La vida tan solo era una rutina. Todos los días eran calcados al detalle, todos se levantaban y acostaban a la misma hora, hacían las mismas cosas y con la misma gente o al menos eso les parecía a Bea y Sara desde que Yolanda tan solo compartía su tiempo con una cama y varias máquinas, aunque siempre estaba acompañada por alguien no había posible interacción con ella. Los días y las noches comenzaron a ser muy difíciles para sus dos amigas pero poco a poco se fueron acostumbrando a compartir momentos tan solo entre ellas. Seguían visitando a Yolanda juntas, tomándose el té junto a ella e incluso vieron alguna que otra película pero las cosas nunca volvieron a ser lo mismo. La relación entre Sara y Bea comenzaba a enfriarse y en muchas ocasiones discutían debido a la tensión que tenían que soportar pero al final ambas acaban llorando y se reconciliaban con un sentido abrazo. Ambas se querían y lo sabían, llevaban muchos años juntas y habían superado bastantes cosas malas así que en aquella ocasión tampoco iban a rendirse. Poco a poco fueron recuperando la fuerza que habían perdido desde que Yolanda, en parte, las abandonó. Volvieron a quedar todos los días y cada uno de ellos, apuntaban las cosas que iban pasando y que iban haciendo para cuando Yolanda despertase no se hubiese perdido nunca.
Un día como otro cualquiera ambas se disponían a quedar para escribir las últimas novedades de la semana. Habían quedado en la Alameda, como la mayoría de las veces. Entraron en una de las muchas cafeterías que había por allí y se sentaron en la terraza. El verano estaba muy cerca y el sol resplandecía sobre sus cabezas. Sara se puso las gafas de sol y se recogió su media melena con un coletero, poco a poco el pelo le iba creciendo. Después de mucho tiempo se había cansado del pelo tan corto.
-¿Qué te apetece tomar hoy?- preguntó Sara mientras terminaba de peinarse el pelo.
-Un refresco tal vez... Sí, uno de limón.- contestó Bea mirando al cielo.
-Yo me pediré uno de naranja.- dijo Sara mientras comenzaba a escribir en la agenda.
El camarero se acercó a ellas y anotó el pedido de cada una. Unos minutos más tarde volvió con los vasos y con unos frutos secos de aperitivo.
-¿Cómo estás hoy?
-Un poco mejor que ayer, poco a poco me voy acostumbrando a estar sin ella pero aún me cuesta no poder oír su voz, ver sus preciosos ojos abiertos e incluso discutir con ella. La echo mucho de menos, no sabes cuánto- dijo Bea casi llorando.
-Sí lo sé, yo siento lo mismo que tú. Tengo tantas ganas de volver a hablar con ella, de que salgamos las tres juntas. Pero tenemos que ser positivas, pronto estará con nosotras.- ambas se miraron fijamente y sonrieron. Esperaban que el final llegase pronto. Sara continuó escribiendo las últimas vivencias.
-No se te olvide apuntar el rollo que se traen Celia y Aarón. Eso es muy importante.- comentó Bea con cara de extrañeza. Pensaba que eran realmente una pareja un tanto difícil de imaginar.
-¡Es verdad! Que no se me olvide apuntar que sigo saliendo con Eric, aquel guapo chico que conocí mientras le compraba el regalo de cumpleaños. ¡Ya son más de dos meses!
-Sara, todos los días pones lo mismo...
-Sí pero también pongo cosas insignificantes que tú me mandas a poner.
-No son insignificantes...
-Claro, como aquel día que hiciste galletas y se te quemaron. Aquello era muy importante.
-No seas así conmigo Sara. De todas formas creo que es el momento de que apuntes algo verdaderamente importante. ¿Recuerdas por qué Yolanda tuvo el accidente?
-Claro, cruzó la acera sin mirar porque iba demasiado borracha.
-No, ella me encontró con Jorge en la habitación, en tu cama, por eso Jorge no apareció en toda la noche por la casa. Yo estaba con él.
-No. No puede ser verdad, Bea. Dime que no es verdad.
-Es verdad y por eso he decidido irme una temporada a Londres a vivir con mi hermana. Necesito cambiar de aires y pensar bien las cosas. No quiero dejarte sola aquí, aún estaré un par de meses más hasta que terminen las clases. Al comienzo del verano cogeré el avión hacia mi nuevo destino.
-Pero...
-No digas nada. Estoy segura de que podrás estar bien sin mí. Yolanda te necesita a ti, a mí no.
Bea salió de la cafetería en dirección a su casa. No se giró ni un momento. Sabía que iba a ser demasiado doloroso para ella, pero no se imaginaba que era la única que sentiría ese gran dolor. Su amiga permanecía inmóvil y rota por dentro.
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Seis cuerdas
RomanceYolanda, una joven apasionada por la música y el mundo artístico desea con todas sus fuerzas ser una artista reconocida a nivel mundial pero todo se ve arruinado por su pareja Jorge, que tras sus constantes agresiones dificulta el mayor sueño de Yol...