Yolanda paseaba tranquilamente por el compartimento del hospital. Fuera hacía un día magnífico, envidiaba a aquellos niños que correteaban sin descanso por las calles de Málaga. El verano había llegado y por fin Yolanda podía respirar el aire cálido que apenas ondeaba las verdosas hojas de los árboles, aquellos que intentaban luchar contra los rayos de sol ofreciendo espacios de sombra como resguardo a los caminantes. Ellos lo agradecían pero no sabían lo afortunados que eran al poder sentir el sol directamente en su piel. Yolanda llevaba meses encerrada en aquella habitación, la que había sido su casa durante tanto tiempo, sin embargo el día que todos llevaban esperando había llegado. Su padre no tardaría más de media hora en pasar a recogerla. Estaba más delgada y la ropa que su madre le había traído le quedaba un poco grande, aún así tenía que descansar los días siguientes, no necesitaría demasiada ropa. Cuando se recuperase del todo iría a comprar ropa con Sara y con Bea... Bueno, con Bea ya no puesto que desde su cumpleaños Bea tan solo era un triste y amargo recuerdo de su pasado. ¿Realmente las cosas fueron tal y cómo recuerda? Quizás solamente estuviese confusa, podría haberse equivocado de chica, había bebido un poco y se encontraba mareada. Aún así, ¿por qué Bea no había estado a su lado desde que despertó del coma? ¿Tan poco le importaba? Nadie había hablado de ella desde que despertó, ni la vio, ni la escuchó, ni siquiera la sintió. Sentía impotencia y rabia ante aquella situación, le encantaría tenerla en frente para gritarle, insultarla y acabar separadas para siempre. Mucho más que ahora, sin embargo, era como si hubiese desaparecido del mapa, como si hubiese sido una alucinación durante todos esos años.
Llamaron a la puerta.
-¿Estás lista, cariño?- se oyó una voz proveniente de la puerta de la habitación.
-Sí, papá. Estoy lista.- recogió sus pocas cosas, volvió la vista atrás, suspiró y derramó unas lágrimas- No más sufrimientos.
-Abrázame cariño, todo ha terminado.
Y así fue, anduvieron agarrados todo el trayecto hasta el coche, que estaba aparcado a escasos metros del hospital. Tan solo habían pasado un par de días pero Yolanda se sentía con fuerzas de seguir adelante, de empezar de cero y de saber qué y a quién quería en su vida. Al llegar al coche a Yolanda le costó un poco subirse, su padre le abrochó el cinturón como cuando era niña y recordó los viejos tiempos. Hacía mucho tiempo que no pasaba un rato a solas con su padre, al menos siendo ella consciente.
-Pasarás los primeros días en mi casa, mamá está liada con el trabajo y debe hacer un viaje en cuestión de horas.- comentó Rodrigo mientras Yolanda contemplaba el paisaje por la ventana.
-Vale, no me importa. Hace mucho que no estamos juntos. ¿Mamá pasará a verme?
-Y Abril. Comeremos todos juntos en casa, como en los viejos tiempos, para celebrar tu regreso a casa. Esta vez sin peleas, como la familia que éramos.
-Bueno, si seguimos esa regla, esta noche discutiremos. ¿Sara y Bea vendrán?
-Sara sí, de Bea no sé nada.
-Mejor, no me apetece encontrarme con ella en mi regreso a casa. Aún tengo que pensar muchas cosas.
-¿Quieres hablar?
-No, papá, estoy bien. Ahora solo quiero disfrutar de vosotros. ¿Mi guitarra está en casa?
-Sí. Mamá la trajo ayer.
Yolanda salió del coche ayudada de nuevo por su padre. Caminó unos metros y se paró en seco al recibir un mensaje. Era Sara. "¿Esta noche fiesta en tu casa?", preguntaba animada su amiga. "Claro que sí, ¡con los muermos de mis padres!" contestaba Yolanda. Entró en el ascensor y esperó mientras su padre cargaba sus bolsas. También había dos o tres repletas de comida, seguramente su padre haría la comida, aunque nunca lo había visto cocinar. Pasaron veinte segundos y ya estaban arriba. Planta número 2. Hacía mucho tiempo que no iba a casa de su padre, su relación no era la mejor de todas, ni siquiera hablaban lo suficiente y ahora sentía haber sido tan mala con su padre. El pensar que no lo podría volver a ver le estremecía el corazón. Se abrieron las puertas del ascensor y le dio un inesperado beso en la mejilla.
