Tres

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Unos minutos más tarde, en cualquier parte de aquel pueblo.

Una chica de diecisiete años observaba el escaparate de una tienda. Rubia de pelo corto, tan corto que si no fuese por sus exuberantes curvas la confundirían con un chico. Se fijaba en un monísimo vestido azul celeste de encaje. Paseaba por allí, contemplando los distintos locales, las tiendas, las rarezas de las personas y se topó con lo que andaba buscando. ¡El regalo perfecto para Yolanda! Entró en la tienda, se retiró las gafas de sol de la cara y dejó a la vista dos grandes ojos celestes, casi tanto como el vestido que la acababa de enamorar. Buscó con la mirada alguna trabajadora que pudiera ayudarla pero sin darse cuenta, todo lo que deseaba lo tenía justo detrás.

-Eh... ¿Puedo ayudarte?- dijo un alto y robusto chico.

-¿Perdona? ¿Trabajas aquí? Pues sí, quería el vestido celeste del escaparate.- dijo Sara.

-Buena elección. Seguro que te queda genial. Ahí tienes el probador, por si te apetece probártelo.

-Es para una amiga. Pero vale, paso a probármelo, tenemos casi la misma talla.

-Si quieres puedo darte mi opinión pero seguro que estás guapísima con él, bueno y con cualquier otra cosa. Por cierto, me llamo Eric.

-Yo Sara, encantada.-dijo la chica ruborizándose.

-El placer es mío.-continuó Eric con una sonrisa picarona.- Te espero aquí y no tardes que te echaré de menos.

-Tranquilo, soy rápida.

Entró en el probador con las mejillas aún rosadas por el encuentro con el chico. ¿De dónde había salido y cómo era posible no haberlo visto antes? Era como un ángel con aspecto de diablo, con tatuajes y pelo rapado, la estatura perfecta y un cuerpo que invitaba a la imaginación. Se probó el vestido mientras seguía dándole vueltas al posible origen de Eric, ¿quizá enviado desde otro planeta? No lo sabía pero creía haberse enamorado.

-¿Te queda mucho, Sara?-preguntó el chico detrás de la puerta del probador.

-No, ¿estás listo? Ya salgo.

La chica salió con el precioso vestido encajado a la perfección en su cuerpo, dando vueltas sobre sí misma ante Eric, que sonreía sin parar al verla tan guapa, mucho más que antes.

-No sé si usas vestidos muy a menudo pero te sientan genial. ¿Seguro que es para tu amiga?

-Sí, es su cumpleaños dentro de muy poco. Creo que le encantará.

-Entonces te lo llevás, ¿verdad?

-Claro.-contestó Sara mientras pagaba. Se despidió de Eric con una graciosa mueca y salió de la tienda.

-Que chico tan lindo e interesante.-se dijo Sara a sí misma.

Caminó a paso lento por el centro del pueblo en busca de algún detalle más para Yolanda. Pero no encontraba nada que fuese de su agrado o que no le hubiese regalado ya. Después de tantos cumpleaños juntas, ya no sabía qué regalarle, incluso algún que otro año había repetido el regalo a elegir, pero esta vez era diferente. Era su dieciocho cumpleaños. Entre ella y Bea, otra gran amiga, planeaban la gran fiesta de cumpleaños de Yolanda, aquella que nunca olvidarían. Y estaban en lo cierto.

Cuando llegó a casa, sacó el vestido con mucho cuidado de la bolsa y lo dejó encima de la cama. Cogió la bolsa para tirarla y de repente, un papel cayó al suelo y su sorpresa fue mayor cuando al abrirlo leyó una sucesión de nueve números.




Seis cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora