Capítulo 12: Mis Mujeres

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78 días antes de la lesión. Groupama OL Training Center. Lyon, Francia.

La preparación para el partido del sábado no había comenzado hoy, tenía mucho más tiempo del que cualquiera de ustedes podría pensarlo. El partido que tendríamos el sábado sería probablemente el más importante que viviría en el año, aunque ya habíamos ganado la final de la Copa de Francia y faltaba muy poco para hacernos con la liga; esto era lo que habíamos soñado todas de pequeñas.

A veces quisiera saber si Diana también lo soñó, a donde pensaba llegar, que país quería representar, como pensaba seguir viviendo después de las cosas que habían pasado en su vida, cada vez que pasaba un día más quería saber si a ella no lo molestaría en que se está convirtiendo su vida.

Esta es la semana para la que básicamente me preparé toda mi vida. – Comento suspirando hacia Sabana mientras terminábamos un ejercicio.

Estuviste en la final del mundial. – Afirma ella riéndose de mí. – Esto está bastante por debajo, estrellita.

Y la perdí. – Respondo levantando los hombros. – Además no era titular, ¿quién sacaba a Marta Cardona de ese extremo?

Esta final definitivamente no vamos a perderla. – Comenta terminado su ejercicio para volver a verme. – Y vas a sacarla de ese extremo, te lo seguro.

Sabes dónde ponerla. – Respondo devolviéndole el balón y corriendo hacia la arquería para hacer una jugada que siempre repetíamos, la sabíamos de memoria, era literalmente algo que teníamos grabado ambas en la mente.

Tú solo ve al arco que marcas seguro. – Habla sonriendo después de ver la pelota en el fondo de la red.

Estuvimos prestando atención a las prácticas por bastante rato más y tuvimos un descanso para hidratarnos en el que tuve oportunidad de ir por mi móvil al auto. Lo que no esperaba era a quien me iba a conseguir de regreso al entreno.

Diana. – Escucho esa voz que me hace suspirar nuevamente antes de girar para encontrarme nuevamente con Helena Honefoss.

Usted otra vez. – Es todo lo que puedo decir.

¿Podemos hablar? – Pregunta luego de varios minutos en los que nadie dijo nada, solo nos estábamos mirando.

Ella siempre tenía una manera particular de detallarme, con sus penetrantes ojos claros.

No puedo recibir a nadie en el club. – Afirmo. – Menos en hora de entrenamiento...

Ya todo el mundo te contó su versión. – Comenta ella con tono calmado, casi como si estuviera arrastrando cada palabra que estaba pronunciando. – Yo creo necesario que conozcas la mía ¿no te parece?

¿Me está espiando? – Contrarresto realmente sin nada de sorpresa en mi voz, algo me decía que ella sabía perfectamente con quienes había hablado y específicamente de que.

Ninguna de ellas puede mantener la boca cerrada.

Nuestra conversación se ve interrumpida por un grito de Sabana al otro lado del parqueadero. No sabia porque ella no terminada de acercarse pero tampoco quería una explicación.

Solo salir de frente de Helena, pero antes definitivamente había un tema por acabar.

Nos vemos en Cabana a las 17 más o menos, por favor sea puntual. – Y es lo último que sale de mis labios cuando me dirijo de vuelta al entrenamiento.

Y ella se quedó ahí con una victoriosa sonrisa.

Aquí vamos de nuevo, otro día más escuchando historias de una vida que no es mía...

La última obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora