Rey solitario ||RivaMika

♔Tiempo♔

Amanecer justo en la cama del rey... ¿Es correcto?

Me levanté cubriendo mí cuerpo con las sábanas, y menos mal que no lo encontré a mí lado, sería algo vergonzoso e incómodo para mí.

—¿Y mí vestido? —lo buscaba por todas partes pero no lo encontraba.

"Ay no"

Escuché unos fuertes pasos.

—¿Ya despertaste?

Miré a Levi quien entraba de lo más normal. Él ya estaba vestido.

—eehh... ¡Si quieres me voy, disculpa por quedarme aquí! Pero tampoco puedo encontrar mí vestido... Así que no sé —ya ni siquiera sabía lo que estaba diciendo. Afirmaba fuertemente las sábanas con mis manos.

El aguanta una risa.

—le dije a Hangi que fuera a botarlo.

—¡¿Eh?! —fruncí el ceño. —no tenía que haber hecho hecho, ¿Ahora como me voy? No pretende que me vaya así desnuda o con una maldita sábana enrollada, ¿O si?

—no, no. Te tengo algo mucho mejor —camina hasta la entrada del aposento, y ahí alguien le entrega un paquete. —toma. Agarré la pequeña cosa envuelta en una tela con cuidado de que la sábana no se me resbalara del cuerpo. 

Lo miré con duda pero luego abrí el presente. ¿Acaso es un regalo para mí?

—¿Por qué me das esto? —pregunte viendo el contenido. Era un hermoso vestido color crema. —es... Muy lindo.

—sabia que te iba a gustar. Ahora quiero verte con el puesto.

—bien, pero... ¿Puedes salir de aquí? —dije media avergonzada.

—tsk, bueno.
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Era cómodo y de mí talla. Daba pequeñas vueltas al frente del espejo y aquel vestido se mecía con cada movimiento que daba.

Salí de ese pequeño espacio que había en el aposento del rey y al salir, vi a Levi sentado en una pequeña silla.

—es cómodo, gracias —di una pequeña sonrisa.

Levi asiente lentamente mientras me analizaba.
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Salí de sus aposentos rumbo al harén. ¿Qué haría ahora? No lo sé. Aún me pregunto cómo estará Kiyomi, ¿Qué será de ella en ese abandonado palacio? ¿Estará bien o mal? Los únicos que sabrían esas respuestas serían Reiner o la reina Kuchel.

Y hablando de Kuchel...

—mmh, te ves bien con ese vestidito que te regaló Levi —dice con una sonrisa cínica.

—reina Kuchel... —hice una reverencia viéndola directamente a los ojos—. ¿Qué necesita de mí? Y  como sabe que esto es regalo del rey. —levanté la ceja confundida.

—yo misma tuve que encargarlo de otro reino, así que agradece que no haya escogido un vestido tan feo como tu cara.

—muchas gracias, el vestido está precioso y muy cómodo —dije calmada.

—no te creas la gran cosa, niñita. Que el rey te haya regalado algo no significa que seas algo.

Creo que hoy está muy irritada la reina.

—no me creo la gran cosa. Sé perfectamente mí lugar...

—si, pero veo en tus ojos esa sed de poder, ¿No es así? puedo ver cuanto te molesta hacer una sola reverencia a personas que son mas grandes que tú. 

No respondí. Pero no siquiera me sentí intimidada ante ella.

—desde que llegaste pensé que serías una concubina normal o que moriría a las semanas de haber llegado aquí, me sorprendes.