Solsticio de Verano (Caitlyn x Vi)

Capítulo 27: Lealtad

El humo de colores inundaba el patio trasero de la mansión, y comenzaba a propagarse por los interiores del recinto. Era increíblemente denso, por lo que el salón se llenó poco a poco de gente tosiendo e intentando cubrirse. Ante el pánico y la visión de heridos en el jardín, la gente comenzó a apresurarse hacia la salida, pero por algún motivo se encontraba bloqueada desde afuera. Detrás de la puerta, el guardia que custodiaba estaba ahora noqueado en el piso totalmente amarrado. Cuando los invitados comenzaron a notar que no había forma de salir, los nervios se apoderaron de ellos. Una revuelta de gente soltando alaridos se formó dentro del salón, las mesas fueron rápidamente tumbadas ante la poca visibilidad, y nadie parecía saber que hacer.

Cassandra Kiramman, respirando dificultosamente aferrada a su esposo, intentaba con todas sus fuerzas divisar a Caitlyn entre la densa niebla color rosada. Buscaba por doquier una cabellera rosa entre la multitud, pero era imposible encontrar a alguien allí. Preocupado, Tobias propuso ir en su búsqueda. Abrazó a su esposa y la acomodó en una esquina contra la pared, besó una vez su mejilla y la miró a los ojos.

— Voy a buscar a Cait. Seguramente esté con Vi, pero no podemos dejar que nada le suceda. Esperame acá, vuelvo pronto.

Los ojos de Cassandra se fijaron profundamente en los de Tobias, de forma tan intensa que su mirada reflejó todo lo que quería decirle. Su esposa quería rogarle que se quedara con ella ante el inminente peligro, pero al mismo tiempo le era imposible hacer aquello sin saber el paradero de su hija. Asintió una vez y le sonrió.

— Acá voy a estar — le aseguró.

Ninnie se encontraba en el jardín al momento de la primera explosión. Charlaba entretenidamente con Hettie, mientras Deacon les buscaba unas bebidas, cuando su mundo se vio sacudido de repente. Ninguna de las dos entendió bien lo que había sucedido, pero de un momento a otro un gran estruendo y una fuerza descomunal las había arrojado varios metros por el aire. Cada una en un extremo distinto, sobre el césped, se encontraban bastante heridas. Hettie estaba inconsciente, tendida sobre el suelo. A lo lejos, Ninnie la observó cuando pudo recobrar un poco los sentidos. Aturdida, intentó levantarse para socorrer a su amiga, pero un fuerte dolor en la parte baja del abdomen se lo imposibilitó. Bajó la mirada hacia su vestido, ahora desgarrado y bañado en sangre. Claramente se había clavado algo bastante profundo, seguramente alguna baldosa del piso que había volado durante la explosión. El corte era grande, y parecía grave. Maldijo por lo bajo, intentando aguantar el dolor, y respiró profundo. Presionó la herida para tratar de cortar la hemorragia y se arrastró como pudo hacia una pared, donde se apoyó y cerró los ojos.

Al oír la explosión, Deacon entró en guardia. Sin pensarlo dos veces se deshizo de los vasos que cargaba para su novia y su amiga, y corrió a buscarlas. Pero la gente lo detuvo, ya que todos iban para el lado contrario. Le era difícil escabullirse entre aquel mar de personas desesperadas por salir. De repente, una cara familiar lo detuvo.

— ¿Viste a Caitlyn? — preguntó Tobias desesperado.

— No, pero Hettie estaba afuera con Ninnie. Tengo que llegar a buscarlas — contestó preocupado Deacon.

Sin cruzar más palabras, ambos hombres continuaron su rumbo. Deacon empujaba la horda de gente para poder abrirse paso, y cuando logró salir su visión se vio reducida por aquel humo. Otra explosión sacudió las paredes de la mansión, pero el hombre solamente buscaba rápidamente a su prometida. Sentía que su corazón se saldría de su pecho de un momento a otro, y fue aún peor cuando la divisó: Hettie continuaba desmayada. Su cuerpo se heló al ver la imagen de su amada inmóvil, y temió lo peor. Corriendo, se acercó a ella y la tomó en brazos. Con agilidad buscó su pulso, y mientras lo hacía sintió como su corazón daba un vuelco tras otro.