Kiara James se define a sí misma como una persona feliz. A pesar de todo, continúa sonriendo a la vida luego de la muerte de su padre. Para nadie es un secreto que le tocó seguir adelante junto a su madre y hermano. Lo logro, encontró al amor de su...
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Damián Kellermman
Cuando la llamada con Kiara había llegado a su fin, me tomé mi tempo en la azotea de la empresa. Termine de drenar todas la emociones, di algunos tragos a la botella, y para cuando me di cuenta ya era pasada las ocho y no había nadie en el edificio salvó el personal de seguridad.
Daniela había dejado una nota en mi escritorio despidiéndose.
El ingeniero civil se había marchado minutos después de que salí de mi oficina.
Y yo solo disfrute de mi momento de soledad.
Después volví a casa, Carmela estaba dormida, pero me había dejado la comida ya echa. Así que solo fue cuestión de llegar, jugar un rato corto con Tom, luego comer y largarme a mi habitación a descansar.
Sí, lo recuerdo como si fuera ayer, pero realmente esto sucedió ya hace casi dos semanas atrás
Daniela no me preguntó más allá de cosas superficiales a las cuales le respondí las dudas que tenía sobre lo sucedido aquel día.
Guillermo no había aparecido por mi oficina y esperaba que así continuara a menos de que fuera necesario y de que solo de trataran de temas de trabajo.
Y Mónica, bueno, ella había llegado días después de aquel bonito encuentro con Guillermo. Su actitud era un tanto extraña, pero yo no le tomé importancia porque siempre era así.
Estoy justo ahora en mi casa descansando tranquilamente. Con ropa bastante cómoda, un pantalón de chándal junto a una franelilla gris y tenía puestas una medias que Kiara me había regalado hace ya un tiempo atrás.
Era alrededor de las dos de la tarde. Carmela había salido de casa a dar un paseo y junto a ella se fue Tom. Y yo me encontraba terminando de almorzar.
Cuando ya termino de lavar el plato que utilice, tomo mi celular y noto una notificación. Es un correo así que lo abro para encontrarme con una especie de invitación a un evento por el cierre del trato con el ingeniero civil Guillermo Doguinz, es como una fiesta para celebrar tan grandioso contrato. No me agrada la idea, pero por cuestiones de trabajo y por ser la persona encargada en la construcción de su edificio, no me queda de otra que asistir.
Aunque igual y puedo invitar a alguien para no estar tan incómodo y aburrido.
Entonces recuerdo que dicho personaje hace poco invirtió dinero en la empresa y que por ende es mi socio, y además puedo hacer que venga con la excusa de que él individuo que ayudó a mi creación lo conozca como parte de mi equipo de trabajo.
Sí, creo que lo obligaré a estar aquí. Aunque no me agrada mucho la idea de que deje a su hermana sola y más ahora que está a solo pocos meses de dar a luz.
