Capítulo 6 parte I

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"Nunca dejes tu vaso con licor solo"

"Nunca dejes tu vaso con licor solo"

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Damián Kellermann

Dos semanas y todo sigue igual.

La monotonía se ha transformado en mi vida y debo recalcar que es desesperante.

Despertar. Alistarse para ir al trabajo. Salir en las tardes para "distraerme". Regresar a casa para dormir.

Y caer en el mismo maldito ciclo.

Mi única y más honesta compañía se ha vuelto un animal de cuatro patitas que todavía se mea en mi suelo. No es como si todo eso fuese en lo que me enfoco, también lame mi cara como muestra de cariño o apoyo y me ladra molesto cuando quiere jugar en pocas ocasiones. Mientras lo hacía me invadían esos típicos pensamientos de; los humanos no merecemos a los perros.

Y es cierto. Desde que lo traje aquí perrito sin nombre ha intentado de todas las formas posibles subirme el ánimo. Ya se ha tomado hasta la libertad de pedirme subirlo a la cama para que se duerma conmigo y por suerte chilla en las noches cuando quiere hacer sus necesidades, eso es una novedad.

En cuanto a Kiara, las cosas siguen casi igual a como fueron desde el principio. No sé nada de ella desde esa última llamada y no he podido intentarlo de nuevo porque había apagado su teléfono y después cambiado su número. Quise preguntarle a Kyle si sabía de algo, pero él también estaba ignorándome y supuse que se debía a que continuaba dolido por todo lo que hablamos aquí.

¿Qué si me siento triste? Por supuesto que sí.

¿Qué si estoy desesperado? Más de lo sanamente posible.

¿Qué si necesito seguir buscándola? Es algo que obvio tengo que hacer, pero me siento atado de brazos y piernas. Ni siquiera dejó su laptop para poder revisar su historial ni nada que consiga ayudarme lo suficiente. No sé a qué aeropuerto pudo haber ido y tampoco creo que me den la información de su vuelo solo por ser su esposo.

Oh, Dios.

Necesito un trago.

No hay alcohol en la casa porque Kiara y yo no somos aficionados a esa clase de bebidas, así que solo me levanto del suelo, tomo mis llaves, me aseguro de que perrito sin nombre tenga agua y comida suficiente y salgo de la casa rumbo a cualquier bar que pueda saciar mi necesidad momentánea.

Seguro me arrepentiré de esto mañana, pero quiero hacerlo.

Conduzco sin saber exactamente hacia dónde ir hasta que unas luces fluorescentes captan mi atención. Estaciono en un buen lugar que es bastante oculto y luego bajo sin preocuparme en lo que sucede a mi alrededor.

Adentro, la poca iluminación es impresionante, en realidad no se ve mal, pero se presta para algunas acciones algo... ¿intensas?

No lo digo por mí, más bien por una parejita que estoy seguro de que todo el mundo puede divisar apenas traspasa las puertas. Me encojo de hombros, cada quién a lo suyo, ¿no?

Me encamino hacia la barra observando a algunas personas bailando, otras riendo o simplemente hablando. Algunas mujeres que pasan junto a mí guiñan sus ojos de forma sugerente o rozan sus hombros con los míos como una especie de invitación en clave morse. Es raro.

Tengo que contener mi diversión cuando veo que otra, un poco menor, trata de hacer lo mismo. Pero el resultado es que ambos ojos se cierren de golpe.

Negando un par de veces continuo con mi camino hasta que estoy a salvo en la barra.

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