d i e z ;

26 2 0
                                    

—Jungkook, me gustaría que hablemos un momento.

Dijo mientras yo intentaba huir. No tenía ganas de hablar con nadie, menos con él. No estaba de humor hoy como para tener que soportar, otra vez, sus actitudes y comentarios de "señor mayor".

—Estoy llegando tarde a la escuela.

—No te preocupes, iré a tu lado. —lo esperé resignado y comenzamos a andar hacia el colegio, yo caminando y él trotando lento junto a mí—. Mira, sé que no comenzamos con el pie correcto cuando nos conocimos, pero ya que somos vecinos y tenemos casi la misma edad...

—Estás sonando como mi madre, ve al punto. —suspiró.

—Mi punto es que quiero que comencemos otra vez, esta vez con el pie correcto.

—¿Por qué?

—Porque nos veremos seguido y... quiero llevarme bien contigo. Además, tu madre dijo que no tenias muchos amigos, así que...

—Oh, lo haces por lástima. —lo sabía, todos eran iguales. Suspiró, esta vez más cansado.

—No, Jungkook. Lo hago porque de verdad quiero conocerte. Me pareces una persona interesante, quiero saber más de ti.

—No hay nada que debas saber, no soy tan interesante como piensas.

—Algo debe haber. Nunca imaginé que hacías graffiti, por ejemplo. Seguro eres muy bueno en Arte.

—Algo así. —dije indiferente.

—Me gustaría poder verte hacer alguno.

—Ya me has visto, ¿no? —lo observé.

—Sí, pero desde cero. Nunca vi a nadie hacer uno. Sería... una nueva experiencia.

No dije nada. A ver, si él quería venir a verme, podía hacerlo, es decir, yo no era nadie para decirle a dónde ir o no. Él podía hacer lo que quisiera. ¿Me incomodaba? Pues sí, un poco. Pero si su intención en comenzar de nuevo era real, pues podía hacer el intento.

—Oye, para hacer algo más juntos, ¿qué te parece venir a un club este fin de semana?

—Mmm... no me van mucho las fiestas. —dije serio.

—Oh vamos, será divertido. No debes tomar si no quieres.

—No es por eso, los ambientes así no me agradan.

—¿Y para divertirte solo sales a pintar paredes? —me observaba incrédulo y yo, serio. Si tanto le molestaban mis gustos, no entendía para qué me ofrecía ir con él—. Lo siento, es que tenemos vidas muy diferentes.

—Ya lo creo.

—Pero bueno, supongo que ambos podemos hacer el intento de conocer el entorno del otro, ¿no? —suspiré.

—Pues sí, pero mala suerte para ti, porque estoy castigado. No pudo salir ni juntarme con nadie hasta que apruebe mis materias.

—Oh, y... ¿son muchas?

—Mmm... tres o cuatro.

—Bueno, en ese caso, ¿necesitas ayuda con alguna? Quizás pueda explicarte algo, claro, si es que lo recuerdo. —rió avergonzado. Justo habíamos llegado a la entrada.

—No quiero molestarte.

—Al contrario. Además, si te ayudo con tus materias, podrás venir conmigo. —sonrió.

—Suficiente debes tener ya con tu universidad, Jimin. —podía oír cómo algunas chicas de mi Instituto murmuraban y reían tímidas al pasar junto a nosotros, observando fijamente a mi compañero.

—La verdad no tanto. Tengo muchos momentos libres. Mis padres quieren que los utilice para trabajar, pero si puedo utilizarlo para hacer el bien con alguien más, no veo por qué no hacerlo. —sonrió de nuevo. Era chistoso cómo sus ojos se volvían una sola línea cuando lo hacía.

Dudé un momento, algo me estaba haciendo ruido en la cabeza.

—¿Y por qué insistes tanto en que vaya contigo? —me crucé de brazos.

No pudo contestarme, ambos sentimos la campana para entrar a clases. Le di las gracias amablemente y corrí hacia adentro de la escuela, rogando entrar al salón antes que mi profesora de Matemáticas.

Muchos profesores, crean o no, tienen alumnos favoritos en todas sus clases. Y yo, por supuesto, no era el favorito de ninguno. Siempre sus favoritos son los que tienen cien por ciento en todos sus exámenes, hacen a la perfección todos los trabajos, algunos hasta les lamen el culo para caerles bien y poder tener alguna chance de subir la nota o atrasar algún trabajo. Pero a las personas que no les va muy bien, aunque se esfuercen y fracasen en el intento, las que intentan lidiar con todos los problemas de su vida, familiares o personales, nunca somos tratados como ellos, porque creen que todo gran esfuerzo tiene buenas consecuencias. A veces no. A veces no podemos conseguir el objetivo de sentarnos a estudiar cuando nuestros padres están discutiendo en la sala, o cuando las voces de nuestra cabeza nos inhiben totalmente. Pero eso a los docentes no les interesa.

A la única que le interesa es a Yeonsoo, una de mis compañeras de Arte. Ella es la única persona que se da cuenta de mi existencia, jodiéndome la cabeza con sus preguntas sin sentido. Siempre me habla cada que tiene oportunidad, preguntándome, aparte de cómo estoy, qué pienso sobre temas equis y me contesta dándome su opinión también. Pero bueno, hacía de mis clases silenciosas unas más... entretenidas. Las personas nos miraban cuando ella me hablaba, divirtiéndose con lo que me decía. No me avergonzaba que interactuara conmigo, porque en realidad, si la gente decía algo o se reía, no lo hacían por mí. Nunca nos han cargado diciéndonos tórtolos, raritos o algo por el estilo. O por lo menos no los he oído. No podría decir que le gusto o que está enamorada, y aunque no me moleste del todo la idea, no me imagino saliendo con alguien como ella. Es decir, ella es bonita, no les voy a mentir, pero es muy estúpida, y yo no tenía la paciencia justa para tratar a alguien con poco cerebro. Tampoco tenía ganas de estar en una relación. No ahora.

Mis relaciones nunca fueron muy buenas, lo único que me han dejado claro era que no importaba cuánto diese o cuánto me esforzase, siempre iba a haber alguien mejor que yo en cualquier aspecto. Alguien con quien no podía competir y en quien no me podía convertir, aunque le ponga toda mi dedicación.

—Jungkook, ¿puedes prestarme un lápiz 8B? Es que me he dejado el mío junto a mis-...

—Seguro, sácalo. —le extendí mi cartuchera sin escuchar su justificación.

—Gracias. —sonrió—. Sabes que normalmente traigo mis cosas, solo que esta vez-...

—No hay problema, Yeonsoo.

Me aseguraba de sombrear bien la silueta de aquél hombre en el callejón, aunque tuviera esa mirada penetrante en mi cuello. Sí escuchaba lo que ella me decía, pero como estaba tan concentrado en mi deber, no me molestaba oírla. La sentía como voz de fondo, distorsionada y baja.

—¿Sabes algo, Jungkook? Yo creo que las apariencias son como escudos. Intentas proteger, de alguna manera, lo que en realidad eres camuflándolo con lo que estereotipa la sociedad y tu entorno.

No sabía qué pingüinos tenía que ver eso con el lápiz, pero asentí lentamente para hacerle saber que la oía.

—Creo que... tú y yo tenemos un escudo que podríamos bajar. No hace falta mantener la guardia todo el tiempo, ¿no crees?

Es que no le entendía una mierda. ¿Por qué demonios salía con esta charla filosófica y reflexiva de la nada? ¿No podía simplemente pintar y ya? Pero, para ser honesto, lo que dijo tenía cierta verdad. Aunque no creía que yo tuviera un escudo para protegerme de los estereotipos. Yo era simplemente como quería y podía ser. Pero como me hizo una pregunta, tuve que contestarle algo para no perder mi lado amable.

—Si, creo... lo mismo.

Aunque lo dije algo desinteresado, a ella le bastó para pasar lo que quedaba de la clase con una sonrisa de oreja a oreja y estar en silencio.
Al volver a casa mi madre no estaba, por lo que debatí internamente sobre si salir un rato, aunque sea al parque, y luego regresar antes de que ella lo hiciera; o ser buen chico y quedarme estudiando. Pero no soy un buen chico, ¿o si? Si lo fuera, mi madre no me habría castigado...

﹗𖥻 ˖𓍯  𝑌𝑜𝑢 𝐴𝑟𝑒 𝑀𝑒, 𝐼 𝐴𝑚 𝑌𝑜𝑢 » 𝙅𝙞𝙠𝙤𝙤𝙠 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora