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Hoy era el día de la verdad. Luego de pasarme toda la tarde y parte de la noche de ayer estudiando, a pesar de que dije que no me haría falta tanto estudio, por fin podría demostrarle a mi madre y a mi odiosa profesora cuánta dedicación y esfuerzo he puesto para este examen. ¿Que si estaba nervioso? Pues, mis tambaleantes piernas y mis sudorosas manos hablaban por sí solas, pero estaba confiado, era imposible que desaprobase esta vez. Ni siquiera me interesaba obtener el cien por ciento que todos los alumnos anhelaban, yo me conformaba con pasar el examen. Tenía su materia a primera hora, por lo que, luego de escuchar los deseos de buena suerte que mi vecino me envió -ya que me había acompañado esa mañana también-, entré disparado al salón cuando escuché la campana sonar.

Todos los que recuperábamos el examen estábamos nerviosos, pero mis compañeros alejaban esos sentimientos hablando y riéndose con sus amigos. No hablo por envidioso, de hecho me alegraba que no se me acercaran. Pero se sentía raro ser el único del salón que no tenga a nadie que le diga "oye, buena suerte", o algo así. Tampoco es que nadie me hablaba y era totalmente invisible. A veces sí lograba intercambiar miradas y una que otra palabra con alguno, que generalmente era un saludo, pero cuando había que trabajar en grupo o en parejas, era como si yo llevara repelente y nadie se me acercaba en absoluto. De todas maneras, estaba bien con eso, siempre trabajé mejor solo.

La profesora entró en el salón, con aires de grandeza e intentos fallidos de hacerse la graciosa para caer bien, haciendo que muchos alumnos reían con ella demostrando su caradurez. Cada vez que ella incitaba a decir algo chistoso, todos reían por compromiso, y no les quedaba otra porque ella los veía todo el tiempo, pero a mí, como estoy sentado en una de las esquinas, no me observaba mucho, por lo que yo no me molestaba en seguirles ese juego estúpido.

—Bien, los que tengan que recuperar el examen anterior, estarán detrás de Jeon. Ocuparán estas dos filas de bancos y se acercarán a mí si tienen alguna duda. Dejaré actividades para el resto.

Entregó con tranquilidad y delicadeza todas las evaluaciones, hasta que llegó a mí, que un poco más y me escupía la mesa antes de revolearme la hoja. Suspiré para quitarme un poco los nervios, comencé a imaginarme mis coloridos apuntes a un lado del examen y empecé a escribir, como si estuviera literalmente copiando todo de una hoja a la otra. Podía sentir la mirada de mi profesora en mis cabellos, observándome con dureza. Sentía que se acercaba, que paseaba por entre las filas de bancos, que me vigilaba, seguramente pensando que estaba haciendo alguna trampa, pues era uno de los pocos exámenes en donde estaba escribiendo tanto.

Intentaba ignorarla tratando de recordar las palabras de Jimin, que me vinieron a la cabeza a tiempo cuando me pedían explicar algunos conceptos. La profesora, cuyo nombre y apellido nunca memoricé, fue llamada por alguien del fondo del salón cuando yo estuve a punto de levantarme para entregarle el examen acabado. Me miraba con una ceja enarcada, decepcionándose, seguramente, que la hoja esté escrita por ambos lados y no en blanco, como solía entregar. Regresé a mi asiento para realizar las actividades. Había sido uno de los primeros en entregarlo.

Pasando todas las asignaturas restantes con pereza, llegué a casa para comer algo y reacomodar las hojas de mi carpeta de historia para poder estudiar tranquilo en un futuro, llamando la atención de mi madre que apenas había saludado, ya que subí derechito con todo y mi almuerzo a mi habitación.

—¡Jungkook, te buscan! —mi madre gritaba desde la puerta.

—Jimin... —dije cuando lo vi desde los escalones.

—Hola Jungkook. —saludó sonriente—. ¿Listo para estudiar?

¿Cómo? 

—Pero no tengo más exámenes hasta dentro de dos semanas.

—Pero dijiste que necesitabas ayuda con otras materias, ¿o no?

—Jimin, no hace falta que me ayudes en todo. —mi madre nos miraba a ambos simultáneamente desde el sofá. 

—Quiero hacerlo. Además, no me has dicho qué tal te fue hoy en tu examen. Si te ha ido bien, quiere decir que soy un gran profesor particular y que tienes suerte de que te ayude. —y de nuevo, el señor volvió, esta vez con agrande. 

—Perdón por interrumpir, pero ¿seguirán en la entrada o se irán a tu habitación, Jungkook? —mamá, harta de escucharnos, seguramente, nos echa de una manera muy sutil para continuar haciendo su trabajo.

Tomé a Jimin del brazo y corrimos a mi cuarto, donde esta vez sí cerré por completo la puerta, ya que no obtuve ningún tipo de información sobre lo contrario. Me senté en mi cama y él en mi silla, expectante de mi rendimiento el día de hoy, como si fuera mi hermano mayor.

—La verdad, tus explicaciones y ayuda fueron muy útiles, Jimin. Gracias.

—Me alegra que te hayan servido, JK. —era extraño que me llamase así, de una manera tan suelta, como si fuera algo de todos los días—. Respecto al sábado...

—No creo que mi madre me deje salir, no me entregarán mi calificación hasta la semana entrante.

—Está bien, no te preocupes. Podemos salir otro día. —mi gesto de asco lo hizo cambiar de respuesta y rodar los ojos—. O hacer lo que quieras.

—Está bien.

Jimin se quedó en mi cuarto utilizando el teléfono y observando de reojo lo que yo estaba haciendo con mis libros y carpetas. Al acabar, volvió a preguntarme si debía estudiar algo, que él me ayudaría, y le dije que si quería ayudarme con Matemáticas, era bienvenido.

Sacando de mi mochila mis apuntes y carpeta, dejo caer una hoja que él al instante se inclina para levantármela.

—¡Wow! —dijo con los ojos bien abiertos—. Es genial. ¿Tú lo has hecho? —me observó.

—Uh... sí. —quise quitárselo, pero lo corrió.

—En verdad tienes talento para estas cosas, Jungkook. —me miraba fascinado.

—Gracias... —lo miré de reojo rápidamente y guardé el dibujo dentro de otro cuaderno.

—¿Qué, no te gusta que te hagan cumplidos?

—Es algo incómodo. —rodó los ojos—. No... acostumbro a oírlos. No sucesivas veces.

—Entiendo... —me miraba extrañado, aunque no supe bien por qué—. Bien, tú dirás.

Nos quedamos esa tarde estudiando Matemáticas y luego nos quedamos hablando un poco. Jimin me contó que era uno de los mejores alumnos de su clase en la preparatoria, por lo que, en sus momentos libres, gustaba de ayudar a sus compañeros con las materias que más les costaban. Ahora comprendía cómo es que era tan bueno en estas cosas, ha dado clases particulares anteriormente, está acostumbrado.

Era -y probablemente es- un alumno ejemplar, estudia en la universidad y aún continúa ayudando a chicos en secundaria, sale a divertirse con sus amigos y es una persona muy correcta y buena. Tiene la vida que yo siempre quise tener. O bueno, que mis padres siempre quisieron que yo tenga. Sus padres deben estar orgullosos.

﹗𖥻 ˖𓍯  𝑌𝑜𝑢 𝐴𝑟𝑒 𝑀𝑒, 𝐼 𝐴𝑚 𝑌𝑜𝑢 » 𝙅𝙞𝙠𝙤𝙤𝙠 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora