Treinta

25 2 0
                                    

Parecía que el vuelo se había retrasado un poco. Hacía más de media hora que esperaban a sus familiares pero ninguno se había dejado ver aún.Era raro ya que hacía rato que habían advertido por megafonía dela entrada del avión correspondiente en pista. Los pasajeros comenzaban a recoger sus maletas poco a poco por lo que debían aparecer pronto.

Un variado grupo de gente atravesaba la sala de equipaje armando escándalo a su paso, quizás celebrando la llegada a la nueva ciudad.Sin duda debían ser ellos, ansiosos de celebrar el esperado acontecimiento, con el plus de visitar Londres. Todos parecían felices y aquellos que esperaban para recibirlos no iban a ser menos.

Al cabo de unos segundos estuvieron rodeados de muestras de cariño,inundados en besos y abrazos y alguna que otra lágrima de emoción.

Samira estaba más feliz que nunca. Hacía años que no reunía a la mayor parte de su familia y el motivo era lo que más le alegraba. Ese día marcaría un antes y un después en su vida y tenía que ser muy especial.

Abrazó a sus padres como nunca antes lo había hecho y agarró a su hermana por el brazo, atraiéndola para sí misma.

-Os quiero mucho. Y me alegra que estéis aquí.

Terminaron de recoger el equipaje y se dirigieron a la salida del aeropuerto donde habían aparcado los coches. Solo había dos, el de John y Samira y el de Samuel, así que algunos tendrían que esperar. Todos se alojaban en el mismo hotel con todos los gastos pagados por los novios. Era un hotel pequeño pero coqueto y acogedor. Las habitaciones estaban juntas y algunas comunicadas por puertas que las unían, haciendo posible el paso de unas a otras fácilmente. Samira había dudado en quedarse a dormir en su propia casa pero finalmente reservó una habitación para ella y John y otra para las tres amigas. Así podrían aprovechar más el tiempo con las familias.

Después de llevar a todos al hotel y de recoger las cosas más importantes, Samira y John llegaron finalmente a la recepción entre aplausos al son del famoso "vivan los novios" por parte de sus familiares. Estaban agotados, no iban a negarlo y aunque tenían muchas ganas de compartir el tiempo con sus seres queridos,el cansancio les podía. Se retiraron a descansar mientras el resto desayunaban en el comedor.

Se tumbaron delicadamente sobre la cama. Era muy cómoda y suave.Invitaba a acostarse sobre ella y sobre todo a echar una pequeña cabezadita, aún así la pareja no estaba allí para dormir.

-¿Puedes creer que ahora estemos todos juntos?-preguntó la chica.

-Es raro pero reconfortable después de lo solos que hemos estado aveces.

-Te quiero mucho John. Eres especial. Lo sé desde que te conocí.

El chico la atrajo hacia sí y la besó suavemente en los labios. Ahora permanecía sobre él pero no tenía ningún intención, simplemente deseaba permanecer eternamente en esa posición, observando a la mujer que le hacía feliz. Observando el regalo que la vida le había hecho.

-Eres un tesoro para mí.-las palabras salieron solas de la boca de John mientras Samira finalmente se quedaba dormida.

Se despertó por los rayos de sol que se colaban por las persianas a medio bajar. No recordaba cuándo había caído en el profundo sueño pero ahora se sentía mucho más descansada. Se desperezó y trató de alisarse el pelo con las manos. Se levantó costosamente y se dirigió al cuarto de baño. No veía a John por ninguna parte. Lo llamó sin gritar varias veces pero ninguna contestó. Seguramente habría salido a reunirse con la familia. Se recogió el pelo con un coletero y tras ponerse el bikini salió despedida por la puerta.

Llegó a la piscina y su teoría se confirmó. El jardín principal estaba repleto de sus seres queridos. Unos jugaban en la piscina y otros preferían tomar el sol en las hamacas que colgaban de las palmeras. Buscó una tumbona libre y dejó su ropa sobre ella. Localizó a John y a su hermana.

Seis cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora