[13] ♡Noche Alocada♡

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El fin de semana acabó y ya estábamos regresando al pueblo. Por fin. Fueron unos días verdaderamente agitados.

Todos bajamos del lujoso autobús de dos pisos con aire acondicionado central y vemos a nuestros familiares esperando por nosotros en la entrada de la escuela. Los estudiantes bajan para liberarse de lo que, según ellos, era el horrible bosque. 

Algunos padres saludan a sus hijos, otros han mandado a la servidumbre a recogerlos y unos toman sus propios autos y regresan solos a casa.

Entre los representantes corro hasta donde mi padre y mi mejor amiga se encontraban, los abrazo con tanta fuerza y necesidad que ellos se sorprenden. 

—Nosotros también te extrañamos, cariño—papá me toma la nuca besando mi frente.

—Fue el fin de semana más aburrido sin ti—se queja Kiara y la vuelvo a abrazar, ahora solo a ella.

—Te extrañé muchísimo—murmure apoyando mi cabeza sobre su hombro. 

A través de esa posición pude divisar como los Lewis fueron los últimos en bajar del autobús, mirando a sus lados en busca de algo o alguien. Los tres cruzan miradas entre ellos al no encontrar lo que buscaban y con rostros solemnes caminan hasta una larga y moderna limusina que estaba aparcada del otro lado de la acera. Ellos suben en silencio y un hombre con traje, el que supongo que es el chófer, les cierra la puerta tras su subida.

Sus padres no vinieron por ellos. Que triste.

Junto con papá y Kiara fuimos a celebrar mi regreso en un pequeño puesto de hamburguesas cerca de la cuadra. El sitio estaba lleno de gente con niños o adolescentes con amigos.

Kiara y yo buscamos una mesa para sentarnos y papá va a pedir nuestras hamburguesas mientras esperamos por su regreso.

Tomo asiento en mi silla y Kiara hace lo mismo frente a mí en tanto oímos la suave música que brindaba el puesto.

—Cuéntamelo todo—pide de una vez que estamos sentadas.

—Fue un fin de semana muy extraño—confieso y ella apoya sus codos sobre la mesa y su rostro sobre las palmas de sus manos para observarme atenta.

Jugueteo con la diminuta pelusa que está en la mesa y con lujo de detalles empiezo a narrarle nuestro loco fin de semana. Le conté sobre mi confusión con los chicos y la actitud tan hostil de ellos hacia Dylan.

—¡Tuviste tu primer beso! Dos veces, con la misma persona—chilla alegremente y le cierro la boca de inmediato.

—Lo sé, pero baja la voz—pido avergonzada—estábamos hablando del problema de los chicos con Dylan, centrémonos—reprocho con las mejillas rojas.

Ella asiente cruzando las piernas y mirándome como si fuera una estratega nata apunto de dar su criterio acerca de un plan.

—No es extraño que lo detesten, ellos gustan de ti y tú lo quieres a él, es una cadena. Pero si me dejas dar mi humilde opinión, yo también tengo el mismo pensamiento de los chicos hacia Dylan. Él no es lo que parece, Kya. Y tú, más que nadie debería saberlo—arguyó viendo a mi papá venir desde lejos.

—Todos tienen una errónea imagen de él—musito negándome a creer en sus palabras.

—Por Dios, Kya. Abre los ojos. Él lo único que a hecho este tiempo por ti es hacerte daño con su indiferencia.

—Pues ahora no es tan indiferente conmigo—espeto con cierto enojo.

—¿Y eso no te parece raro ahora? Que de un momento a otro él te ignoraba de la peor forma y que ahora esté intentando hacer todo lo posible para que estés junto a él. ¿No te parece una locura?

Una Trilogía Perfecta #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora