta como si nada hubiera pasado sería ser muy hipócrita además de tóxico.

»Así esa persona haga el intento contactarme es mejor rechazarlo por el hecho de que es un capítulo cerrado de mi vida. No, ni siquiera un capítulo, más bien es una página arranca y desechada en la basura sin el más mínimo tacto o remordimiento.

Me sorprende mucho que hable lo que está siento, muy pocas veces lo hace prefiere reservarse todo, pero esta vez lo hizo.

—Si es lo que crees que es lo mejor, entonces hazlo, no deberías forzar una amistad que no te llevará a ningún lado si no al fracaso y a la decepción.

—Lo sé, pero igualmente queda la maldita espina de que me quieran vender a esa persona como si fuera una maravilla, me irrita mucho —se muerde un poco el labio con fuerza y cuando se percata de que podría lastimarse lo suelta.

—Tranquilo, si en algún momento intenta contactar contigo simplemente le dices que no estás interesado en tener algún tipo de conversación, le cuelgas la llamada y bloqueas el número —le aconsejo diciendo algo que el haría— Y se que eres capaz de hacerlo.

Kyle toma varía respiraciones para calmarse y por último suelta un suspiro para sonreír maliciosamente y mirarme fijamente.

—Eso fue lo que hizo Kiara contigo, ¿O me equivoco mejor amigo? —se burla de mi— Kiara a aprendido muy bien de mi.

—Joder hasta para darte un consejo consigues joderme la vida.

—Gracias, es mi especialidad.

Ambos nos vemos y luego nos reímos porque sabe que lo hacemos para liberar un poco la tensión que se creo lo cual logramos conseguir porque rápidamente noto como Kyle relaja sus hombros que minutos atrás se encontraban un poco tensos, yo por mi parte decido cambiar de tema.

—¿Hablaste con Kiara sobre lo de los micrófonos?

—No puede cuando llegue no estaba y el domingo salimos, y se me olvidó, pienso hacerlo pronto. Además está de muy mal humor y molesta conmigo —rueda los ojos y me fijo como se ve que llega la zona donde vive con Kiara.

—Vale lo entiendo, pero es mejor que lo haga antes de que se moleste más y te termine lanzando un sartén o más loco aún, una olla.

—Si, no dudo que lo haga la verdad.

Terminamos de hablar ambos cuando el empieza a arreglar algunas cosas de la casa y yo trato de centrarme en termina unos trabajos y revisando las propuestas que llegan al correo.

Tomo el teléfono con el que hablaba con Kyle y lo pongo en mi un cajón con llave de mi escritorio y saco el otro para dejarlo arriba justo al lado del teclado de la computadora. Ver tantos correos me estresan y decido minimizar la página, y hacer lo que hago en estos casos. Busco unos de las planos que llevo realizando desde hace ya un tiempo y los abro para avanzar con el.

No es algo que deba entregar porque estos planos son los de una casa sorpresa que quería regalarle a Kiara en algún momento cuando ya estuviera totalmente construida, ambos estamos —o bueno estábamos porque no sé que vaya a pasar—  de acuerdo en que queremos volver Londres, no queremos quedarnos en España, por eso empecé hacer este plano, que según el tiempo que le he dedicado —que ha sido mucho— ya casi lo termino, solo tengo que agregar detalles en las habitaciones y ubicar muy bien un salón de juegos para mis hijos y Kyle porque sé que él nos visitara solo para jugar en las consolas.

Se me pasa 1 hora entera sumergido en los planos que para cuando me doy cuenta la puerta está siendo tocada y escucho como el teléfono de mi escritorio empieza a sonar.

—Dime Daniela —digo al descolgar, y guardando lo avanzado, para luego cerrar la pestaña y abrir nuevamente la de los correos.

—La señorita Mónica está en la puerta, necesita hablar con usted.

—Esta bien, muchas gracias.

Espero paciente a que la puerta de mi oficina sea abierta mientras que reviso los estados financieros de la cede de Londres, esa que Kyle estuvo al pendiente durante un mes y que por lo visto no tenía ningún problema.

Escucho como la puerta de la oficina es abierta y el sonido que hacen los tacones que usa la rubia al caminar repiquetea contra el suelo hasta que se detiene justo enfrente de mi.

La observo detalladamente y centro mis ojos en sus barriga donde se puede apreciar un pequeño bulto, no es tan grande como el de Kiara, pero sin embargo se puede apreciar si te fijas muy bien, lo que ella no sabe es que yo sé que es una barriga de utilería, pero eso es algo que ella no debe saber. Lo sé parece un trabalenguas, pero en mi lógica es así y deberá continuar de ese modo por al menos un tiempo.

—Hola cielito.

—Hola terroncito de azúcar —digo y no puedo evitar el sarcasmo.

Ella me evalúa con la mira y luego vuelve hablar:

—No, no te queda, hasta para eso no sirves —dice rodando los ojos

—Si Mónica, dime qué necesitas —hablo cambiando de tema

—Aquí tienes ya listo el contrato del señor Guillermo con las modificaciones, ya está firmado por el solo es cuestión de que se reúnan y ya.

—Listo, gracias, supongo que en el contrato puso una fecha estipulada para la que su edificio ya esté totalmente listo.

—Sí, para dentro de tres años tiene que estar terminado.

—Vale, tenemos tiempo, entonces cuando venga y apruebe los planos empezaremos con la construcción —dejo de utilizar la computadora y vuelvo a centrar mis ojos en los de ella.

»¿Cómo va el embarazo? —pregunto, con el mayor interés que puedo fingir— ¿Está todo en orden? ¿no hay ningún problema? ¿necesitas vitaminas o algo? Supongo que ya sabes el sexo del bebé, aunque me gustaría acompañarte a una cita con el obstetra que te atiende, así puedo ver su desarrollo y crecimiento, dime cuándo tienes cita para acompañarte.

Ella parece un poco impresionada, pero rápidamente se recompone.

—No, todo está bien —responde.

—¿Segura? Mira que puedo ir a la farmacia y comprar lo que necesites.

—Que estoy bien ya tengo todo, pesado.

—Y las citas cuando son para ir.

—De eso no te preocupes mi doctor está de viaje me dijo que al volver tengo la cita así que yo te avisaré para que vayas conmigo.

—Entonces todo está perfecto, avísame cualquier cosas que suceda por favor.

—Ok, esto es muy raro viniendo de ti ¿Algo que decirme? —me mira fijamente con los brazos cruzados.

—Hora es un delito que me preocupe por mi hijo —me cruzo de brazos y enarco una ceja.

—No, pero tú comportamiento es raro, normalmente te la pasas pidiendo que me vaya de tu oficina.

—Si bueno, lo que pasa es que voy a sacar a patas a una mujer embarazada de mi hijo, claro es lo más lógico —ruedo los ojos y por primera vez Mónica se queda callada y con la orejas rojas aguantando su rabia—. Me preocupo por el bebé que traes en tu vientre, por eso trato lo más posible de no discutir contigo para que eso no afecte el embarazo, trato de no poner estrés en tus hombros por lo mismo, pero ya veo que si cambio un poco mi forma de ser contigo es porque algo pasa. La verdad creo que deberías pensar un poco más en el embarazo y no tanto en ti.

—Si bueno, tampoco es como que me importe si cambias de aptitud conmigo —formula alejándose a la puerta— Por cierto tu esposa está muy bien vigilada.

Me tenso al instante porque temo que sepa que Kiara esté en París y que nuevamente este en peligro. La veo fijamente y noto como se va formando una sonrisa victoriosa en su rostro porque ella sabe que la mencione me tensa de una manera u otra porque podría estar en peligro.

—¿Dónde está? —digo entre dientes disimulando que no sé nada.

—Creo que deberías empezar a buscar en Italia querido mío —vuelve a sonreír y sale de la oficina cerrando la puerta.

Suelto un suspiro porque aún no sabe que está en París, creo que se invento que se encuentra en Italia para hacerme creerle.

Creo que es hora de "mandar a un equipo de investigación para Italia", después de todo tengo que hacer creíble que estoy desesperado por encontrarla. Y que Mónica piense que le he creído.





Mini maratón

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