Veinte

31 4 0
                                    

Sara canturreaba una canción de moda de quién sabía qué cantante del pop mientras preparaba un delicioso bizcocho de chocolate y crema. Abrió el libro de recetas de su madre y eligió los ingredientes necesarios. Nunca antes había cocinado un pastel así que tenía que poner mucha atención a la dura tarea. Eric y él hacían nueve meses, había pasado tanto tiempo desde que se conocieron, desde que cruzaron por primera vez sus intensas miradas. Ahora estaban más unidos que nunca, nadie los separaría.

Sara lo quería, lo quería más que nadie en este mundo. Era su luz, su vida, era todo para ella. Era lo que nunca había sido otro chico. El amor había llamado a su puerta con tanta fuerza... Se sentía enamorada y correspondida. Estaba feliz gracias a lo que tenía, gracias a aquello que era solo suyo, gracias a Eric.

Metió la masa en el horno y esperó a que el delicioso postre se cocinase. Volvió a su habitación y envolvió el regalo para Eric, una caja de ricos bombones de todo tipo de sabores y un libro de su historia, que por pequeña que pareciera es también muy intensa. El libro estaba escrito por cada uno de los momentos vividos juntos acompañados de cientos de fotos. Sara se apuró a preparar cada detalle y acudió rápidamente a la cocina para echarle un vistazo al bizcocho. Aún faltaba un poco para que el pastel estuviese en su punto. Habían quedado a las seis. Era pronto, tenía tiempo suficiente para arreglarse.

Sacó el bizcocho del horno pasado un largo rato. "¡Qué bien huele!", se dijo a sí misma. No era cocinera pero sabía que con empeño todo se podía lograr. Esperaba que el sabor fuese incluso mejor que el olor que desprendía aquel bizcocho. Lo dejó enfriar sobre la encimera y fue a darse un baño relajante. Seguía siendo temprano y sabía que si se relajaba de esa manera iría mucho más segura a la cita con Eric. A pesar de llevar nueve meses con él a veces le entraba miedo, nunca había sentido algo tan fuerte por nadie. Se pasaba los días pensando en él, las horas, todos los minutos, era el chico de sus sueños y el padre de sus hijos. Estaba segura de ello.

Al salir de la ducha se enrolló una toalla al pelo y cogió otra que usó para envolverse el cuerpo, el bizcocho ya se había enfriado y estaba listo para comerlo. Puso un poco de música rock en la casa y comenzó a vestirse. Aún no había elegido la ropa que quería llevar. No le gustaba repetir modelo pero con Eric ya no le importaba demasiado. Una blusa de rayas negras y celestes y una falda de tubo negra. Perfecto. Se colocó unas botas con un poco de tacón y se recogió el pelo, que ya le había crecido lo suficiente, en un precioso moño, dejándose dos mechones de pelo a modo de flequillo. Se echó un poco de perfume, el favorito de Eric, recogió el bizcocho y salió por la puerta muy decidida. La casa de Eric no estaba muy lejos, tan solo unas manzanas más abajo.

Apenas tardó unos veinte minutos en llegar a su destino. Justo a tiempo. 17:55. Cinco minutos antes de la hora. Sacó un espejo de su bolso y se dio los últimos retoques antes de subir a casa de Eric. Se perfiló un poco los labios y se peinó los dos mechones que caen casi rozando sus hombros.

Subió cuidadosamente por las escaleras y llamó a la puerta. Esperó unos segundos y al otro lado la recibió su novio.

-¡Por fin estás aquí! Puntual como siempre.

-La ocasión lo merece. Te he traído un regalo.

Se dieron un corto beso en los labios y Eric la invitó a entrar.

-No tenías que molestarte cariño.

-Eres mi novio, no es ninguna molestia. Además, te he hecho tu postre favorito.

-¿De verdad? Eres increíble.

Se besaron de nuevo. Un largo beso de tornillo que los sacó del mundo exterior, los sumergió y los envolvió en su propia historia. Dieron vueltas el uno sobre el otro y se observaron. Ya estaban en la cama, como si se hubieran transportado a su lugar favorito. Se sentían seguros mientras se besaban y pensaban en el amor, en la persona que tenían al lado desde hacía nueve meses y volvieron a darle las gracias a la vida con otro beso, y una caricia y llegaron a palabras mayores. Pero todo se quedó en aquel pequeño apartamento donde las sorpresas posiblemente lleguen varios meses más tarde.

Seis cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora