No conocía esas calles, Takeo estaba seguro, siempre había tenido buena orientación. Baji le dejaba explorar y rondar por la ciudad de vez en cuando, decía que así no se perdería algún día, pero éste lugar no era Saitama, no era su ciudad.
Caminaba en un pequeño barrio viendo las casas a su alrededor, con la esperanza de encontrar algo conocido, un indicio de donde estaba. ¿Cómo podía haber ido tan lejos? Y más importante, ¿Por qué? No lo recordaba claramente.
Cuando pasaba por el portal de una de las casas algo lo detuvo, una figura muy familiar salía de allí, congelandolo en su lugar como sí hubiese visto un fantasma.— ¡Nos vemos, abuelo! — Una chica sonrío despidiéndose con su mano desde la puerta.
La voz llamó la atención del niño, sonaba muy familiar, a pesar de que sabía que jamás la había escuchado antes. La cabellera rubia y unos ojos dorados que podían encantar a cualquiera, a Takeo no le agradaba nada aquella sensación que le daba.
— Te encontré. — murmuró Takeo, inconscientemente había empezado a seguir a la joven rubia, debía hablarle.
La chica iba tarareando una canción en un tono dulce, convenciendo más al niño de que ella definitivamente era un hada como su amiga había dicho, incluso sí sonaba tonto.
Los pasos de la rubia se detuvieron de repente sorprendiendo a Takeo. Ella volteo tranquilamente, como sí siempre hubiese sabido que la seguían.— No deberías seguirme a dónde voy, pequeño. — la chica se inclinó a la altura del niño sonriendo con ternura. — ¿Estás perdido?
Estaba atrapado, pero no podía retroceder, estaba decidido a descubrir quién era ella.
Pero ¿Qué le diría?— Yo... Creo. — el niño volteo viendo las casas a su alrededor, jamás había estado allí. — Te seguí porque eres la mujer hada. Digo- no, no eres un hada. Solo...
— Jaja, que adorable. — la rubia le pico la mejilla entretenida con el sonrojo en el rostro del niño. — Pero no puedes venir conmigo, sí quieres puedo llevarte con tus padres.
— Conoces a mis padres. — Takeo levanto la mirada viendo fijamente a la mujer. No era una pregunta, ambos lo sabían.
— Eres muy inteligente, Takeo. — La rubia se enderezó sonriendo. — Ambos sabemos quiénes somos, así que no deberíamos fingir ya. ¿Quieres que te lleve a casa, bebé?
— ¡No me llames así! — Takeo se cruzó de brazos desviando su mirada. — Quiero hablar contigo primero.
— Mmm... ¿Conmigo? — la rubia soltó una risita al ver la determinación en los ojos del niño, era demasiado parecido a su padre. — Seguro tus papás estarán preocupados. ¿Por qué no hablamos mientras caminamos? ¿Te parece bien?
— ¿Contestarás todas mis preguntas?
— Solo podrás saberlo sí me acompañas o puedes quedarte aquí solo. — Respondió la mujer enseñándole la lengua.
— Bien, pero podría llegar perfectamente sin ti. — No podía evitarlo, era demasiado orgulloso.
— Es por allá. — la mujer señaló a la derecha comenzando a caminar, siendo seguida por el niño en silencio.
El tono dulce volvió a la voz de la rubia mientras volvía a tararear, la melodía se le hacía conocida, pero no podía recordar donde la había oído. De alguna forma eso lo tranquilizaba, aunque estaba perdido y estaba seguro de que no le agradaba mucho esa mujer que tenía tanta atención de su padre.
— ¿Y? ¿No querías hablar o eres tímido ahora? — la rubia sonrió revolviendo el cabello del menor a su lado.
— No hagas eso. — Takeo se adelantó alejándose de las manos de ella. — Bien, hablaré.
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ᴘᴇǫᴜᴇɴ̃ᴏ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀ r.k (draken)
RomanceNada podía asustar a Ryuguji Ken, o eso creían todos. Sin embargo, cuando las puertas del salón se abrieron, todos fueron testigos de como Draken palideció cuando su mirada se encontró con la de un niño de cabello rubio. Los personajes de Tokyo Rev...