Capítulo 2

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"Preocupaciones"

Damián Kellermman

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Damián Kellermman

Tarde.

Después de haber imaginado todos los posibles escenarios en mi primer día de preparatoria durante toda la noche, yo, Damián Kellermman, estaba llegando tarde. Me había enojado un poco con mamá por haberse tardado tanto esta mañana, maquillaje, peinado, ropa... ¡Dios!, ella a veces era un poco estresante.

Y eso sin tomar en cuenta su despedida excesivamente amorosa, pero podía entenderla, era su único hijo después de todo.

Crucé el pasillo con rapidez esperando que al menos la clase de literatura no hubiese empezado, pero entonces escuché un sollozo. Eso hizo que por algún motivo me detuviera de golpe. Puesto que estuve a punto de cruzar otro pasillo para llegar al aula me vi en la obligación de retroceder unos pasos hasta dar con una chica.

Ella estaba sentada en una de esas bancas que colocan estratégicamente en las esquinas, sus piernas estaban flexionadas y descansaba su barbilla en la cima de sus rodillas. Ni siquiera se había percatado de mi presencia, solo miraba hacia adelante mientras sus ojos se llenaban de más y más lágrimas.

Fue una sorpresa descubrir que un segundo estaba a cinco pasos de ella y luego me encontraba a su lado.

-Hola-saludé dudoso.

La vi dar un pequeño salto debido al susto. Sí, a veces era un poco silencioso. Mi defecto.

-H-hola-murmuró secando un par de lágrimas con el dorso de su sudadera.

En cuanto me vio sentí algo extraño en mi estómago. Vaya...sí que era preciosa.

Pero no como esas chicas exóticas que acostumbraba a ver en la TV, ella era más bien una belleza natural que captaría tu atención precisamente por eso, me transmitía cierto grado de paz. Tenía el cabello de un color castaño brillante, aunque es sus raíces podía verse un poco de rubio, resultó fascinante descubrirlo. Sus ojos eran de color marrón claro con pequeñas motitas de ámbar, sus cejas delgadas y cuadradas hacían buen contraste con su bonito rostro, además de que en su nariz respingona había un montón de pecas que casi me hicieron suspirar de ternura.

Tenía las mejillas muy sonrojadas, y no supe por qué, pero eso captó mucho más mi atención.

Mierda.

Apreté mis labios sin saber qué decir exactamente.

-Oye, sé que soy un desconocido para ti-dije intentando que no me viera como un entrometido, o peor, un acosador-. Y no te voy a preguntar si estás bien porque obviamente no lo estás-ella soltó una risita baja, era un lindo sonido-. Menos te voy a decir que todo va a estar bien porque luce como que no, ¿cierto? -ella niega todavía sonriendo-. Si tienes que llorar para sentirte más aliviada no te detengas, todos pasamos por eso.

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