t r e i n t a y t r e s ;

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Las latas que había ido a comprar las acabé en una sola pared de ladrillos que un señor me dio permiso de pintar como yo quisiese. Latas de colores acuosos y el dibujo, empapado de sentimiento. Un océano, con un cielo lluvioso y una persona en medio. No hace falta explicar nada.

Fui a casa solo, pues le había mentido a Jimin que debía estudiar, y me había arrepentido al momento, me aburrí bastante mientras pintaba y en todo el trayecto a casa. Pensaba en las cosas que podríamos haber hecho o dicho y las risas y sonrisas que nos habríamos provocado, y sonreía solo. Sabía que cuando llegase, mamá estaría allí, dispuesta a darme una charla o un sermón, pero ya no podía evitar lo inevitable. Quería esperar que, ambos con la cabeza fría, evitaríamos discutir y solo charlaríamos de lo sucedido y acordaríamos qué hacer para que no vuelva a suceder.

—Estoy de vuelta. —dije al escuchar ruidos en el salón.

—Hijo. —mamá se acercó con una expresión apagada—. ¿Cómo te fue hoy?

—Bien.

—Debemos hablar, ¿no lo crees?

—Lo creo. Pero hablar no es discutir. ¿Qué haremos? —dije desafiante, dejando mi mochila en el sofá.

—Yo voy a hablar. ¿Tú qué vas a hacer? —contraatacó.

—Yo he hablado y no se me ha escuchado. 

—Voy a escucharte. Pero quiero que me escuches también.

Suspiré.

...

Sería hermoso decir que hubo un progreso en esa charla, pero la verdad es que terminó todo como estaba antes. Hubo gritos, hubo insultos, no hubo calma ni tampoco escucha. Por parte de ambos, he de agregar. Mamá estaba cegada y su ceguera me hizo cegarme también. Ella quería que le diera una oportunidad más a ese hombre, que había hablado con él y quería empezar de nuevo, y yo solo le decía que quería que mi familia volviera a ser una familia, como antes. Pero ninguno obtuvo una respuesta positiva del otro, por lo que todo sigue igual.

Me encerré en mi habitación y me tiré en la cama. Tenía tantas ganas de salir por mi ventana y sentir que por unos momentos no dependo de nadie de ninguna manera, vivir y disfrutar de todo lo que me gusta y rodea. Pero lo que me faltaba era encontrarme con esos tipos y que me rompan el otro brazo.

Jimin...

Podría llamarlo. De hecho le debía una disculpa.

Y eso hice, le envié un mensaje.

Jimin

Jimin, necesito salir de casa. Puedo ir a verte?

Claro que puedes.

Está todo bien? ✔✔

...

Apenas recibí su primer mensaje, junté un par de cosas en mi mochila de latas y salí, pero lo hice por la puerta, para que mi madre no llame a la policía por segunda vez. Caminé rápido por la acera hasta llegar a la casa de los Park y tocar el timbre.

—¿Quién es? —me abre una mujer, con unos rasgos tan delicados que al instante supe que era la mamá de Jimin.

—Señora Park, soy Jungkook. ¿Está Jimin?

—¡Yo lo atiendo, ma! —se oía de fondo.

—Ahí está Jimin. —reía ella, contagiándome—. Pasa.

Al ingresar al gran salón de la residencia, veo al señor Park en uno de los sofás mirando la televisión y a Jimin bajando las escaleras. Él me hacía señas para que subiera, así que saludando a su padre con una reverencia, quité mis zapatos y me encaminé con él hacia su habitación.

—Me preocupaste con tu mensaje. —me dijo cuando cerró la puerta—. ¿Está todo bien?

Asentí con la cabeza algo perdido.

Estaba observando a detalle todo en su cuarto. Había posters de algunas películas en sus paredes, incluso de bailarines de ballet. Tenía algunos discos y CD's de música, en su mayoría música clásica. Unas zapatillas de ballet pequeñas, colgadas en una de sus tantas estanterías, y unas más grandes a los pies de su cama. Muchos libros, de lectura y de universidad. Y un aroma tan particular y dulce que daba placer inspirar por mi nariz. Sin duda, todo gritaba "Jimin". 

Él me observaba con curiosidad y yo con algo de tristeza. Me sentía realmente mal por cómo lo traté en la mañana. Nunca pensé que podría extrañarlo tanto, sumándole que no puedo dejar de pensar en esas extrañas sensaciones que él me provocaba sin darse cuenta. Tenía tanto para decirle, pero no sabía por dónde o cómo comenzar. Tenía tanto para expresar que no sabía qué era correcto y qué no. Tantos consejos y ayuda que pedirle que no quería ser molesto. 

En poco tiempo necesitaba tanto de él que sentía que no podía con nada.

Bajé la cabeza y al instante me rodeó con sus cálidos brazos, permitiéndome llorar frente a él por segunda vez. No quiero que esto se me haga costumbre.

—Lo siento. —dije luego de unos momentos, separándome un poco de él.

—No te disculpes, está bien llorar.

—No es por eso. —lo observé—. Hace tiempo que estoy sintiéndome extraño, sumado a que los problemas en casa no se van y... no sé cómo canalizarlo. Te traté muy mal esta mañana, te mentí y sé que te hice sentir mal cuando no había ninguna necesidad. 

—Kookie... —"Kookie...". Acarició mis cabellos con ternura—. No hay problema. Supuse que no estabas teniendo un buen día, es por eso que no quise insistir. Todos tenemos malos días, no te preocupes.

—Aún así, discúlpame. 

—Acepto tus disculpas, si así estás más tranquilo. —rio.

Tomamos asiento en su cama.

—¿Quieres contarme alguno de esos temas que te abruman? ¿O mejor prefieres que veamos alguna película así te despejas?

—¿Podemos hacer ambas? —asintió riendo—. Necesito hablar esto con alguien.

—Suéltalo.

—¿Cómo te has dado cuenta de que cuando te gusta alguien, es correcto?

Se quedó unos momentos en silencio.

—No sé si entiendo tu pregunta. ¿Si es la persona correcta, dices?

—No, si es correcto sentir eso por esa persona.

—Pues... supongo que siempre y cuando tus sentimientos y pensamientos hacia esa persona sean sanos, serán correctos.

—¿No importa quién sea esa persona? —lo observé con inseguridad.

—Si eso que sientes no te lastima a ti ni a esa persona, yo creo que es correcto. Si tú crees que esa persona no te hace daño a ti o a sí misma, en mi opinión está bien.

Me quedpensando en su respuesta.
No creo lastimarte, Jimin. Pero tal vez sí me esté lastimando a mí mismo.

﹗𖥻 ˖𓍯  𝑌𝑜𝑢 𝐴𝑟𝑒 𝑀𝑒, 𝐼 𝐴𝑚 𝑌𝑜𝑢 » 𝙅𝙞𝙠𝙤𝙤𝙠 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora