Veinticinco

18 3 2
                                    


No podía creer lo mucho que había cambiado su vida en los últimos meses, semanas y días, pero ya no temía cualquier inesperado golpe que le diese la vida, puesto que se veía con fuerzas de afrontar los problemas siguientes, después de todo lo pasado.

Su aspecto físico también había dado un cambio drástico pero a pesar de sus kilos de menos se sentía una chica preciosa y no pensaba llorar más por los recuerdos negativos adquiridos con el tiempo.Tenía una vida casi perfecta, solo le quedaba una cosa y estaba más lejos de ella que nunca. No sería fácil conseguir de nuevo la confianza de su otra mejor amiga pero si algo era muy característico de Yolanda era sobre todo, su fuerza de voluntad.

Cerró los ojos lentamente y al abrirlos prometió no rendirse nunca. Todo lo que tenía lo había conseguido gracias a su propio esfuerzo o al de sus padres y sabía con certeza lo que costaban las cosas en aquellos tiempos. Y la amistad de Bea era más valiosa que cualquiera de los objetos que la rodeaban en aquel momento. Rendirse no entraba en sus planes.

No podía dejar de pensar en lo acontecido el día anterior y cada minuto que pasaba, Yolanda se sentía más cerca de sus amigas, a pesar de que nada con Bea estaba ganado. El paso del tiempo era lento comparado con el alborotado trayecto de sus pensamientos, muy desordenados, sobre las cosas que harían en Londres dentro de unas pocas semanas.

Sacó un viejo cuaderno de su mochila del instituto, buscó información en el ordenador y comenzó a redactar un plan de viaje. No era capaz de decidirse ella sola ya que había cientos de opciones diferentes y a cada cuál más interesante así que cogió el móvil y llamó a su mejor amiga. No tardó en mantener contacto con ella y finalmente entre las dos pudieron concluir la lista de actividades, incluyendo los precios y los días de estancia.

-Tú te encargas de llamar a Samira y yo de sacar los billetes de avión para el 20 de agosto. ¿Te parece por la mañana?-preguntó Yolanda.

-Sí, cuanto antes mejor, así vamos sin prisa. Ahora estoy con Eric pero cuando llegue a casa la llamaré. ¡Espero que le haga ilusión tenernos allí!-dijo Sara en respuesta a su amiga.

-Una cosa... ¿Nos vamos de compras?

-Dejo a Eric en casa y en diez minutos paso a recogerte. No te arregles mucho.-concluyó Sara.

Tal y como había previsto, diez minutos más tarde Sara ya estaba llamando repetidas veces a casa de Yolanda, la cual todavía no había terminado de arreglarse.

-Vamos Yoli, te dije que no tardases mucho. ¡Ponte algo cómodo y sal ya!-insistía Sara desde el interfono.

-Ya bajo, tranquila. Estaba poniendo de comer a las perras.

-Pero no te entretengas más y ven de una vez.

Ya estaba abajo antes de que su amiga pudiese insistirle más. Tenía que reconocer que también había echado de menos hasta la peor parte de Sara, por muy pocos días que hubiesen pasado alejadas. Había pasado el tiempo suficiente como para aprender la importancia de su amistad y de lo mucho que le costaría superar su pérdida en el caso de que fuese definitiva, pero si una cosa tenía muy clara era que el tiempo pasado ya no importaba y que lo esencial era empezar una nueva vida junto a su amiga de siempre.

-¿Y adónde vamos?-preguntó Yolanda.

Caminaban sin un rumbo fijo o al menos eso creía Yolanda. Sin embargo Sara tenía un objetivo marcado, sabía dónde comprarían ropa e incluso sabía lo que iba a comprar cada una.

Sinónimo de lo que ambas sentían por su compañera de tantos y tantos momentos, el tono de móvil que compartían sonó ante la sorpresa delas dos chicas que no sabían de qué aparato salía la melodía. Se miraron y se brindaron una sonrisa de satisfacción al obtener un signo más de que su amistad permanecía intacta.

Seis cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora