Capítulo 12

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"Recuerdos"

Damián Kellermman

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Damián Kellermman

—Es un idiota.

Levanto la mirada algo confundido hacia la figura de Kyle, quien se encuentra con el ceño fruncido recostado contra el marco de la puerta que conduce hacia el extenso patio que una vez llegué a compartir con Kiara. Es de noche, y por algún motivo ambos decidimos que sería agradable tener una conversación larga y nostálgica antes de que él tuviese que regresar a Londres.

Pero mentiría si dijera que tengo idea de lo que habla.

—¿A qué te refieres?

—Había un hombre en el centro comercial esta tarde, un hombre que despertó mis más primitivos instintos asesinos—empieza a contar—, estaba con una mujer preciosa, morena, ojos verdes intensos y labios un poco rojizos. Hipnotizaría a cualquiera, pero prefirió meterse con ese imbécil que debería estar pidiéndole perdón ahora mismo.

Oh, ya sé de lo que habla.

Hoy estuvimos en un centro comercial de la ciudad muy conocido, fuimos a buscar el regalo de cumpleaños para Kiara y solo diré que no salí frustrado porque a último minuto Dios se apiadó de mí y dejó en mis manos una bonita pulsera y una tobillera que contiene un ópalo que sé le encantará.

Pero ese no es el punto, sucedió que ese hombre del que habla Kyle trató muy mal a la chica con la que se encontraba, dijo cosas que ni por el infierno me atrevo a repetir, sin embargo, estoy seguro de que eso dejó en ella un pensamiento bastante pesimista acerca de sí misma. Tuve que pedirle, o más bien ordenarle, a Kyle que no debía interponerse en algo que obviamente no era su problema. No lo digo por ser una mala persona, sino que soy fiel partidario de que asuntos de pareja, son de pareja.

En fin, nos dimos cuenta de que había un tercero involucrado en la vida de la chica, un ex novio por lo que él nos contó cuando Kyle lo interceptó. Él odia a el idiota y ama a la chica, pero por cosas del destino y la gente sinceramente envidiosa ellos tuvieron que separarse durante mucho tiempo.

—¿Qué tiene de malo comerse una hamburguesa? —Pregunta mi cuñado después de darle un sorbo a su cerveza—"las mujeres tienen que comer ensaladas, no grasas" —cita al idiota de forma burlona—. Quedó claro que ese tipo tiene cabeza y no cerebro.

Sin poder evitarlo suelto una risita fijando mi mirada en el cielo.

—Lo malo no fue la hamburguesa, fue el acompañante.

—Es que, aun así, si ella quería comerse una podía hacerlo, tiene libre albedrío como todos en el universo—masculla—. Además, él era horrible y no tenía ningún jodido derecho para imponerle algo a ella que fácilmente podría participar en el Miss Universe. Si yo fuese Sofía ya lo hubiese enviado a comerse un cerro de mierda.

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