Su padre metió la llave e hizo el amago de abrir pero alguien se le adelantó. La puerta se abrió y en su interior, una mujer alta y delgada con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Ya estás aquí, cariño? ¿Esta es Yolanda? ¡Mucho más guapa que en fotos!- dijo antes de darle un beso en los labios a Rodrigo.
-Hola.- dijo Yolanda seria. No conocía a esa mujer pero sabía que sería uno de los ligues de su padre, o algo peor, el ligue definitivo. Después de su madre había estado con otras mujeres pero nunca ninguna la había recibido en la puerta de casa.
-Yolanda, esta es Amalia... Mi pareja.
-Encantada Yolanda, tu padre se lleva el día hablando de ti, me alegro de que hayas superado todo... Tenía muchas ganas de conocerte. Te he preparado tu habitación.
-Gracias.-dijo Yolanda con media sonrisa.
A pesar de que aquella situación la había cogido de imprevisto, Amalia parecía una mujer muy simpática. Era alta, con unas piernas atléticas a pesar de su edad. Seguramente tendría unos cuarenta y cinco años, un poco más joven que su padre. Tenía el pelo escalonado, con un lado más largo que el otro. Lucía un ceñido vestido negro más allá de las rodillas. Era una mujer muy atractiva y con una bonita sonrisa.
-Voy a darme una ducha papá. ¿A qué hora tengo que estar lista?
-A las nueve llegarán los invitados. Si necesitas algo estoy en el salón.
-Tienes toallas limpias en el cuarto de baño.- dijo Amalia muy serena y tranquila. Su sonrisa no parecía falsa, de verdad se alegraba de conocer a Yolanda.- ¿Te gustan los espaguetis a la carbonara?
-Claro, me encantan.
Después de la ducha, Yolanda se arregló un poco, después de tanto tiempo, quería recuperar sus costumbres. Se miró unos instantes en el espejo y miró su delgado cuerpo, se le notaban las costillas y no tenía apenas mofletes. Aún le quedaban algún que otra cicatriz del accidente, aunque no recuerda muy bien cómo pasó. Tiene una gran cicatriz en la cintura, muy cerca de su tatuaje. Piensa hacerse uno nuevo. El día que por fin salió del coma. 24 de junio. Se colocó su precioso vestido rojo y se puso unos tacones de mediana altura. Quedaban algo más de cinco minutos para las nueve y el timbre de la puerta sonó. Alguien fue a abrir y se formó un revuelo constante en el salón.
-¿Yolanda? ¿Dónde estás?- era su hermana Abril.
-En la habitación de invitados.- contestó a gritos Yolanda.
Unos segundos más tarde, la guapa chica apareció por la puerta. Llevaba el pelo recogido en un bonito moño, unos pantalones hasta los tobillos y un corsé negro a juego con los tacones. Detrás de la puerta, un atractivo joven: Álex, su novio, con el que llevaba bastante tiempo.
-¡Qué alegría verte hermanita, estás preciosa!
-¡Abril!
-Álex también ha venido, tenía muchas ganas de verte.
-Hola Yoli.
-¡Dame un abrazo! No sabes lo mucho que te he echado de menos...
-Anda, sepárate un poquito, Yoli.- comentó su hermana entre risas.
-¿Tú ya conocías a Amalia?-preguntó Yolanda de sopetón.
-No exactamente, sabía que papá salía con alguien pero no quiso presentármela. Quería que todos la conociésemos a la vez.
-¿Cómo se lo ha tomado mamá?
-Por lo visto se caen bastante bien, a ver qué nos suelta sobre ella cuando papá no esté delante.
-Seguro que nada bueno.- dijo Álex.
-¡Oye!- comentaron las dos hermanas a la vez.
Los tres fueron al salón, Yolanda saludó a su madre y a Sara y todos tomaron asiento en la gran mesa del comedor. La casa estaba muy bien decorada, mezclando el estilo antiguo con el moderno. Amalia puso la bandeja de espaguetis en la mesa y se apartaron cada uno su parte. Además de la pasta había panecillos recién hechos, ensalada césar y varios filetes de ternera. Todos brindaron con champán el comienzo de la nueva vida de Yolanda.
-Por un comienzo nuevo, un camino con piedras pero donde lo peor ya está superado, por una vida todos juntos.- alzaron las copas y brindaron entre risas y muestras de cariño. Se podía decir que Amalia ya formaba parte de la familia.
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Seis cuerdas
RomanceYolanda, una joven apasionada por la música y el mundo artístico desea con todas sus fuerzas ser una artista reconocida a nivel mundial pero todo se ve arruinado por su pareja Jorge, que tras sus constantes agresiones dificulta el mayor sueño de Yol...