Capítulo 23: Nunca para siempre

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12 días antes de la lesión. Hora Libre. Casa de Agnes. Kensington, Londres, Inglaterra.

La terminé empujando lo suficiente en el siguiente beso para que ambas termináramos en el borde de la piscina, definitivamente tenía ganas de esto desde hace mucho tiempo. Quedé sobre ellas y ella no dejaba de sonreír, lo quería tanto como yo definitivamente ambas estábamos aquí con más ganas que nadie la una de la otra.

Metí mis manos debajo de su chaqueta para subir lentamente su pequeña camisa, ella sonreía mientras con sus manos me quitaba la camiseta de entrenamiento que llevaba aquel día. Dejé sus labios y comencé a besar su cuello, mientras intentaba en la incomodidad de la posición quitar todo lo que llevaba puesto. No sé dónde quedó nuestra ropa, algunas partes estaban en el jardín, otras en la piscina, incluso algunas en la mesa.

Ambas teníamos demasiado tiempo evitando lo inevitable, tanto que en este momento se sentía algo como que nos faltaba de toda la vida. Las caricias eran lentas y amorosas, ella pasaba la punta de sus dedos por todo mi cuerpo a medida que avanzaba se me erizaba la piel donde ella tocaba y ella no hacía más que sonreír.

Estaba satisfecha con la reacción que mi cuerpo tenía a ella, sus besos dejaron una línea desde mis senos hasta mi cuello, yo estaba sobre ella pero estaba muy lejos de tener el control de la situación ella marcaba el ritmo, ella guiaba mis manos, mi cuerpo, mis besos, ella estaba marcando el ritmo de cada movimiento todo el movimiento era lo que ella quería que fuera, pero cada movimiento ante todo tenía amor.

Sus manos fueron de mi espalda a mi vientre y al sentirla tan cerca no pude evitar tensarme sobre su cuerpo, aquello la hizo reír.

Casi parece nuestra primera vez. – Dijo en mi oído comenzando a dejar besos cortos en mi lóbulo, haciéndome sonreír pero gemir al instante que sentí que sus manos llegaron a mi centro. – Casi parece como que no te tocado nunca. – Afirma sonriendo mientras comienza a hacer pequeños círculos sobre mi clítoris.

Después de aquello perdí el control de mi cuerpo, incluso la fuerza que me sostenía sobre mis brazos haciéndome caer sobre ella y entorpeciendo su toque. En aquel momento ella nos giró hacia el lado (que no era la piscina) quedando sobre mí después de decir algo como: Eres demasiado débil para estar arriba.

Iba a refutar cuando sus labios chocaron con los míos al instante que sus dedos comenzaron a entrar y salir de mi vagina mientras que su dedo pulgar seguía haciendo círculos en mi clítoris, decía cosas que en este momento no puedo recordar en mi oído y lo que si recuerdo perfectamente fue que me hizo llegar como virgen a los pocos minutos.

Se tiró a mi lado sonriendo, con cierta parte burlona, así que en venganza termine lanzándola a la piscina y uniéndome a ella a los pocos minutos en el borde, no dejamos de besarnos y tocarnos por varios minutos donde no preferimos hablar solo disfrutar de lo que nos habíamos perdido de la otra por tanto tiempo.

¿En serio llegaste tan rápido? – Me dice bromeando mientras sus dedos volvían a mi clítoris y mis manos apretaban sus senos en busca de liberar toda la tensión que aún tenía mi cuerpo. - ¿En serio Ana? – Insiste ejerciendo más presión en mi vagina haciéndome gemir.

Lleve mis manos a su pelo mientras no dejaba de gemir para unir nuestros labios, fui bajando por su cuerpo y comencé a hacer círculos en su clítoris uniéndome a su jueguito macabro. AL cabo de varios minutos ambas gemíamos al compás y su sonrisa pasó de ser burlona a placentera. Nos dimos placer por tanto tiempo que perdí la cuenta de sus orgasmos, no tenía idea de lo mucho que necesitaba esto hasta que la tuve así junto a mí.

¿En serio me hiciste preguntarte para responder "estoy muy mayor para esto"? – Le pregunto recordando lo que ella había preguntado antes.

Si, quería palabras concretas, acompañadas de una declaración de amor. – Me dice dejando un beso en mi hombro y alejándose un poco supongo que para relajar sus músculos. – Vamos a mi cama. – Dice acercándose. – Yo no sé tú, pero yo no puedo parar. – Termina diciendo con sus labios en mi boca.

La última obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora