88 días antes de la lesión. Casa de Agnes Van Asten. Bougival, Francia.
Los años me habían cambiado, en demasiados sentidos y Agnes tenía que saberlo. Así que no me detuve por más que en sus ojos no dejaba de ver con una señal de alerta en ellas.
Sujete su cintura firmemente para volver a tomar sus labios, esta vez de la manera más hambrienta que había podido. Todo aquel lugar emanaba deseo y lujuria por más que ella quisiera parar ninguna de las dos podía hacerlo, aunque por un segundo logró hacerlo para buscar un poco de aire. A los pocos segundos en un despiste de su parte, volví a tomar sus labios y esta vez los besos subieron al siguiente nivel.
Sus manos estaban debajo de mi camisa y mi chaqueta de cuero (si todo era como repetir aquel beso) pasé la punta de mi lengua alrededor de sus labios entonces la succionó haciendo que la empujara más contra aquel vitral, necesitaba acercarla más a mí, necesitaba sentirla más. Mis caderas comenzaron a moverse al ritmo de nuestros labios y ella terminó por tomar mi cintura para hacer mis movimientos suyos, lo que ella quisiera que fueran, haciendo que la situación se volviera cada vez más sexual.
Estás borracha. – Susurra separándose un poco, pero acelerando el movimiento de mis caderas, sin dejar de sonreír.
Parece que lo de que quería parar no era broma.
Ava no es momento de pensar en eso. – Digo intentando buscar sus labios nuevamente pero ella lo evita haciendo que aterricen en su cuello y comiencen a dejar un húmedo recorrido con mordidas por toda la longitud. - Lo quieres tanto como yo...
Sí, pero no podemos. – Habla disminuyendo el movimiento de mis caderas hasta detenerlas por completo. – Usted se va a dormir y yo a tomar una ducha muy fría...
Agnes. – Digo como un reclamo cuando la siento volver a alejarse, pero vuelvo a sus labios comenzando un nuevo beso.
Más lento, menos pasional pero demostrándole lo mucho que la extrañaba, lo mucho que la necesitaba en este momento, necesitaba sus manos recorriendo mi cuerpo sin tela de por medio.
Y no, por más que ella quisiera hacerlo ver así, no era culpa del alcohol.
¿Segura qué no eres esa tal Diana? – Dice para molestarme luego de varios segundos en los que ambas estuvimos buscando aire. – Mi Ana no besaba así. - Termina sonriendo mientras no dejaba de recorrer mis labios con sus dedos.
Me acerco hasta morder su labio al escucharla decir aquello, logrando que de ella salga un pequeño: Auch, que me hizo sonreír como una pequeña victoria.
Estas besando mejor que nuca. – Comenta limpiando la sangre en su labio, llevando saboreando ese rojizo liquido, mientras yo estoy sobre su mejilla solo intentando regular mi respiración y sonriendo, pero a su vez comienzo a mover mis caderas sobre ella buscando esa intima cercanía que dejamos atrás minutos antes. – Ana no me hagas esto, mi autocontrol no es tan bueno...
¿Ahora si se besar? – Pregunto dejando un beso en su mejilla y comenzando un camino hasta sus labios para comenzar un nuevo beso, sin dejar de mover las caderas.
Demasiado bien para mi gusto, porque no te enseñé yo. – Habla tocando mi rostro como si quisiera clavárselo en la mente, mientras intentaba detener el movimiento que mis caderas habían vuelto a iniciar.
Me dijiste que tendríamos toda la vida para que aprendiera. – Digo apoyando la frente en sus labios logrando con aquello que ella me dejara un pequeño beso en aquel lugar y disminuyendo yo misma el movimiento escuchándola -aunque intentó que no- gemir.
Pero no dejaste que fuera así. – Dice levantando la cabeza haciéndome prácticamente meter la cara en su cuello mientras ella acariciaba mi espalda deteniendo completamente mis movimientos, mientras levantaba su cabeza buscando tranquilizarse. – Te fuiste.
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La última obsesión.
Romance¿Son dos vidas totalmente distintas compatibles? Yo al verme en el espejo veo a Diana pero al mirar atrás solo puedo veo los rastros de Anastasia. Hoy soy la mejor jugadora de fútbol del mundo, o eso dicen los comentaristas, tengo todo lo que quise...