Capítulo 13. Bofeteada y Descontrol

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La tiró al sofá de piel con brusquedad y desde allí los oscuros azules de Lucas la recorrieron, el vestido se había subido y dejaba a la vista unas suaves piernas que manoseó a su antojo.

Y que desea volver a acariciar, abrirlas y enterrase en ellas.

— ¡Brusco! —exclamó ella a la vez que bajaba la falda de su vestido.

El calor se le sube al percatarse de la peligrosa mirada de él sobre sus piernas. Él no repara en ocultar su intensa mirada mientras la contempla, el hambre que siente por ella no disminuye al ver su recelosa reacción de encubrir su desnudez, al contrario, sólo aumenta el deseo de estrecharla contra su cuerpo, de besarla, de embestirla sin compasión, de arremeterla hasta dejarla desmayada.

—No hay nada que no haya hecho mío —él dijo con una ronca voz aprisionándola debajo de su poderoso cuerpo.

Sus mejillas arden y sin poder evitarlo a su mente vienen las imágenes de la noche que equívocamente llegó a la habitación de Lucas.

La noche que lo sintió tan profundo tanto que sentía que la partiría con sus acometidas, la noche que descubrió el infinito placer de estar con un hombre.

Y no cualquier hombre, nada menos que su medio hermano, el que la hizo explorar el exquisito placer del que era ignorante.

El brío de su mirada la debilitó y ella sintió sus bragas mojadas, un inexplicable calor que emerge de ella, que la incita a entregarse, a abrirse y rodearlo con las piernas, que la insta a desear tenerlo en su interior.

¡Hay no! comienza a sentirse como la noche pasada en el Bar, se siente de una forma extrañamente similar a aquella noche, con la ganas de ser acariciada, de ser penetrada hasta las entrañas por él.

¿Qué está mal con ella? ¿Tiene una piedra en su cabeza o qué? ¡Él no es cualquier hombre!

Es un Rousseau, se obligó a recordar, a ser consciente del vínculo familiar que lo une a él, lo que hace que inevitablemente repare en el semental que vestido con un elegante traje negro exonera un cuerpo tonificado, fornido y masculino, un cuerpo extraordinariamente atractivo, el cuerpo de ensueño de cualquier mujer, un cuerpo que sintió la noche pasada, y un grueso, enorme miembro que enloquecería a toda mujer y que acogió en su interior.

Un hombre que presenta peligro, crueldad, oscuridad...y sensualidad en su máxima expresión que le eriza la piel a la más mínima cercanía.

Contrólate Crystal, se exigió ella mentalmente pero...

Tenerlo tan cerca, encima de ella, la hacer ser consciente de su colonia que mezclado con su aroma masculino la aturde, la deleita, que la incita a estirar los brazos rededor de su cuello y perderse en su delicioso olor.

Un aroma que la hipnotiza hasta hacerla desear repetir lo de anoche, un aroma con el que despertó esta mañana y que desearía dormir esta noche.

Sin embargo eso es imposible.

Lo que están haciendo está mal, ella reaccionó.

«Somos familia»

—No podemos hacerlo de nuevo —su voz sonó tan débil.... y tan dulce que Lucas no se apartó a pesar de sentir la diminuta presión de las manos de ella sobre su tórax.

—Ya lo hicimos —él sonrío con un aire de superioridad frente a la incrédula mirada de Crystal y confesó con dureza —Te follé anoche mientras dormías pero no estoy satisfecho.

Ella percibió su sonrisa, era una sonrisa arrogante y cruel, de aquellas que exhiben el poder del que un hombre ostenta. Una sonrisa que se regocija en la dominación, en la sumisión de los débiles.

La Tentación Prohibida Del MagnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora