𝙾𝚙𝚎𝚛𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗: 𝙼𝚊𝚖𝚊́ 𝚢 𝙿𝚊𝚙𝚊́.

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Las semanas pasaron más rápido de lo que ______ habría querido, después de todo, no estaba muy emocionada por sus vacaciones.
La decisión había sido dura, dejando un mal sabor en la boca de los mayores. Baji lo había demostrado bien, desapareciendo de la casa antes de que se marchasen. Él no tenía nada más que decir.

Una pequeña maleta era lo único que la acompañaba, no necesitaba tantas cosas, no planeaba quedarse tanto tiempo. En realidad, esperaba que Takeo se acostumbrase a aquella casa rápido y así ella sería libre de regresar a su hogar. Podría visitar a su hijo tanto como quisiera sin estar atada a... No, eso sería egoísta.

— Si hay algo que les moleste pueden decírmelo. — Draken se detuvo detrás de ellos, se veía nervioso. — No paso tanto tiempo aquí, así que no importa sí cambian algo.

Parecía tan amable, como sí eso pudiese enmendar sus errores. Pero, de vuelta, ella había aceptado eso, ya estaba allí. Tokio ya no parece tan familiar cuando has sido arrastrada de vuelta por tus pecados.

"— Lo peor que podría pasarle a Takeo, es tener que decidir entre Draken y tú."

Eso fue lo que dijo Kazutora y por mucho que eso molestara, nadie pudo negarselo. Él conocía de primera mano lo que se sentía vivir esa situación.

— ¿Dónde nos quedaremos nosotros? Quiero poner la cama de Melón en la misma habitación. — Takeo sonrió mostrando al gatito en sus manos.

Takeo llevaba una mochila y una maleta, que cargaba Draken. Parecía listo para mudarse y eso llenaba de ansiedad el corazón de la madre.

— Eh- cierto. Vengan, es por aquí. — Draken tomó la mano del niño caminando hacia un pasillo.

Podía escucharse como Takeo hablaba de todos sus planes para las vacaciones con su padre. Ella los siguió en silencio, sabía que tenía que fingir mejor, que su hijo la veía de reojo cada vez que Draken hablaba o hacia un comentario. Takeo no era tonto, mientras más tiempo veía a sus padres juntos, sentía que algo no estaba bien.

— Es aquí. Siento haber olvidado preparar un cuarto, como les dije, nunca estoy aquí. — Draken paró frente a una puerta y al abrirla Takeo corrió dentro.

Draken no mentía, todo su tiempo era en el taller, incluso había veces que no regresaba. Se preguntaba ¿Por qué había comprado esa casa? Él nunca estaba quieto, nunca dejaba de trabajar. Aunque lo intentase, ningún lugar se sentía como un hogar para él, así que prefería perder el tiempo en el departamento que tenía con Inui o en la casa de Mikey.

— Es la cama más grande, creo que estarán cómodos aquí. — Draken le sonrió pero la mujer lo ignoro.

Al entrar en la habitación pudo ver a su hijo tirado en la cama entre risas.
Pero... Ahí estaban las revistas, el estéreo, las pesas en una caja, las fotos en la pared. Sí Draken quería jugarle una broma, estaba yendo demasiado lejos. ¿Por qué allí?

— Puedo dormir en la sala sin problemas. — Se apresuró a decir la mujer, dando media vuelta, estaba lista para salir. — No quisiera quitarte tu cuarto.

— No te preocupes por mi, estaré en el cuarto de huéspedes. Allá. — señaló la puerta al final del pasillo. — Takeo quería dormir contigo, así que me pareció mejor que tuvieran espacio.

— Takeo puede quedarse aquí. Yo estaré bien en el sofá.

Ni siquiera lo vio a los ojos, eso estaba empezando a chocarle a Draken, llevaban horas así. No lo veía y no hablaba más de lo necesario. ¿Estaba tan enojada?

— ¿Prefieres ese incómodo sofá a estar en un cuarto? — Draken bufó. — ¿A qué le tienes miedo, Hanagaki?

— Mamá no le teme a nada. — Takeo saltó en defensa de su madre, parándose a su lado. — Tal vez a los insectos pero aquí no hay.

ᴘᴇǫᴜᴇɴ̃ᴏ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀ r.k (draken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora