Capítulo 30: Percances

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— Estamos bien, Cait — aseguró Deacon — así como lo estábamos ayer, y el día anterior, y de hecho toda la semana.

— ¿Estás seguro de que no vieron nada extraño? — presionó Caitlyn del otro lado del teléfono.

Deacon suspiró. Su amiga había estado llamando cada noche durante toda la semana, asegurándose que su viaje de recién casados fuera seguro. Temía que Jinx intentara algo contra ellos, pero al parecer no era el caso: no habían tenido ningún percance más que algún mal día que les había impedido disfrutar de la playa.

— Estamos bien y felices — la tranquilizó — además, mañana nos vemos. Prometo avisarte cuando estemos regresando y cuando lleguemos a nuestro apartamento.

— Gracias, Deacon. Dale mis cariños a Hettie.

Caitlyn colgó el teléfono de su despacho y suspiró profundamente. Desde el pequeño obsequio que Jinx les había dejado luego de la boda de sus amigos, parecía no dejar descansar a su mente con las posibilidades de un nuevo ataque. Nada había sucedido en la luna de miel, y tampoco en Piltover. Una vez más, Jinx parecía haberse esfumado de la faz de la tierra. Pero aquello no calmaba en lo más mínimo la inquietud de la Sheriff, quien cada minuto que pasaba inundaba sus pensamientos con estrategias, posibles locaciones de la criminal y planes de ataque. El tablero que descansaba en su espalda estaba cada día más lleno de recortes e impresiones con información, la mayoría tachados ya que solían ser pistas sin rumbo alguno.

La puerta se abrió, y levantó la mirada para encontrarse con Vi y su informante más fiel: Ekko entraba con una pequeña carpeta bajo su brazo, la cual no se veía muy prometedora por su tamaño. Cada vez obtenía menos pistas, la data sobre Jinx era prácticamente efímera.

— Buenas tardes, Sheriff — saludó Ekko sonriéndole.

— Ekko — respondió Caitlyn.

Se levantó de su asiento y se dirigió al sofá, donde se sentó junto con Vi. Le dedicó una pequeña sonrisa, para luego volcar su atención en el joven informante. Ekko desplegaba unas pequeñas hojas delante de ellas, con casi nada escrito.

En pocos minutos, pudo resumirles lo que había encontrado. Básicamente: nada en concreto. Había habido algún que otro avistamiento de una cabellera azulada por el bajo mundo de acuerdo con sus informantes pagos, pero no eran fuentes de confianza, y nadie sabía localizarla en un lugar preciso. Decían haberla visto comprando municiones, otros aseguraban habérsela encontrado en otra punta de la ciudad. Incluso un hombre juraba haber visto a Jinx abandonando las tierras para emprender un largo viaje. Nadie tenía una certeza sobre su paradero.

Frustrada, Caitlyn dio un pequeño golpe en la mesa ratona. Vi abrió los ojos de par en par, seguida por Ekko, quien hizo lo mismo. Ninguno de los dos entendía la reacción de la Sheriff. Pero ella veía algo que los demás no habían notado.

— No sirven — masculló.

— ¿Cupcake? — inquirió Vi sin comprender.

— Alguien más está pagándoles para que nos den información errónea. Quieren dispersarnos, hacernos confundir. Nos hacen ir en distintas direcciones para no encontrarla — anunció molesta — están siendo sobornados.

— Eso explicaría por qué de repente Jinx está por todos lados, y a la vez en ninguno — comentó Ekko pensativo.

— Silco — dijo Vi en voz baja.

Caitlyn y Ekko se voltearon al mismo tiempo a verla. Su atención estaba centrada completamente en la pelirosa mientras esperaban que se explayara. Vi lo notó y nerviosa comenzó a explicar.

Solsticio de Verano (Caitlyn x Vi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora